Jake era de las pocas personas a las que invitaba a mi departamento, el entraba y se sentaba en el sofá mientras yo me cambiaba o preparaba algo de comer para los dos. Obviamente veía las fotos de Amy y no decía nada, simplemente las miraba y aparecía una sonrisa forzada en su rostro.
Una noche me vi obligada a decirle la verdad, mientras tomábamos una taza de café, el no habló de ella pero yo tenía la necesidad de hablar de ella. Decirle quién era, sabía que en un lugar muy profundo de su corazón, existía un poco de curiosidad por saber de esa chica de cabello rosado de la que nunca hablaba.
-Jake- recuerdo haberle dicho mientras ponía mi taza en la mesa -quiero hablarte de Amy.
Recuerdo que Jake miró su taza, como si estuviera analizando lo que acaba de decir, como si una parte de él sintiera alivio porque yo había sido la que empezó la plática y el no.
-¿Quién es Amy?- el tiene la precaución de hacer como si no supiera de que hablamos mientras yo sonrío y evito que se me lloren los ojos un poco.
¿Cómo empezar a explicarle sin tener que llorar? ¿Mi hermana muerta? ¿Mi hermana que murió por una tontería?
-Amy es mi hermana- le dije viendo su foto en la pantalla de mi teléfono -murió hace unos años.
Así de sencillo, así de fácil, parecía no dolerme pero en realidad me mataba, me quemaba la garganta y las manos me temblaban como maracas en pleno movimiento. Me hice puño las manos mientras trataba de ignorar el calor de mi garganta, los gritos que quería salir mientras aventaba todo, como había sucedido tantas veces en mis noches de soledad y nostalgia.
-Lo siento- siento sus manos sobre las mías mientras levanto la vista y lo veo tan asustado como yo.
-La mataron- las lágrimas se me salieron de una forma tan natural, tan natural como la risa de un niño cuando ve algo divertido. No batallaba en llorar, era como si automáticamente las lágrimas salieran cuando menciono la palabra "mataron". -La mataron a ella y a su novio.
-¿Quién?- preguntó sentándose a mi lado y me recargo en su hombro mientras sus brazos me abrazan como si fuera un bebé -¿por qué?
-Una niña que se creía intocable, les dio un tiro, uno a cada uno- me sujeté de su brazo.
Jake ya no dijo nada, supuse que prefería que yo llorara a gusto mientras el solamente sujetaba mi poca cordura.
-Tenía 18- me recordé a mi misma -nos sentíamos tan poderosos, tan imparables.
-Muchas veces creemos que no hay límites- Jake me susurra -y parece ser así, hasta que chocamos con el cielo y caemos de nuevo a la tierra. Muchas veces, nos falta algo o alguien.
Nunca había escuchado tanta verdad, tan directa y que me destrozara cada pedazo de mi.
Al día siguiente, mientras yo estaba haciendo mi tarea, alguien hablaba en mi puerta, por lo que salí de mi caverna para atender. Era Jake.
-Petite- Jake había agarrado la costumbre de decirme petite por mi complexión, decía que yo era petite et mignon. Pero como no sé francés, simplemente sonreía y le daba un abrazo, como si en realidad estuviera deleitada con esa frase extranjera.
-Jake- le dejé pasar y el se sentó en el sofá
-Debes de ver esto- saca la libreta de su mochila.
La libreta, esa libreta que tanto esconde y que cuando la abres es ver un nuevo mundo. Esa libreta llena de ideas que muchas veces a mi me toca llevar a cabo.
-¿Qué hay de nuevo?- me senté en el suelo viéndolo -¿qué se te ocurrió?
-Una serie de fotos- sonríe -oh Dios Agnetha- se ríe
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Agnetha
RomanceCuando Agnetha y Frank se topan en Australia muchos acontecimientos pasan. Mientras Frank se libera poco a poco del trauma y dolor que le causan Jamie y Amy, Agnetha se aferra a ese dolor. La segunda parte de El Globo.