El verano se hacía notar con fuerza durante las tardes en el pequeño pueblo limítrofe. El incesante concierto de percusiones de las cigarras machos atrayendo a las impávidas hembras le molestaba, siempre lo había hecho; le hacía sentirse como algo antinatural.
Macho y hembra, hombre y mujer, una inquebrantable norma biológica, o así es como el mundo se la presentaba.
Él era diferente, lo había sido desde su nacimiento; a su madre le tomó seis años notarlo, mientras él necesitó doce primaveras para aceptarlo, y dos más para reunir el valor necesario y confesarle la evidente "anomalía" que padecía a su progenitora, y única familia.
Su madre, lejos de lo esperado, jamás le rechazó o intentó amoldarle a las normas de la sociedad; sólo cariño y maternal comprensión recibió de su parte.
Durante su pubertad, Takanori acudió a varias citas con un psicólogo, a petición de su madre; ella creía que solo un especialista de la mente humana podría blindarle la guía y consejo que ella, víctima de su ignorancia, no podría.
Takanori Matsumoto, fue formado para sentir orgullo de sí mismo, para no temer al "yo" que vivía en su interior, aquel que, por dos largos años, escondió del mundo por vergüenza y autocompasión. Para que, a pesar de su baja estatura y complexión delicada, no se dejase amedrentar por el hecho de ser diferente al ínfimo grupo de personas que conformaban su mundo.
La señora Matsumoto estaba tranquila, pues su niño había aprendido a amarse, y a todas sus "anomalías", como el joven pelirrubio solía llamarles. Lamentablemente, como muchos otros padres, la mujer no supo dimensionar la crueldad de la juventud inmadura.
El cielo poco a poco se coloreaba en tenues tonalidades rojas, el sol se extinguía tras un horizonte dibujado delicadamente en púrpura; como la más hermosa y tradicional de las postales. Un nuevo día daba final, y la cuenta de regreso a su calvario de hacía más corta. Un suspiro trémulo escapó de sus labios, mas fue interrumpido por el dulce tintinear de un cascabel y un maullido.
- Pierre, no te vi en todo el día -Dijo, al tiempo que el felino se acomodada en su regazo- ¿Dónde estuviste, amiguito? -Añadió como si éste fuese a responderle.
Un maullido cargado de pereza resonó en la vacía terraza, siendo secundado por una risa del pelirrubio joven. Tan solo uno minutos después, amo y mascota entraron a casa; el turno de su madre casi acababa, y debía preparar la cena ante de que ésta llegase a casa.
Mudarse nunca es agradable para aún adolescente; el tener que dejar amistades de infancia, recuerdos, logros y vivencias le parecía una herida incurable, un suceso que sin duda alguna dejaría una perpetua cicatriz en su joven corazón.
La ira contra sus padres no se hizo esperar cuando el motivo de tan repentina mudanza llegó a su conocimiento, pues, para un muchacho sin ideas acerca de los costes de la vida, un ascenso y posterior traslado laboral era algo sin valor o mérito alguno. Aunque, cuatro horas de viaje en el vehículo familiar después, la opinión de Akira había cambiado rotundamente.
Su nuevo hogar era la casa que siempre habían deseado tener; el pueblo, a pesar de verse solitario y alejado de la sociedad, era pintoresco, con un hermoso toque tradicional que maravilló a toda la familia Suzuki; la vegetación y pequeñas construcciones de madera armonizaban de una manera tan sublime, que cualquier gran ciudad les envidiaría. Pasar los próximos tres años en aquella localidad ya no parecía el fin del mundo para Akira Suzuki, más bien, lo consideró como aquellas vacaciones familiares que sus padres le prometieron durante su infancia, y nunca se realizaron.
La noticia de nuevos habitantes no tardó en extenderse por las quince villas que formaban el diminuto poblado; dándole una inmediata popularidad al apellido Suzuki.

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"Regrette" [The GazettE/Yaoi/Reituki]
Fanfiction-Non je no regrette . -¿Eso qué significa? -"No, no me arrepiento". REITUKI. (Mi primer fic de esta pareja)