Lentamente, las piernas de la muchacha pelirroja la llevaron hasta el peliverde, que se encontraba acostado sobre la hierba. Lo vio suspirar, y se inclinó un poco para mirarlo a la cara y hacer que él notase su presencia. Sujetando fuerte la flor que tenía en la mano, se la tendió.
-¿Está usted bien...? Se le ve tan solo...
-No te preocupes, pequeña. Estoy bien, ya me he acostumbrado.- Y entonces, se dio cuenta del detalle de la flor.- ¿Es para mí?
Vio a la joven asentir y cogió la flor.
-Gracias.- Murmuró.- ¿Puedo saber cómo te llamas? Ah, y tutéame. No me gusta que me traten de usted. Me hace sentir viejo.
-F...Flaky. -Su voz tembló, y una sonrisa se dibujó en su rostro.- ¿Y tú?
-Flippy. -Y bajó un poco la boina de militar que tenía sobre la frente, cubriéndose los ojos. Se avergonzaba de sí mismo solo por el hecho de haber nacido.- Me llamo Flippy.
-Es un nombre bonito.-Murmuró, riendo un poco, y se sentó en el suelo. Cogió la chaqueta de camuflaje del mayor con suavidad, por un extremo, y le miró, buscando sus ojos. Era sorprendente como alguien inocente demostraba un cariño imposible de sentir hacia él. Se apartó la boina de los ojos y miró a Flaky, que aún sonreía, con un brillo en los ojos que Flippy jamás entendería de nuevo. Después de la guerra, no era el mismo.
Tenía secuelas a nivel psicológico. Una doble personalidad, Trastorno Disociativo de la Personalidad, dos nombres distintos para la misma enfermedad. Su álter ego solo dominaba su ser al recordar su pasado. Su trauma. Y no era más que su yo... alterado, loco. Aquel él que quería matar a todos.
Incluso con eso -y posiblemente solo por no saberlo- Flaky estaba ahí. No sabía si agradecérselo. En esos temas, ya no entendía nada.
-Me han dicho... me han dicho que eres peligroso. Que le haces daño a la gente. Pero yo... -Murmuró. Flippy se dio cuenta de que estaba haciendo una corona de flores, la cual acabó segundos después de cortar su propia frase.- Yo no creo que sea así. No pareces malo.
La pelirroja le puso la corona sobre la frente, cubriendo buena parte de esta. Una pequeña sonrisa se formó en los labios del antiguo militar. Esa jovencita era la inocencia en estado puro.
Entonces, la sonrisa de su rostro desapareció. Entendió que no sería seguro. No para ella. No merecía la muerte. Sería mejor quedarse solo otra vez que matarla.
-Escucha...-Comenzó a hablar, con un tono de voz grave, suspirando. Flaky entonces advirtió que le pasaba algo, pero solo calló y se centró en escuchar.- Soy peligroso. Tengo una enfermedad. ¿Sabes lo que es la bipolaridad? Pues eso. Hay algo en mí, un álter ego que a veces me domina. He ido a la guerra y las secuelas a nivel psicológico son terribles, créeme. Ese otro yo quiere matar a todo el mundo. Sé que suena raro, pero no es seguro estar conmigo.
-Yo...-Flaky parecía aterrada. Y bien, lo estaba. Era incapaz de hablar.
Observó como el muchacho se ponía en pie lentamente y notó sus intenciones de comenzar a caminar. Con dos ojos llenos de tristeza, el peliverde masculló un: "gracias por todo." Y se dispuso a caminar. Entonces, una de las dos pequeñas manos de Flaky sujetó el pantalón de camuflaje del contrario. Con los ojos llenos de lágrimas, sintiendo una agria mezcla entre miedo y tristeza, se alegró en cierto punto de que el mayor hubiese parado de caminar. Se puso en pie, lentamente, y le miró a los ojos. Pudo notar en él cierta mezcla de sorpresa, tristeza y preocupación.
-No eres malo. Yo... -Tenía miedo. Tenía miedo a morir. Las palabras salían atropelladamente de entre sus labios.- Yo no voy a dejarte solo. Te... ¿Te gustaría ir de pícnic...?
Ella no tenía muy claro si eso era lo más inteligente que podía haber hecho.
Él no tenía claro qué hacer.
Entonces Flaky sonrió, estirando los brazos, y Flippy asintió, abrazándola. Hasta el fin de su vida, se había prometido a sí mismo que la protegería de todo mal.Fin Capítulo 1: El encuentro.