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«Tienes un corazón cálido, tienes un hermoso cerebro pero se está desintegrando por toda la medicina.»

-Daughter

[Un año después]

Era de día y era verano. Lo sabía porque la caminata lenta se había convertido en una huida a paso ligero; su camiseta se pegaba a incómodamente a su piel para ser testigo de la temperatura. Miró sobre su hombro intentando saber si alguien lo estaba siguiendo, pero la calle parecía vacía.

Para evitar un encuentro, se adentró en el parque más cercano a la Universidad y se sentó en una banca como solía hacer cuando las clases finalizaban temprano. Las hamacas parecían destacar entre el resto de los juegos del arenero, porque eran de un amarillo tan intenso que se escapaba de la escala de colores del reto del parque. Él las conocía, eran las de su ciudad natal. Entonces si la hamaca estaba ahí, también debía estar su madre; y así era. Su madre empujaba a una niña que se carcajeaba cada vez que la hamaca parecía estar más cerca del cielo. Al otro lado del parque, un niño pequeño corría a toda velocidad en la misma dirección en que su hermana se balanceaba.

Cuidado quiso decir. Cuidado, cuidado, cuidado. No importaba lo mucho que gritara, su garganta dolía, pero su voz no salía. Las lágrimas corrían por sus ojos en anticipación a lo mucho que le dolería ese golpe.

"¡Ana!" gritó su padre. "¡El niño!"

Demasiado tarde. Ahora el niño lloraba tanto como lo hacía él mientras presenciaba la escena. Su hermana había intentado detener el impulso, pero sus piernas no llegaban al suelo, y el peso de su cuerpo había caído sobre su hermano, haciendo que la sangre brotara de su nariz.

Ahora su madre con expresión abatida lo sostenía en brazos, mientras su padre ayudaba a que la niña se levantara del suelo con una expresión totalmente abatida.

"Lo siento, lo siento" decía su madre arropando al niño entre sus brazos. De repente, la preocupación de su rostro fue reemplazada por otra emoción. Levantó la vista entre la pequeña multitud que se había formado a su alrededor y miró hacia la banca en donde él miraba expectante la escena. "Lo siento, hijo" intentó decir; su voz tampoco salía, pero por alguna razón él podía entenderla. "Lo siento, Harry" moduló lentamente antes de que una melodía detuviera las voces, los sonidos del parque y el murmullo del tráfico que circulaba en la avenida más cercana. Después las luces se apagaron, pero la melodía continuó. ¿Por qué seguía?

Sus pestañas golpearon la piel por encima de sus párpados y se dio cuenta que no estaba mirando el parque, sino que estaba de cara al cielorraso de su habitación Su corazón parecía querer salirse de su pecho mientras él caía en cuenta que la melodía molesta era el tono de llamada de su teléfono.

Buscó a tientas hasta encontrarlo y sintió que la luz blanca de la pantalla dañaba sus ojos por un instante.

"Jenny" respondió, y carraspeó intentando hallar su voz. Solo cuando se quitó los cabellos de la frente se dio cuenta que tenía el rostro mojado. Probablemente las lágrimas del sueño habían sido reales. "¿Estás bien?"

"Te he dicho que no me llames así" se quejó al teléfono. " Mira cómo me recibes luego de pasar dos turnos seguidos en el hospital y elegir llamarte en mi tiempo libre".

"Lo aprecio, Jen. Pero aquí en Londres es de madrugada. Siento que el corazón se va a salir de mi pecho".

Oyó el silencio a través de la línea siendo llenado por la culpabilidad de su hermana.

"Lo siento, Harry", maldijo. "Lo olvido. Buscaré la aplicación que me permite tener doble uso horario. Aquí son las ocho de la noche".

Harry buscó a oscuras el interruptor en la mesita antes de encenderlo. Paseó su mirada a través del cuarto, como si quisiera constatar que no seguía dentro de la escena surrealista que su inconsciente se las había arreglado para proyectar.

Medicina » larry [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora