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5 meses más tarde...
  
    ¿Recuerdan aquella carta que una vez le mande a esa hermosa chica? Esta decía que el amor podía ser doloroso. Y lo vuelvo a confirmar.

Es doloroso.

Pasaron semanas y Carol nunca me volvió a escribir. La última carta se la envié yo, decía que siempre me iba a preocupar por ella. De esa, nunca hubo respuesta.

Después, un día de diciembre recibí una carta de Carol. Mi hermosa Carol. Estaba muy entusiasmado por leerla, ella siempre era tan dulce y soñadora como yo.

Lo que no me esperaba es que esa carta no era como cualquier otra. Era una carta médica.
  
Cada vez que leía, más lágrimas salían de mis ojos. Y es que Carol, esa chica que iba a Starbucks todos los días para llevarse su café con extra chocolate, esa chica que escribía todos los días en su laptop, esa chica que se sonrojaba cada vez que veía mis cartas, esa pequeña y delicada chica... Tenía Cancer.

  De solo pensarlo mi corazón se destrozaba. Cada parte de mi cuerpo se debilitaba.

  Salí corriendo sin ningún rumbo. Bueno, eso creía yo, por qué mis pies me guiaron hasta su casa.

Trataba de creerme que todo estaba bien, ella lo iba a superar, por qué se que detrás de su delicadeza hay una chica fuerte.

Con mis manos temblorosas, toque la puerta. Mi corazón corría a mil por hora. Para mi sorpresa abrió aquel chico rubio que solo conocí una vez.

- Hola,¿puedo ayudarlo?.

-¿está Carol?

- Emm... ¿Aún no te lo han dicho verdad?.

-¿Que?

- ella lleva meses en el hospital.

  Suspiré. Pensé que iba a ser otra noticia. Sin despedirme salí corriendo hasta el hospital central.

  Los nervios aún seguían pero era por qué por fin podré hablar con ella. Tenerla cerca. Y decirle por fin que soy yo quien le enviaba esas cartas hace unos meses atrás.

  Le pregunté a una recepcionista en donde se encontraba la habitación de Carol. Subí a él 3er piso y me dirigí a la habitación 345.

  Respiré hondo y toqué.

Una dulce voz dijo que pasará. Se escuchaba un poco débil, eso me arrugaba más el corazón. Pasé y ahí estaba ella, acostada en su camilla con algunas inyecciones en sus brazos. Estaba pálida y sin cabello. Sus ojos claros estaban dilatados, y se veían más hermosos que nunca. Tenía que admitir que parecía muy derrotada por su enfermedad.

- ¿Quién eres?

De mi boca no podía salir ninguna palabra. Nuestras miradas estaban fijas. Y yo no sabía qué decir.

- Eres tu ¿verdad?- dijo con voz quebrada, sus ojos se llenaron rápido de lagrimas y no tardaron mucho en derramarse. Se bajó rápido de su camilla y corrió a abrazarme. Sus delicados brazos se enrollaron en mi cintura. Yo aún seguía en shock. Después de unos rápidos segundos le respondí el abrazo.

- Creo que sí.- dije tartamudeando.

Fue lo último que pude decir. Ya que después de ese abrazo. Lo único que recuerdo fue a ese delicado cuerpo tendido en mis brazos, sin ninguna reacción.

Plis, with chocolate Donde viven las historias. Descúbrelo ahora