El sonido de metralla me abstrae de mi lucha diaria, no la caza, la lucha contra mi mismo, el agujero negro de mi cerebro, conduciendome a la locura
El desgraciado viene gritando, machete en mano, zarandeandolo en todas direcciones y gritando como un perro rabioso. Solo tengo que inclinarme un poco hacia atrás para evitar su torpe ataque, veo que lo sabe, lo leo en sus muertos ojos
Sabe que ese ha sido su último movimiento, pero aún así trata de levantar el arma de dos filos para defenderse...es en balde.Ya le he cortado la mano que lo sujetaba, emite un grito gutural y decido apiadarme, le rebano el cuello con su propio machete y miro a los demás: intentan ocultarlo pero estan aterrorizados, ocultos tras gemidos y gritos de falsa confianza, pero no escaparán
El lider de su campamento les arrancaría la piel a tiras y los crucificaría si volviesen sin la cabeza del vagapáramos que ha destripado a uno de sus mejores hombres y destruido su convoy.
Solo necesito dos segundos para calcular la manera mas limpia de masacrarlos a todos, excepto a uno, ese servirá para mandar un mensaje.
Sin demorarlo más, meto la mano en el bolsillo y saco una hoja poco más fina que una hoja de papel, y de unos 12 cm de longitud.
Se confían, creyendo que las armas de fuego les darán la ventaja...craso error.El primero viene a por mi y trata de partirme en dos con su hacha, un arma demasiado pesada.
Su único golpe acaba en la arena del suelo mientras la cuchilla atraviesa la garganta
Es una hoja corta pero solo se necesitan 7 cm para atravesar la arteria
Un corte tan limpio, tan ausente de sangre que parece propio de un cirujano, pero no he fallado, la sangre queda dentro y se asfixia con ella en muy pocos minutos.
Los demas sacan los rifles, de cerrojo, a bala de a uno, me muevo rápido y quedo tras los restos de uno de los coches que acabo de quemar.Me asomo un poco por encima del pedazo de chatarra del capó y oigo los tres disparos, los tres fallan e impactan las balas en la carrocería
Inevitablemente, sonrío, ya son míos, salgo empuñando los cuchillos de caza...y huelo el terror en ellos, saben que los destrozaré y que no tendrán tiempo de recargar así que uno de ellos hace lo que debe,muerde la capsula de cianuro ubicada en su muela trasera izquierda.
Los demás no son tan listos, uno de ellos trata de recargar pero llego antes y con un simple movimiento lo noqueo, queda tendio en el suelo, con la nariz rota y llena de sangre.
-Ya solo quedas tú
Veo como se deshace de esos improvisados rifles hechos de plástico y restos de tuberías, y se dirige de frente hacia mí, cree que si muere en combate irá al valhalla, el paraíso de los guerreros...puto imbecil.
Ni siquiera me muevo, solo estiro un poco el brazo y antes de que pueda frenar , los cuchillos le atraviesan la caja toracica, reventandola y mandandolo a su ansiado paraíso en la tierra.Me dirijo al de la nariz rota, que a duras penas trata de incorporarse, cuando me mira enmudece.
Le meto la mano enfundada en la boca y le quito el cianuro, necesiti respuestas.
-Espero que hallas descansado, te espera una noche muy larga amiguitoTan solo necesito unos minutos, unos dientes rotos y un par de uñas arrancadas para obtener lo que quería.
Recojo las armas de los muertos, me subo en uno de sus blindados y me largo.He arrancado un par de dedos en esta zona, ahora iré a por su cabeza.
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El último antihéroe
Science FictionTras la caída del mundo, un hombre que no recuerda quien fue, recorre los páramos deserticos en busca de algo que de sentido a su olvidada existencia, rodeada de monstruos de 4 ruedas y toneladas de arena