Hora de comer.

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Yukimura era, a estas alturas, un cocinero experto; picaba, freía y batía lo que hiciese falta y, si iba justo de tiempo, todo a la vez. Por supuesto, cuando era más joven, no pensó que fuese realmente necesario ser el mejor cocinero del mundo, tener cinco manos cuando era el momento de cocinar, pero había descubierto que Fubuki, su muy querido Fubuki a quien casi veneraba como a un Dios y a quien siempre había considerado perfecto, era un tanto...torpe en la cocina, por no decir que era incapaz incluso de pelar fruta (y lo había intentado, pero en cuanto dejaba de ser un plátano era imposible).


Por eso, en cuanto comenzaron a vivir juntos, Yukimura tomó el control absoluto de la cocina. No importaba lo que insistiese ni las caras de cachorrito que pusiese, el mayor tenía terminantemente prohibida la entrada en la cocina. Además,había terminado por divertirse, era su forma de pasar el tiempo y de aliviar tensiones, así que no había ningún problema. Pero, había veces en las que tenían problemas, en los que el menor no podía cocinar y tenía que dejar que Fubuki entrase y se preparase algo de comer.


A veces tenía suerte, llegaba a casa y se lo encontraba todo como lo había dejado, ni siquiera sobras quedaban para que probase que había intentado hacer su pareja.


Otras veces, llegaba demasiado pronto o Fubuki hacía la comida demasiado tarde y no tenía escapatoria.Podía estar entrando en casa y ser atacado por el aroma, una mezcla de distintos olores de los diferentes ingredientes utilizados,generalmente deberían ir bien juntos, sabores armónicos, Fubuki no experimentaba muy a menudo con sus papilas gustativas, de hecho, su elección de ingredientes no era mala, era un misterio como lograba estropear cosas sencillas y habiendo hecho la elección correcta.


En esas ocasiones, asomaba la cabeza ala cocina, encontrándose al albino removiendo una cacerola con una sonrisa de oreja a oreja, llevándose el cucharón a la boca para probar un poco antes de asentir. En ocasiones dudaba, quizás sí había podido hacer algo decente, pero entonces se acercaba a saludar(y a recibir su beso de bienvenida diario, ¡Lo había estado esperando todo el día y se negaba a esperar un minuto más!) y ese aroma, más fuerte que antes, se sumaba a un ruido...viscoso. No quería saber lo que había en esa cacerola, sabía que no era una buena idea.


-¿Puedes probar esto?


Y le preguntaba, con esa cara de ángel y la voz cargada de ilusión, seguro de haber hecho un buen trabajo esta vez, casi como si supiera que era imposible para Yukimura decirle que no cuando le miraba de esa forma. Haciendo acopio de todo su valor, tomaba la cuchara de sus manos y cerraba los ojos,intentando no saborear a la vez que tragaba sonoramente el contenido.


-¡Está buenísimo!


Yukimura solo sonreía, mintiendo sobre el sabor (si es que había llegado a saborear algo, a veces tenía la suerte de ni siquiera notarlo pues había sido lo bastante rápido al tragar) antes de comenzar a poner la mesa, preparándose mentalmente para la tortura que tendría que pasar en apenas unos minutos.


Hora de comer. [Fubuki x Yukimura]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora