Capítulo 2.- Reconociendo el enemigo.

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Nota de autora: Queridos lectores, vengo a avisaros de que decidí cambiarle el nombre a Jade porque encontré uno mejor para este fic, a partir de ahora se llamará Amber (muy original), Siento haceros este cambio de última hora pero fue algo que se me ocurrió nada más pensar en este fic y luego se me borró de la mente, si alguien tiene algún inconveniente me manda un privado y lo hablamos ¿Si?
Y también disculparme por tardarme tanto en públicar pero James ocupa el 90% de mi tiempo libre.
Ahora ya me callo y les dejo leer :'v
***
James abrió sus ojos con esfuerzo, contrastando con la monótona decoración de la habitación pues entre los tonos rojos y negros que predominaban, ahora había dos intensos orbes azules que observaban todo aquello que alcazaban con incertidumbre, la cabeza le latía con ferocidad y el frío se apoderaba poco a poco de todo él.
James giró su cabeza con pesadez hacía el lado contrario de la cama dónde se encontraba para buscar la camiseta que vestía durante la noche anterior, o eso esperaba. Sin embargo lo que se encontró lo dejó aún peor que al principio.
La espalda desnuda de una mujer, sus curvas únicamente cubiertas por la manta que tapaba a ambos.
- No me jodas. - susurró en un suspiro mientras pasaba su mano por encima de todo su rostro.
De repente la joven desconocida se movió, provocando el roce involuntario de su suave y tersa piel y la áspera del hombre mayor, haciendo que James se percatara de algo: Ninguno de los dos llevaba ropa.
Únicamente vestía con los boxers negros que se puso a la mañana anterior, y al lado de una joven desconocida durmiente a la que, con su reciente movimiento, dejó sus pechos desnudos a la vista de James.
¿Qué demonios había hecho la noche anterior?
Intentando no hacer ruido excesivo para despertar a la mujer, James se quitó la manta que cubría ambos cuerpos y tapó completamente a la chica, se levantó de la extensa cama y fue paseando por la habitación en busca de su ropa sin ningún tipo de éxito.
Examinando detalladamente los muebles y moviendolos ligeramente para poder ver entre pequeños agujeros dónde su ropa podía haber caído en el desenfrenado ataque de pasión que toda aquella situación que estaba viviendo apuntaba a que había sucedido. Finalmente se arrodilló en el suelo para mirar debajo de la cama, sin ningún avance en su búsqueda.
Al levantar su vista del suelo se encontró con la verde mirada divertida de la chica que recién se había despertado, y su experiencia le decía que aquella situación no iba a terminar muy bien.
- Buenos días. - dijo la chica alegre antes de levantarse de un salto de la cama, vestida únicamente con la parte inferior de su ropa interior. Aún así no pareció importarle pues andaba sin ningún tipo de temor a que él pudiera ver su cuerpo en aquél grado de intimidad.
- Buenos días... supongo. - contestó él todavía sin entender muy bien aquella situación. Vencido por la desdicha soltó un suspiro mientras se sentaba de nuevo en la cama dónde despertó y pasaba su mano con nerviosismo por su pelo.
- ¿Estas mejor? - preguntó Amber ahora enfrente de él, la diferencia era que ahora se había puesto una camiseta negra de manga larga, dejando sus piernas totalmente desprotegidas.
- Eh... eso creo...
Al notar su tono inseguro y la falta de ánimo que presentaba frente a la noche anterior, la chica se arrodilló frente a él y apoyó sus manos en las rodillas desnudas de James para poder establecer el contacto visual que él evitaba con tanto empeño, James solo se quedó observando lo que ella hacia sin saber como responder.
- ¿Qué ocurre? - preguntó de nuevo, esta vez mirando fijamente a los ojos de James, él solo soltó un suspiro.
- Mira... no me acuerdo de nada de lo que pasó ayer y lo siento pero no tengo ninguna intención de tener algún tipo de relación contigo, estoy casado y... amo a mi familia pese a todo.
Amber se puso de pie, con la mirada aún fija en él, James solo esperaba el momento en que la chica procesara todo aquello y lo echara a patadas de aquella habitación.
- ¿No te acuerdas de nada?
James negó con la cabeza.
- ¿No te acuerdas de esto? - Amber se sentó encima de las piernas de James mirándole fijamente a los ojos y entrelazando sus manos detras de su cuello para conseguir equilibrio. Se movia provocativamente pero intentando ser sutil, lo suficiente para que James tuviera un par de cosquilleos de forma regular debido a la cercanía de ambos cuerpos y ambos apenas sin cubrir.
- Oye, de verdad no quiero...
Amber mordió el cuello de James con fuerza interrumpiendo lo que iba a decir, pero no lo suficientemente fuerte como para que le resultara doloroso, simplemente dejó de hablar para evitar soltar algún gemido indebido en aquella situación.
- ¿No te acuerdas? - preguntó de nuevo, acercó su torso aún más al de James, para que el pudiera notar sus pechos aún por encima de su camiseta.
James nego de nuevo con la cabeza y cerró los ojos evitando pensar en cosas que le estimularan más de lo que debia.
- ¿Sabes por qué no te acuerdas de mi? - su aliento chocaba contra el cuello de James, y ambos recibian el olor a alcohol que liberaban los dos al hablar.
James no contestó.
- No te acuerdas de mi porque... - se acercó más a su oído. - No hicimos nada.
Dicho esto la chica se levantó de encima de sus piernas y fue en busca de unos pantalones.
- ¿Cómo que no hicimos nada? - reaccionó James de repente levantándose de la cama para poder hablar cara a cara con Amber. - Estábamos los dos en esta cama y desnudos ¿Y aún tienes el valor de decirme que no hicimos nada?
- Simplemente evité que te diera un coma etílico pero querías seguir bebiendo ¿Qué debía hacer?
- ¡Hay más opciones que esa! - respondió con brusquedad, su ánimo se estaba calentando y un James enfadado no era agradable, y aún menos en aquella situación.
- No nos acostamos, no follamos, ni siquiera hubo roce, simplemente conseguí que te metieras en la puta cama para dormir quitandome la camiseta. Que tu amanecieras sin ropa es tu problema.
- ¿Cómo? - preguntó él sin acabar de entender la situación. Amber se acercó a él y de nuevo lo abrazó por detrás del cuello, mirando directamente a sus ojos.
- Tranquilo James, no eres de mi tipo. - le dio un beso en la mejilla y se alejó de él para encerrarse en el baño, dejando a James sin saber que hacer o pensar.
Definitivamente el alcohol no hacia más que perjudicarle a él y a los de su alrededor, no podía entender porque seguía sintiendo el impulso de beber después de todo el sufrimiento que aquella adicción le estaba aportado.
- ¿Cuál es tu nombre? - preguntó James a través de la puerta de madera que separaba ambas habitaciones.
- Tu mismo me dijiste que te ibas a acordar de él.
- No es justo, estaba borracho.
- Yo también. - Abrió la puerta del baño y se quedó recostada en el marco de la puerta. - Y aún así no me quería acostar con desconocidos y me acuerdo de tu nombre. - se acercó más a él. - James Allan Hetfield. - y con la punta de su dedo índice le toco la punta de la nariz.
James la miraba divertido, le sorprendía que se comportara con tanta libertad aunque se acabaran de conocer.
- Me gusta lo que veo pero deberías vestirte. - le lanzó su ropa y cómo él estaba distraído le golpeó en la cara y luego cayó al suelo. - También deberías hacer dieta o follar más, pero deberías adelgazar. - río.
- Eres muy graciosa. - recogió su ropa del suelo y la dejó encima de la cama aún deshecha mientras se empezaba a poner los pantalones. - Suelen decírmelo más de lo que crees.
- ¿Qué deberías follar más? - río
- Eso lo digo hasta yo. - río también. - Pero si que debería adelgazar.
- Lo que tienes es típica barriga de alcohólico buenote, te queda bien dependiendo de como lo mires.
- ¿Alcohólico buenote? - preguntó mientras se ataba los zapatos.
- Ya sabes, hombres que te tirarías por muy mayores que sean o muy casados que estén. - río, luego se puso enfrente de James como señal de que iban a irse de la habitación.
- Apenas hace un rato dijiste que no era tu tipo. - se levantó de la cama.
- No eres mi tipo pero, probablemente eres muy bueno en la cama y eso da curiosidad.
James alzó una ceja y se quedó mirando a la chica, sin acabar de creer el rumbo que estaba tomando la conversación.
- Además, eres muy mono.
- ¿Mono? Creo que se deja de ser mono a partir de los treinta. - río.
- Entonces eres el primer hombre de más de treinta años que es considerado mono, adorable y bastante buenote. ¡Mereces un premio, joder!
- Alto, alto, tengo malas experiencias con los regalos improvisados.
- Yo solo iba a invitarte a desayunar, eres un degenerado cuando estas ebrio pero también cuando estas sobrio. - río.
- También me lo suelen decir. - río también.
Ambos salieron de la habitación para ir al bar o algún sitio dónde te pudieran calentar debido al horrible frío que hacía en aquél jodido país, llegaron a la sala donde se había celebrado la fiesta donde ambos se habían "conocido", el sitio olía a alcohol pero también se podía identificar el olor a vómito y a sudor, había hombres por todos los rincones, inconscientes, durmiendo encima de otros, o vomitando a medida que iban durmiendo.
Algo realmente asqueroso.
- Ugh. - dijo Amber esquivando a todos aquellos hombres y charcos de fluidos extraños junto a James.
- Realmente debo agradecerte que evitaras que acabara de esta forma.
Amber detuvo su marcha y se giró para tener a Hetfield enfrente de ella, los dos enmedio de la multitud de hombres inconscientes.
- Debes. - Confirmó alzando una de sus finas cejas mientras sus manos subían hasta las caderas y las dejó apoyadas ahí.
- Esta bien, esta bien. - rió mientras levantaba sus manos a la altura de su cabeza como señal de rendición. - Muchas gracias por evitar que vomitara sangre mientras agonizaba en el suelo. - volvió a reír.
- De nada señor Hetfield. - decoró su rostro con una sonrisa inocente, mirando directamente a los ojos de James, luego se giró de nuevo para seguir por su camino pero él lo evitó tomando a la chica por la mano y girando su cuerpo de nuevo hacia él, esta vez más próximos ya que James tiró de su cuerpo para que se acercara más al suyo sin liberarla del agarre entre sus manos.
- Aún no me ha dicho como se llama señorita...
- Wood, Amber Wood. - sonrió alzando la mano que tenía agarrada con la de James y la miró con curiosidad.
- Encantado entonces señorita Wood. - sonrió y soltó su mano, esa vez él pasó por delante de Amber hasta que llegaron al bar.
- Las damas primero. - dijo James abriendo la puerta de la pequeña sala, el aroma a café y pastas dulces empezó a llegar a sus narices, Amber dirigió una sonrisa amable antes de entrar en la habitación, James entró detrás de ella.
- No sabía que las estrellas del rock fueran tan... educadas.
- Solo lo somos con quien queremos serlo. - sonrió mientras iban de camino a la barra para hacer su pedido.
- Te mereces una patada en la espinilla por eso, ¿Lo sabes verdad?
- ¿Por qué? - preguntó James desconcertado. Se sentaron en los taburetes de enfrente de la barra, el olor a café se intensificó, al igual que el ruido que hacía la poca gente de la sala.
- Eres un modelo a seguir por muchas personas, deberías ser amable con todo el mundo.
- ¿Con todas?
- ¿Te sorprende? - río
- ¿Con Mustaine también?
- ¿Cómo puedes ser tan infantil con la edad que tienes? - rió de nuevo.
- Prefiero pasarlo bien y no dejar que mi edad me ponga límites, aunque hay que saber como actuar en cada situación. - sonrió.
- Ya lo veo. - compartió la sonrisa de James. - No eres lo que parece.
- No, no lo soy.
- Bienvenidos señores, ¿Qué quieren para tomar? - interrumpió el camarero desde detrás de la barra.
- Yo quiero un café irlandés y la señorita un cortado. - dijo James.
- Oye, ¡Yo también quiero alcohol!
- Shht. - dijo él ignorando a la chica. - Ponga un par de desayunos americanos también.
- James, dejame escoger a mi lo que quiero. - dijo Amber molesta, él la miró de reojo y sonrío con malicia.
- ¿Eso es todo señores?
- Sí. - dijo James.
- No. - dijo Amber.
- Sí. - volvió a decir él.
- No. - negó la chica de nuevo.
- Eh... ¿Y bien? - preguntó el camarero.
- Eres idiota. - dijo Angie riéndose, James también rió.
- ¿Cuántos años tienes?
- ¿Tampoco te acuerdas de eso?
James negó con la cabeza y Amber suspiró.
- 25.
- Es una buena edad.
- Depende de como lo mires, puede ser un caos total si no te controlas un poco.
En aquél momento volvió el camarero con los cafés que James pidió para ambos.
- Que me vas a contar. - sonrió.
- Hm, es verdad. - río. - Se me olvidaba que estoy con el cantante de Alcoholica.
- Joder, de eso hace mucho tiempo.
- cogió su taza humeante y dio un largo trago.
- Aún así siempre vais a tener ese apodo.
- Eso es algo que no se puede evitar, en aquella época no pensamos en nuestro futuro. Nos gustó ese nombre y lo empezamos a usar, cuando nos dimos cuenta todos nos llamaban de esa forma.
- Me hubiera gustado hablar contigo en esa época. - sonrió.
- Nos hubiéramos acostado durante horas.
Al escuchar eso Amber se atragantó con su bebida y empezó a toser.
- ¡Idiota! - chilló mientras tosia y reía a la vez. - Casi me muero. - dijo aún riendo.
- No puedo tomarte en serio de esta forma, lo siento. - rió.
Amber le dio un golpe en el hombro mientras los dos seguían riendo, llamaban la atención de aquellos que al igual que ellos habían ido a desayunar; no todos los días encontrabas a una celebridad sin su familia y hablando con una mujer misteriosa.
- ¿De dónde eres?
- ¿Eso importa? - respondió divertida la joven.
- Para mi si. - dijo sonriendo y por lo tanto enseñando su blanca dentadura. Amber sonrió mientras miraba fijamente a James.
- Phoenix.
- Vaya, vaya, estamos más cerca de lo que esperaba.
- ¿Irás a por mi cuando vuelvas a San Francisco? - rió.
- No creo que a mi mujer le haga mucha gracia eso.
- Podría llegar a ser su amiga, sería interesante verte usualmente.
- Insisto en que si Francesca te ve preparará un asesinato. Es una mujer celosa.
- Pero... - sonrió. - No hay porque estar celosa de mi ¿O sí?
James tomó de su taza y luego se aclaró la garganta, en ese momento el camarero apareció con sigilo para dejar sus platos y después volvió a desaparecer.
- Yo no soy tu tipo pero tu si eres el mío, en los 90s hubiera perdido el culo por ti. - rió.
Amber sonrió para sus adentros y puso su mano encima de la de James, la cual estaba aguantando su taxa de café, al principio James la miró con curiosidad hasta que le arrebató la taza y la dirigió hasta sus labios para dar un trago, después de eso volvió a dejar la taza en frente de James.
- Rico. - dijo ella lamiendose los labios. James volvió a beber de la taza, esta vez en el mismo sitio donde bebió Amber.
- Rico. - contestó él con una sonrisa.
- ¿Qué haces aquí? - añadió la chica sin dejar de mirar a James. Él suspiró.
- La caza, aunque no he podido cazar demasiado.
- Claro. - rió. - Estas ocupado emborrachandote.
- Exacto. - rió también. - ¿Y tú qué haces tan lejos de Phoenix?
- Escapar de la monotonía, además me gusta el frío y los rusos tampoco están mal. En cuanto la caza no es algo que me llame mucho la atención.
- ¿Qué es lo que te llama la atención?
- Hmm... - dijo por li bajo. - Me llama la atención usted señor Hetfield. - sonrió, James también lo hizo.
- ¿Quieres que te enseñe a cazar? - preguntó él con algo de interés en su respuesta.
- ¿Qué saco de matar a pobres e indefensos animales?
- Pasar tiempo conmigo. - sonrió. Amber negó con la cabeza antes de terminar su café de un trago, después de eso se levantó oarw quedar delante de James.
- Un placer conocerle señor Hetfield pero tengo cosas que hacer. - sonrió. - Espero verle algún día en San Francisco. - Y deposito un suave beso en la mejilla del hombre mayor, después con la intención de irse giró su cuerpo en dirección de la puerta de salida y empezó a andar, dejando a James confundido por el reciente rechazo que aquella chica le acababa de dar.
- Espera. - dijo James con voz seria y algo alzada, Amber se detuvo y se giró de nuevo para poder mirar a James.
- Dame tu número de teléfono como mínimo.
Amber sonrió y se acercó de nuevo a él, con su mano acarició la mejilla del hombre rubio.
- Nos encontraremos de nuevo si debemos hacerlo ¿No crees?
James puso su mano encima de la de la joven.
- Prefiero controlar mi vida en vez de permitir que el azar lo haga.
- Paciencia. - dijo antes de volver a alejarse de él, esa vez de forma definitiva.
- No tengo de eso... - susurró con una sonrisa. - Siempre consigo lo que quiero. - dijo al vacío antes de acabar su café, dejó un par de billetes encima de la barra y se fue de la cafetería en busca de su apreciado rifle para hacer aquello por lo que vino: matar.



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⏰ Última actualización: Sep 28, 2015 ⏰

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