El Valor de la Muerte.

Capitulo 1: Mi forma de ser.

Nunca fui bueno relacionándome con los demás.

Mi padre solía decir que era porque no les daba una oportunidad, pero a mi parecer ellos nunca me la daban a mi. Suelo ser muy perceptivo e inteligente, analizo las situaciones como si las hubiera vivido una y otra vez, a pesar de que era pequeño, podía ver las cosas desde otro punto.

Mi nombre es Louis Clare. Mi madre escogió ese nombre en base a un escritor, su pasión siempre había sido la lectura, una de las muchas cosas que me inculcó. No digo que haya sido algo malo -adoro leer- pero, no muchos niños de mi edad podían apreciar la lectura, es raro que algún niño se desviva leyendo novelas de Charles Dickens (ni siquiera podían entenderlas) cuando en su lugar podían jugar a cualquier deporte o videojuego.

Y que se hace con aquel niño al que no se le entiende? Es discriminado y tomado como burla.
No soy el primero que ha sido maltratado por otros niños, es común.

Me agradaba mucho leer y por ello termine interesandome en muchos tipos distintos de libros, absorbía las historias y las comprendía rápidamente. Si no sabia algo, buscaba que era, si no lo entendía, buscaba en otro sitio. Eso me ayudó en la escuela cuando debía aprender cualquier cosa, pero los demás solo lo usaron para ponerme la placa de "raro" aun mas permanentemente que antes. Había otros niños a quienes les costaba encontrar amigos por razones similares. Algunos eran tímidos, otros eran objetivo de burlas por tener la nariz grande u otra razón absurda por la cual cualquier niño se reiría. Pero al fin y al cabo uno siempre termina encontrando algún otro marginado con quien compartir sus penas. El problema es que, nunca hubo alguien con quien compartir mis penas esos años, no hubo alguien a quien pudiera llamar amigo.

Al menos hasta que mi madre decidió cambiarme de escuela.

Fuera de los problemas que tenía en la escuela, mi casa era mi mejor refugio, mis padres me amaban y siempre estaban lo más atentos que podían a mis problemas. Aunque sus trabajos les exigieran mas de la cuenta. Yo no tenía problema, muchos niños se quejan de que sus padres no están en casa, o de que no les prestan debida atención. Pero yo comprendía que mis padres no se ganaban la vida abrazandome cada minuto que pudieran mientras pasábamos tiempo de calidad en casa.

A pesar de eso, mis padres podían notar que nunca llevaba a algún amigo a la casa, ni tampoco yo solía salir a jugar con alguien más.
Así que la elección que tomaron fue lógica, si no me era fácil relacionarme en una escuela, en otra todo sería mas sencillo, iniciando desde cero.

Y allí fue donde las cosas cambiaron, para bien, o para mal.