- Takao...de-detente...-
- No, no puedo hacerlo Shin-chan, ya estamos en este punto...-
- Te vas a arrepentir de esto... -
Nadie anticipó lo que ocurriría, Midorima jamás imaginó en lo que terminaría un tonto juego de mesa, definitivamente no debió apostar con Takao. "Si gano harás lo que yo diga, Shin-chan, y lo mismo si yo pierdo, haré lo que pidas", pero no había forma de imaginar que Takao ganaría esta vez y que para peor se aprovecharía de ello.
- Shin-chan tiene un lindo color aquí – Takao parecía otra persona, sus ojos y su mirada tenia un intensidad maliciosa que Midorima observaba por primera vez, no el mismo chico que reia y hacia bromas todo el tiempo.
Y sosteniendo la mirada con el peliverde, el halcón sacó su lengua para deslizarla a lo largo de la extensión palpitante que tenia en frente, se detuvo en la parte superior, frente al frenillo, abrió un poco sus labios, los humecio un poco y rodeo el glande de forma gentil, delicada.
El peliverde se estremeció, un escalofrió recorrió su espalda cuando sintió algo suave y cálido estimular la punta de su miembro, tironeo con fuerza, sus manos estaban atadas a los barrotes de la cama impidiéndole moverse o realizar alguna acción, estaba completamente expuesto, sus pantalones había sido retirados para que no estorbaran y su camisa estaba suelta, y lo mas increíble, Takao estaba entre sus piernas devorando su hombría con devoción, incluso se notaba que ponía esfuerzo en no lastimarlo. El problema pronto no fue solo tener a Takao atacándolo, su cuerpo lo estaba traicionando y cayendo ante los estímulos que recibía por parte del contrario
No le bastó con lamerlo, no era suficiente con tenerlo al borde de la desesperación, el muy atrevido abrió su boca y lo engulló de lleno, con algo de dificultar, logró deslizarlo en su totalidad dentro de sus fauces. Midorima dejó salir un gemido, uno ronco que solo logró ser oido por el pelingro, y aquello solo logró pervertirlo aun más.
- Bakao... mis manos...- Midorima intentó safarse una vez más en un intento inútil, Takao lo había atado correctamente
- No, si te suelto vas a escapar. Y no quiero eso... - Esta vez habló casi como un reproche, de forma autoritaria, sin intención de ser flexible.
Midorima tenía una expresión entre rabia y frustración, no podía negarse a sus instintos, el placer que el pelinegro le entregaba con su boca era demasiado bueno como para que la cordura se mantuviera intacta y es que no iba a negarlo, Takao le producía cosas y en parte eso impedía que se resistiera. Aunque estaba insatisfecho, aquello no era suficiente para satisfacer esa hambre que estaba creciendo, ese fuego que comenzaba consumirlo.
- Eres un insolente, haciendo las cosas a tu manera, pensando solo en ti, estúpido Bakao...-
Takao abrió los ojos ante una repentina estocada que perforó hasta el fondo de su garganta, como no estaba preparado no pudo evitar toser un poco, aunque no tuvo demasiado tiempo para reaccionar, notó como otra estocada de su Shin-chan empujaba hacia su boca, las caderas de Midorima iban de arriba a abajo buscando su propio ritmo. No se quejó, después de todo era parte de lo que quería, por tanto se mantuvo firme y lo ayudó, mantuvo el ritmo que le impuso y lo soportó abriendo su boca y garganta lo mas posible para recibirlo con gusto, el mismo también se sentía excitado, muy duro, y ya casi no lo soportaba, su parte baja palpitaba tanto su falo como aquella zona donde no llega la luz.
- Shin-chan ya no lo aguanto, voy a montarme...-
- Idiota espera...ng-
Takao apartó su y se alzó lo suficiente para poder pasar una pierna a cada lado de las cadera de su compañero, tomó un poco de loción que tenía en el cajón del velador junto a la cama y la rocío en su mano, la cual llevó hasta atrás buscando humedecer su entrada, masajeo un poco logrando que el rubor se sus mejillas se acentuara y en seguida colocó un poco a lo largo de la extensión de Midorima... Iba a hacerlo, ya estaba listo.
- Takao....-
- Shin~chan...-
El pelinegro cerró los ojos y se colocó en posición, el glande del peliverde estaba presionando su entrada, entonces lentamente dejó caer su peso sintiendo como sus carnes se abrían para recibir la virilidad del contrario. Midorima contuvo sin querer la respiración, su abdomen se tensó ante a aquella sensación dando un gemido ahogado al sentir como su falo era envuelto y devorado hasta el tope.
- Al fin soy uno solo contigo, Shin-chan-
- Takao...espera ngh ~ -
- No puedo, si espero me volveré loco-
Sus caderas comenzaron a moverse, despacio al principio pues la postura era algo dificultosa, incluso dolía un poco, aun así no se detendría, no habría otra oportunidad como esa. Comenzó a cabalgar y a tomar un ritmo prolijo sin detenerse y dejando que sus gemidos poco a poco fueran llenando la habitación, su voz se oia un poco aguda que de costumbre, demasiado sucio y pervertido.
Ya no había escapatoria, Midorima lo sabía y Takao estaba acabando con su paciencia y con su cordura, su interior se sentía increíble, apretado y caliente, era inevitable, quería embestirlo
- Bakao suéltame...-
- NO! No habrá otra ocasión para estar así contigo, si te suelto vas a golpearme, después de esto no queras volver a ver masi que al menos lo llevara hasta el final sin arrepentirme!
- ¡¡Idiota!! ¿Si no me sueltas como diablos esperas que te bese y te abrace? ¡¡Suéltame y te prometo que no podrás caminar en una semana!!
No parecía propio del tsundere ese expresarse de esa forma tan clara, pero no metía, Shin-chan jamás mentía, aun así con algo de temor extendió sus manos para soltar el nudo de la cuerda que lo ataba, el peliverde apenas se vio en libertad de acción tomó a su halcón de la nuca y lo volteo contra cama quedando ahora sobre él. No dijo nada, solo se limitó a darle un profundo beso en los labios mientras sus caderas se azotaban en su contra, Takao se aferró a su espalda y ante el dolor y el placer lo arañó, aquello debió doler y como castigo un nuevo ritmo fue marcado haciéndolo gemir con más fuerza.
- Te amo Shin-chan... te amó ah~ -
A duras penas si pudo formular esas palabras, su cabeza daba vueltas y se sentía algo mareado, pero ya nada importaba, Midorima estaba junto a él y junto se perderían entre las sabanas hasta no poder mas.
- Y yo idiota, también te amo-