MECANOSCRITO DEL SEGUNDO ORIGEN

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MECANOSCRITO DEL SEGUNDO ORIGEN

Manuel de Pedrolo

Título original: Mecanoscrit del segon origen

Traducción: Domingo Santos

Asesor de la colección: Domingo Santos

Dirección editorial: Virgilio Ortega

© Manuel de Pedrolo y Ediciones 62

© Por la edición en lengua castellana: Editorial Argos Vergara, S. A.

© Por la presente edición, Ediciones Orbis, S. A.

Apartado de Correos 35432, Barcelona

© Por la ilustración de la cubierta: T. C. Gilsanz

ISBN 84-7634-437-6

D. L.: B. 770-1986

Impreso y encuadernado por

Printer, industria gráfica, s. a.

Provenza, 388 - 08025 Barcelona

San Viçens dels Horts, 1986

Printed in Spain

Versión revisada por LiberBibliOteca

Junio, 2008

Cuaderno de la destrucción y de la salvación

TT/1

(1) Alba, una muchacha de catorce años, virgen y morena, regresaba del huerto de su casa con un cestillo de higos negros, de cuello largo, cuando se detuvo para reprender a dos chicos que pegaban a otro y le hacían caer en la alberca de la esclusa, y les dijo:

-¿Qué os ha hecho?

Y ellos le contestaron:

-No lo queremos con nosotros, porque es negro.

-¿Y si se ahoga?

Y ellos se alzaron de hombros, ya que eran dos muchachos formados en un ambiente cruel, con prejuicios.

(2) Y entonces, cuando Alba dejaba el cestillo para lanzarse al agua sin ni siquiera quitarse la ropa, puesto que tan sólo llevaba unos shorts y una blusa sobre la piel, el cielo y la tierra empezaron a vibrar con una especie de trepidación sorda que se iba acentuando, y uno de los chicos, que había alzado la cabeza, dijo:

-¡Mirad!

Los tres pudieron ver una gran formación de aparatos que se desplegaban lentamente desde la lejanía, y eran tantos que cubrían el horizonte. El otro chico dijo:

-¡Son platillos volantes, tú!

(3) Y Alba miró aún un momento hacia los extraños objetos ovalados y planos que avanzaban con rapidez hacia el pueblo mientras el temblor de la tierra y del aire aumentaba y el ruido crecía, pero pensó de nuevo en el hijo de su vecina Margarida, Dídac, que había desaparecido en las profundidades de la esclusa, y se lanzó de cabeza al agua, dejando atrás a los chicos, que se habían olvidado totalmente de su acción y ahora decían:

-¡Mira como brillan! ¡Parecen de fuego!

(4) Y dentro del agua, cuando ya nadaba hacia las profundidades, Alba se sintió como arrastrada por la potencia de un movimiento interior que quería llevársela de nuevo hacia la superficie; pero luchó enérgicamente y con todo su brío contra las olas y los remolinos, que alteraban la calma habitual de la alberca, y braceó con esfuerzo para acercarse al lugar donde había visto desaparecer a Dídac.

Otra conmoción del agua, más intensa, la apartó de la ribera sin vencerla, puesto que ella le opuso toda su voluntad y los recursos de su destreza y, por debajo del vórtice que estaba a punto de dominarla, se sumergió aún más y nadó hacia las lianas que aprisionaban al chico.

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⏰ Última actualización: Aug 04, 2009 ⏰

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