Imagínalo, ahí recostado en el sofá junto a ti, mientras el ve la televisión tu inspeccionas su cara delicadamente:
Sus ojos de un color miel verdoso, capaz de hipnotizar a cualquiera con esa mirada.
Sus hoyuelos, que se formaban cada vez que sonreía; eso lo hacía ver bastantemente adorable.
Sus labios que resguardaban esa hermosa risa, nunca te cansarías de escucharla.
El voltea a verte y te sonríe... Entonces despiertas, había sido un sueño y lo sabías porque él había muerto anoche.