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Iba hacia la casa de uno de mis clientes habituales, estaba soltero y estaba tan bueno que me ponía cachonda cada vez que hacia el amor con él. Respeta mis normas así que. Mis normas son muy sencillas, nada de taparme los ojos, de meterme su pene por mi culo y punto. Tienes sexo y orgasmo cuando quieras.
Llame a la puerta.
Me recibió él.
-Hola, pasa-.
Pase, fui a su habitación, me quité el abrigo y los zapatos y les esperé.
-Empecemos, tengo muchas ganas de follarte duro-.
Ya me había mojado, cómo me mola este tío.
Se quitó las zapatillas y nos metimos entre las sábanas.
Empecé a desabotonarle la camiseta y tocar su tórax.
Luego el me rasgó las camiseta y los pantalones y me dejó en ropa interior, tenía un tanga de color negro esps tan sexys que a los tíos se la pone dura inmediatamente y un sujetador que me apretaba las tetas y les daba más volumen aparte de que estaban medio al descubierto.
Le rasgué los pantalones a él también y empecé a rozar mi parte con la suya.
Qué bien se sentía esto.
Le bajé los calzoncillos y él a mi las bragas y empezamos a fusionarnos, sí, sin preservativo, yo no podía quedarme embarazada porque me quitaron los ovarios.
Me masajeaba las tetas cada vez más fuerte y más rápido.
Me quitó el sujetador de encaje y empezó a morderme.
Me metió su pene en mi vagina y grité de placer.
Me masajeaba las tetas y nos juntábamos y gemía todo el rato.
-A...a..a.a..a.a.a.a...más...más...joder....más- decía todo el rato.
Se separó me miro entera desnuda y me penetró tan duro que grité bien fuerte.
Paró y empezó a lamérmela, su lengua daba círculos en mi clítoris.
O...o....o...o....o...si....si...si...más....más....joder...¡más!- decía todo el rato.
Me chupo todo el flujo que pudo y me besó para depositarlo en mis labios.
-Qué rica estás-dijo pronunciando las eses sensualmente, tanto que no pude más y gemí.
-Quiero chupártela- le dije.
Me puso esa sonrisa pícara tan sensual y me corrió.
Ambos gemíamos y yo se la chupaba.
Me separé, me cogió por las nalgas, me levantó y empezó a explorarme, una vez más.
Me sobó las tetas, me penetró tan duro que le arañé la espalda y me la chupó de nuevo.
-Han pasado ya tres horas- le dije- es hora de que me vaya, ¿cuándo vuelvo?-.
-Cuando quieras placer-me dijo de nuevo sensualmente.
-Entonces me quedaría siempre-.
-Mañana, vuelve mañana a la misma hora, tu ropa está en la cómoda-.
Otra de mis normas era que aparte de darme 20 euros me compraran ropa ya que, solían hacerlas trizas cuando me desnudaban.
Estaba vez era un tanga azul y un sujetador que dejaba casi todo al descubierto, me gustaba. Luego había unos vaqueros y una camiseta roja que ponía Fuck you, qué irónico.
Me lo pusé y salí de allí, mañana sería otro día lleno de orgasmo y placer.

Diario de una prostitutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora