Una misteriosa y desconocida calle

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Anna había escuchado la historia. Cada vez que la oía tenía la misma conclusión; esa era sólo una estúpida historia que había sido creada para generar miedo y temor en los niños. Sin embargo en aquel pueblo no sólo ella creía que todo eso era pura charlatanería , habían muchas personas como Anna, que pensaban exactamente igual.

Era una adolescente extraña, única se podría decir. No tenía muchos amigos y casi siempre prefería estar sola. Quizá aquella soledad la hizo tan especial ante los ojos de "ella".

Anna escuchaba esta historia cada vez que las reuniones familiares tenían fecha en el calendario; el encargado de narrarla era su abuelo, Rodrigo . Un hombre de profunda mirada y potente voz, un hombre tan gentil y tan único como Anna . Un hombre cuyos ojos grises desdeñaban un pasado marcado por las dificultades .

Cada vez que contaba esta historia , Anna fijaba sus atentos ojos en el y por un momento el le hacia creer que todo era cierto, que sus palabras delataban dolor y verdad.

Martes 19 ,1953. Sebastian había cumplido 16, era un joven amable e inteligente con cierto gusto a lo desconocido . El era el hermano mellizo de su abuelo. Ambos eran muy unidos, nunca se había visto un amor de hermanos tan puro. Todo era "normal" todo estaba planeado, ambos habían conseguido trabajo , ambos irían a la gran ciudad, ambos conseguirían oportunidades y especialmente ambos serían felices. Pero todos aquellos planes simplemente se desvanecerían en una sola noche. Al igual que Anna ambos habían escuchado la leyenda, mas Sebastian creía cada una de las palabras de aquella historia ,esto sólo molestaba a Rodrigo que ignoraba, lo que el llamaba"tonterías ". El estaba convencido de que aquella no sólo era una leyenda.

La noche del miércoles, un día después del cumpleaños de Sebastian ,este salió de casa, su madre le había dado órdenes de recoger un antiguo reloj que había mandado a arreglar, este tenía un valor sentimental muy importante para ella debido a que había sido el último regalo que su padre le había dado antes fallecer. Entonces Sebastian , sabiendo esto no dudó en realizar aquello en el tiempo más corto posible.
El caminó por una calle y luego otra y otra ,divisaba las oscuras avecillas que revoloteaban sobre el, quizá prediciendo algo malo. Solo cuando faltaba una cuadra más para llegar a su destino, notó algo extraño; la calle que conocía había cambiado mucho ,vio que en vez de una sola acera , habían dos ( una en la derecha y otra en la izquierda ), las casas tenían un aspecto diferente , por alguna u otra razón , todo aquello que una vez había sido muy hermoso y pintoresco, ahora era lúgubre. Pensó que quizá esos arreglos se habían hecho hace ya bastante , ya que era la primera vez que pasaba por ahí desde hace mucho tiempo. Se asombró claro, pero notó algo más. Algo que era muy evidente; vio al final de la calle a un grupo de jóvenes de extraño caminar , que hace tan sólo segundos no estaban. El se quedó estupefacto, sólo no dijo nada , ni movió ninguna de sus articulaciones. Un desconocido sentimiento de temor lo invadió , de pronto pensó que todo aquello era parte de su imaginación y que era absurdo sentir miedo. Mientras el se inundaba en sus pensamientos , el grupo de jóvenes seguía avanzando hacia el.
Uno de ellos paso muy cerca ,lo vio a los ojos y entonces Sebastian pudo darse cuenta que su mirada era angustiante , aquella trasmitía un mensaje , y este era: es un camino peligroso ,vete!
De pronto ya no había nadie , los muchachos extraños habían seguido su camino, se habían esfumado. Sebastian no sabía si continuar, sólo pensaba en aquella mirada del joven, sabía lo que significaba, pero ganó su encanto por lo misterioso y desconocido y pues continuó caminando.
Bajo por la acera derecha y siguió. Sólo pensaba que al final encontraría algo de otro mundo, algo terrorífico quizá o simplemente nada , el había olvidado por completo recoger el reloj de su madre , por completo.
Cinco pasos más y logro llegar al final. Sin embargo para su asombro y sorpresa lo único que encontró fue una tiendecilla antigua en la que se encontraban jóvenes , algunos comiendo , otros embriagándose, otros riendo , en fin. Sebastian sólo río dentro de si y no pudo creer lo tan tonto que fue al pensar que algún tipo de peligro lo perseguía.
Tranquilo ya , se sentó en una de las mesas y pidió algo de beber. Esa fue la vez que disfrutó al máximo una bebida. Pensó y pensó lo que minutos atrás había ocurrido y no encontró sentido alguno, fue en ese momento que recordó que tenía que regresar a casa lo más pronto posible con el encargo de su madre. No dudó en marcharse del lugar, pero antes de salir, se detuvo un momento, el no supo porqué sólo lo hizo ,fue entonces cuando una de las chicas que se encontraba ahí , lo sujetó del brazo y lo acercó a ella para luego susurrarle al oído ,- acaso no sabes que no hay salida , una vez que entras , no sales.
Sebastian en ese momento se lleno de dudas , de miedo , de incomprensión. Sus labios no lograban articular ni una sola palabra. Lo único que hizo fue quitar el brazo de la muchacha de su cuerpo y alejarse de aquellos "locos". Mas la sorpresa lo esperaba a menos de medio metro de distancia, cuando levantó su ojos y observó aterrado de que lo que aquella señorita le había dicho era totalmente cierto.

Sin SalidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora