Era una mañana muy fría en Londres, el cielo estaba nublado como casi siempre, el manicomio "Crozes" era uno de los mas famosos y populares en el mundo, los doctores y enfermeros encargados decían mucho, mas de 500 personas han salido como si nunca hubiesen tenido ninguna enfermedad de ese lugar, claro, más que todo por las drogas que les daban, aunque los años que duraban dentro parecían una eternidad.
Rose, de 37 años, era una de las enfermeras experimentadas en ese gran lugar, ha conocido a mas de 1000 pacientes sin duda, ha estado allí desde que acababa de cumplir sus 29 años, a veces era la envidia de algunos médicos y enfermeras, ya que por ser tan dulce y atenta era una de las mas queridas y esperaba seguir siéndolo.
Un día en el almuerzo todo marchaba a la perfección, todas las chicas se encontraban entrando al comedor, Simon otro de los enfermeros se acerco a Rose
- Rose, ____ no quiere bajar a comer, le dije de todo pero no cede -hablo el con preocupación, la mujer bajo su mirada pensando en que hacer
- Bien, iré yo -se alejó de el para poder subir por el ascensor especialmente para empleados
La caja metálica se detuvo en el piso 3, miro los pasillos, no había absolutamente nadie en ellos, camino hacia la habitación 301 y se detuvo antes de abrir con la llave maestra.
Al abrirla completamente pudo notar el cuarto totalmente blanco de aquella chica, una cama matrimonial para solo una persona, un mueble donde había un espejo, unas pequeñas mesitas a cada lado de la cama, unas cortinas igualmente blancas cubrían la ventana, todo era blanco y deprimente, no dejaban que tuviera nada; solo se podía ver a ella sentada en la cama, con un jean y una sudadera negra.
- ¿___? Linda, ¿por que no bajas a comer? -la chica como era de esperarse no contestó, llevaba casi todo su tiempo de estadía callada, sin emitir palabra alguna- ¿no tienes hambre? -la chica negó con su cabeza lentamente- debes comer, ¿segura que no quieres? -ella asintió sin siquiera mirarla, Rose suspiro, era un caso perdido, cuando intento levantarse, ___ la tomó de la mano- dime, ¿que quieres? -preguntó con dulzura, la chica estiró la mano que tenía cerrada en un puño para abrirla y mostrar un papel arrugado, al parecer de una revista, estiró su mano hacia la mujer de 37 años quien tomó cuidadosamente el papel y lo desarrugó para poder mirar la foto arrancada de una revista, eran 5 chicos, una banda, la conocía, Rose frunció el ceño confundida.
Ella llevaba mas de 4 años en ese manicomio y nunca había dicho o hecho algo que no fuera ordenado, y ¿cuando lo hace es para enseñarle una banda famosa? ¿Qué diablos chica?
- ¿Te gusta One Direction? -habló la mujer recordando el nombre de aquella banda, la pequeña chica asintió- ¿has escuchado su música? -ella negó sin despegar la vista del suelo, la mujer miró la blanca habitación y frunció aun mas su ceño, todo era simplemente deprimente- ¿no te gustaría hacerle un cambio a esta habitación? -la chica la miró por debajo de su cabello y asintió, Rose rió- bien, entonces mientras las chicas comen, traeré muchas cosas ¿si? -volvió a asentir, la mujer salió y fue al cuarto donde tenían toda clase de pinturas, pinceles, artefactos, discos, luces, revistas, y muchas cosas mas, haría lo que fuera para poder caerle bien a esa chica, aunque eso desafiara las normas del manicomio, como lo era llevar cosas a la habitación que originalmente no estuvieron.
Todo ese día Rose estuvo con ___ decorando su habitación, compartió muchas cosas con ella aunque nunca pudo sacarle ninguna palabra a la chica, por mas que quisiera nunca pudo escucharla emitir sonido alguno.
La habitación quedo tal cual y como ___ la quería, un poco creativa pero no demasiado, la pintaron de un color celeste oscuro, con algunos detalles blancos, Rose no llevó mucho más que unas pequeñas luces navideñas las cuales colgaron encima de la cama, ___ podría causar un accidente con una hoja de papel si lo quisiera, por lo que no llevó más nada, solo por precaución.
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Madhouse | Niall Horan
Fanfiction¿Qué no hemos escuchado de los manicomios? Locos que no saben ni quiénes son por todas partes, camisas de fuerza, personas desde los cinco años hasta los ochenta encerrados en un edificio por alguna enfermedad mental. ¿Qué pasaría si a una de las i...