"Hola, mi nombre es Casandra, tengo 23 años y me gradué hace una semana; se sintió gratificante finalmente poder cumplir sus expectativas, finalmente verlos sonreír debido a mí, disculpen si estoy fumando justo ahora, sólo quería hacerlo una última vez, mañana comienza algo totalmente nuevo para mí y quiero sentir por última vez el humo entrar y salir de mi; odiaba un montón cuando te veía fumar, odiaba el olor que quedaba, odiaba como me hacía toser, odiaba que no te importara verme toser. ¿Recuerdas la vez que estabas ebrio y pensaste que sería gracioso echarme el humo en la cara?, yo no paraba de toser pero tu seguía riendo e incluso me tomaste por un brazo para que no escapara, debí haberme dado cuenta en ese momento; supongo que lo atribuí todo a tu alcoholismo, ese día lloré hasta dormirme, pero al día siguiente nos llevaste de paseo y creía que esa era tu forma de pedirnos... de pedirme perdón, en verdad nunca lo hiciste; nunca lo hicieron; incluso, tu nuevo hobbie mientras estabas ebrio, era hacerme llorar,¿ recuerdas cuando me caí de las escaleras y tenía moretones por todo el cuerpo?, llegaste ebrio y comenzaste a picarme con el apuntador que utilizabas en tus exposiciones, y sólo lo hacías en mis heridas, te divertía verme quejarme y rogarte para que te detuvieras. De algún modo hacías que lo olvidara todo con regalos o paseos. Aun me pregunto... ¿Por qué yo? ¿Por qué no le hiciste lo mismo a mi hermano?, ¿Por qué siempre yo? ¿Te divertían mis gritos, mis ruegos, mi llanto? ¿Por qué descargabas todo tu odio sobre mí?, ¿Por qué era yo lo único malo en tu vida? ¿Por qué era mi puerta la única que veías cuando estabas ebrio?
Lo siento, siento haber traído malos recuerdos, pero diciéndolos en voz alta es la única forma de convencerme de que en realidad pasó y de recordar la mierda de persona que eras, que eres. Ahora ya no podrás borrar nada con regalos y una sonrisa.
¿Creías que tú eras mejor?, tu eres por mucho la peor; dicen que tú eres una persona confiable, amable, dulce, amistosa, relajada, y que da los mejores consejos; es gracioso que yo nunca haya visto ninguna de esas características tuyas; todo el mundo te veía como un ángel y no encontraban ninguna relación entre tú y yo; es decir, es imposible encontrar algo en común entre el paraíso y el infierno, pero estoy segura que ambas terminaremos en el mismo lugar. Estar cerca de ti fue lo más tóxico que experimente en la vida, nunca parabas de hablar, podrías hablar del mismo tema durante semanas, hablabas de tus problemas y yo debía escucharte porque decías que te lo debía, e incluso sin decirlo, bastaba con tu mirada; aún no puedo creer que sintiera pena por ti, recuerdo cuando tenía ocho y todo este infierno comenzó; él te engañaba y tu llorabas, no tenías amigos y yo era lo más cercano que tenías a una amiga, me mostrabas fotos de ella y me preguntabas, en realidad, me obligabas a decirte que tú eras mucho más linda que ella, a esa edad obviamente me parecías preciosa, y pensaba que no te merecías nada de eso, yo tampoco me merecía los gritos, las discusiones y estar siempre en medio.
¿Saben? A los 10 años un niño puede entender perfectamente cuando se reúnen para hablar de quien se quedara con quien, y era divertido, ahora es divertido, en ese entonces no entendía que estaba mal conmigo para que ninguno de ustedes haya querido llevarme con ustedes cuando finalmente se divorciaran, también fue divertido ver que se preocupaban más por su propio futuro que por el mío, tú decías que por tu trabajo no podrías cuidarme, y tú decías que yo ya era grande y que era mejor que te quedases con mi hermano que sólo tenía dos años. Argumentos bastante sólidos, los entiendo ahora, pero luego comenzaron a decir que yo era demasiado rara, que siempre me enfermaba y me la pasaba en los hospitales, que querían comenzar una nueva vida y no podían arrastrar sus errores del pasado...error... fue la primera vez que lo dijeron y no les importó que estuviera ahí, no les importó que toda la familia estuviera allí, mi abuela dijo que la madre es quien debe encargarse de los hijos, y que tú te harías cargo de todos nuestros estudios hasta que cumpliéramos 18. Gran discusión la de ese día ¿no? Me sentía como un juguete roto, uno que pidieron con mucho deseo, y que mientras peleaban lo rompieron y ahora nadie quería hacerse cargo de los restos.
