Prólogo

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—Solo puedo darte treinta minutos para salir de aquí antes de que tenga que reportarle a mis supervisores que te has ido. La ropa que te traje está en el armario de allí —dice, señalando un gran armario en la pared.

Me recuerda a un casillero de la secundaria, largo y estrecho. A los diecisiete años, me he familiarizado mucho con esos casilleros, habiéndolos usado durante mis años en la escuela y eran años geniales y felices, justo hasta el final. Es difícil creer que hace unos meses me graduaba de la secundaria, Señorita Popularidad, la mejor de la clase, mi elección de universidad. Para todos los que miraban desde afuera, parecía que tenía todo un futuro por delante. La vida perfecta, notas excelentes, una familia asombrosa, el mundo era mi ostra. Lo que no sabían era que mi futuro ya había sido decidido, trazado y planeado para mí. Nada en lo que pudiera opinar, nada con lo que estuviera cómoda.

Regreso mi atención hacia la mujer alta y desgarbada delante de mí. Es demasiado delgada, pero casi puedo ver su atractivo; debió haber sido hermosa hace tiempo. Su cabello rubio es grueso, muy claro y frágil, y sus lentes son demasiado grandes para su cara, pero no me interesa nada de eso. Para mí, ahora es un ángel. Un verdadero ángel enviado para ayudarme a salir de una situación imposible.

—Además de la ropa, pude conseguir todos los suministros que necesitarás. No es mucho, pero te servirá hasta que puedas comprar más —dice mientras asiento.

—Cuando salga de esta habitación, toma el teléfono y llama a la operadora. Pide una voluntaria que traiga una silla de ruedas a tu habitación porque te han dado la salida. Una vez que venga, dile que tu auto ya espera y que necesitas que te lleve hasta la entrada este. Muéstrale tu brazalete del hospital. Coincide con el de Lily así que estarás bien; ella no lo sabrá. Te preguntará si tienes una silla de bebé, así que dile que está en el auto.

7

Mi corazón comienza a latir rápido mientras escucho sus instrucciones. ¿En serio voy a hacer esto? ¿Soy lo suficientemente valiente para desafiar a mis padres, e ir en contra de sus deseos?

—El conductor del taxi estará esperándote. Su nombre es Seth, es amigo de mi esposo. Primero te llevará al banco. Toma hasta el último centavo de tu cuenta de ahorros y luego haz que te lleve a la estación de autobuses. Toma el primer autobús que salga de aquí, Mia. Deja tu celular y consigue uno prepago en la primera oportunidad que tengas. Tendrás dieciocho en un mes, y en ese momento puedes llamar y pedir una copia del certificado de nacimiento de Lily. De esta manera, incluso si pueden rastrearte, no pueden obligarte a volver.

Me toma un minuto, pero al fin encuentro mi voz. —No sé cómo podré pagarle esto.

—Nadie debería ser forzado a renunciar a un hijo; está mal. Solo prométeme que serás una buena mamá y que me llamarás si necesitas cualquier cosa.

La miro con lágrimas en los ojos. Si no fuera por esta amable mujer, estaría entregando a Lily a sus padres adoptivos en unas horas. Puede parecer cruel de mi parte haber prometido darle mi bebé a una pareja que desesperadamente quieren uno y luego tomarla y huir pero nada de esto fue mi decisión. Cuatro meses antes de mi graduación descubrí que me encontraba embarazada. Como seguro pueden imaginar, para una chica de diecisiete años es sorprendente y aterrador escuchar que va a convertirse en madre. Así que hice lo que pensé sería lo correcto. Fui con mis padres y les pedí su ayuda. ¿Su solución? Esconder mi embarazo hasta después de la graduación y luego mantenerme una prisionera virtual en mi propia casa hasta que diera a luz. Cuando les expresé mi deseo de quedarme con mi hijo, me dieron un ultimátum: Entregar al bebé en adopción, o quedarme con el bebé pero dejar su casa con absolutamente nada de ayuda financiera de su parte. ¿Qué más podría haber hecho? No tenía más opción que aceptar sus demandas y pensé que podía hacerlo. Pensé que podía pasar todo el proceso hasta que la cargué, mi Lily, y supe que entregarla me mataría literalmente, sería difícil continuar sabiendo se hallaba allí, en algún lugar del mundo, viviendo una vida lejos de mí. Y por esto, le hice una promesa y moriré antes de romperla. Moriré antes de dejarla ir.


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