CAPÍTULO I

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Después de regresar del funeral de Ray rocié la habitación con su loción para sentirlo más cerca de mí, me recosté en la cama que compartimos los últimos seis meses cuando decidimos vivir juntos y donde me pidió matrimonio, el cual no se pudo cumplir. Comenzaron a rodar lagrimas por mis mejillas al traer todos los recuerdos del único hombre que he amado y que me ha amado, que me ha hecho sentir un millón de emociones y me ha ensaño tantas cosas en especial el significado del amor.

Sonó el timbre del departamento, me incorpore lentamente me dolía la cabeza de una manera espantosa ni siquiera me fije en el reloj no sabía cuánto tiempo llevaba dormida lo que si sabía era que ya era de noche, vi a través de la ventana que tenia la cortina corrida, me levante al escuchar que el timbre seguía sonando, baje la cortina, me puse las pantuflas que Ray me había regalo de cumpleaños hacia unos meses, no tuve el detalle de ver si mi rostro lucia mal o muy mal, aun seguía en la misma ropa los jeans oscuros y la blusa floja de manga larga negra también, sentí que la liga que ate a mi pelo para recogerlo en una coleta seguía ahí, no lo pensé mucho y abrí la puerta sin preguntar antes quien era.

- Cariño - al abrir la puerta mi madre me abrazo, detrás de ella venia mi padre y mis hermanos, Sebastián el mayor de veintiocho años que llevaba en sus brazos a mi pequeña sobrina Kenia de seis meses, Melisa mi pequeña hermana de quince años, los cuatro me abrazaron sin decirme nada más.

- No te dejaremos sola mi niña, así que vinimos a proponerte algo - comenzó a decir mi padre en cuanto se sentaron en el único sofá que teníamos en el pequeño departamento - regresa a la casa, es enorme ahí estaremos todos juntos como la familia que somos, en estos momentos necesitas mucho apoyo.

- Gracias, pero no, no estoy lista para dejar el hogar que estaba formando con Ray.

- Tomate tu tiempo cariño - decía mi madre - las puertas de la casa están abiertas para ti siempre lo sabes, solo que me gustaría tenerte mas cerca, me preocupa que no te vayas a alimentar bien, sé que no es fácil para ti pero de alguna manera debes entender que no dejaremos que te aísles.

- Esta bien, denme dos semanas para empacar las cosas, quiero estar sola pero creo que tanta soledad solo me enfermará y tengo que distraerme - se me quebranto la voz al recordar que Ray ya no estaba, eso me dolía, me dolía mucho - Mamá como are para estar sin Ray, como are para seguir mi vida sin él. - me solté a llorar en los brazos de mi madre como niña pequeña ella me envolvió en sus brazos y me consoló sentí como mi padre acariciaba mi cabello y también lloraba él quiso mucho a Ray al igual que toda mi pequeña familia y era demasiado sensible mi padre, de él lo herede.

- Hermanita te ayudaremos a soportarlo - Me decía Meli tocando mi espalda - es mas estas semanas vendré en mis tiempos libres a ayudarte a empacar y a hacerte compañía.

- Excelente idea - dijo mi hermano Sebastián - Kenni y yo podemos venir por la tarde.

- Se los agradezco tanto - dije entre lagrimas, tome un klennex que mi padre me dio y limpie mi rostro y soné mi nariz.

Mi madre preparo la cena para todos, por estas semanas me quedaría aquí sola mientras veía que vendía de nuestros muebles y que no, lo que empacaría y todo lo que conlleva mudarse. Vi el reloj por fin y marcaban casi las diez de la noche, me di un baño y me desmaquille iba a ponerme mi pijama pero vi una playera de Ray que siempre me gustaba como la lucia en su fornido cuerpo la tome y me la puse me quedaba muy floja pero estaba cómoda y lo sentía cerca de mí, como si fuera a dormir con él. No creía poder dormir sin él pero no quería sumirme en mis pensamientos tristes así que encendí el televisor y busque un programa de comedia a ver si eso me desviaba de mis pensamientos un poco, de todo lo que viví hoy, haberme tenido que despedir de la persona que amo es lo más horrible que he tenido que hacer en toda mi vida ya no quería pensar más en eso pero habían pasado solo unas horas y ni siquiera el programa de comedia ayudo, me abrace a sí misma y comencé a llorar escondiendo mi rostro entre mis rodillas, llego un momento donde sentí que me faltaba aire así que trate de calmarme pero al sentir que ya respiraba bien comenzaba a llorar desconsoladamente.

- Ya no llores, me parte el corazón verte así, seguiré aquí contigo - me sobresalte al ver a Ray parado frente a mí.

Quería correr a abrazarlo pero lo primero que hice fue pellizcarme para ver si no estaba soñando, no, no estaba soñando. Es imposible, no lo podía creer, hice una locura lo primero que vi fue la lámpara de buro y la estrelle contra mi cabeza sentí un dolor terrible vi que todo me daba vueltas y mis ojos se cerraron.

Al despertar seguía ahí.

- No puedo tocarte mi hermosa novia, pero, hay hielo en el congelador mételo en una bolsa o franela y presiónalo contra tu cabeza, te golpeaste muy fuerte, siempre supe que mi novia estaba loca pero no tanto - Ray reía divertido yo lo miraba atónita. - anda ve por ese hielo.

- Dime que no es un sueño - dije entre lagrimas -¿cómo es posible?

- Es verdad estoy aquí mi amor - me decía Ray sentándose junto a mi - ¿recuerdas a Ruth la loca?

- Si

- Pues ella nunca mintió, ella puede ver personas que ya no están con nosotros, tienen un don especial y tu lo tienes también, lo utilizaste conmigo.

- ¿Qué? eso si es una locura.

- Si, si lo es, pero una locura muy útil. Puedo estar contigo, no en cuerpo pero si en alma.

Lleve mis manos a mi rostro, no lo podía creer, podía seguir viendo a Ray, no tocarlo pero si verlo, hablar con él eso, eso sería genial.

Nos quedamos platicando casi toda la noche, yo me recosté y me tape con la sabana mientras él se sentó junto a mí, recordamos todos nuestros momentos juntos, reímos y una que otra ocasión llore pero él me hacia recordar los buenos momentos para ya no estar más triste, me seguía sacando sonrisas, aunque aun me sentía rara por este gran cambio, por poder verlo si ya no está vivo, me gustaba mucho, mucho.

- Eres como Gasparin - Le dije sonriendo, estaba emociona de verlo. Sabia las condiciones en las que estaba pero eso no quitaba mi felicidad de tener una oportunidad más de convivir con él.

- Algo así, pero más guapo, definitivamente no soy blanco y no tengo cabeza de foco - me dijo sonriendo y alzando los hombros.

Estaba sintiendo como el sueño me vencía pero tenía miedo de despertar y ya no verlo aquí aunque me advirtió que en momentos no podría estar conmigo, hizo algunos tratos y tiene que cumplirlos, solo puede llegar en ciertos momentos pero esos momentos pueden ser toda una noche o toda un día.

- No te vayas nunca mi razón de ser - le dije acercándome un poco más a donde él estaba, con unas inmensas ganas de estrujarlo entre mis brazos, casi no me podía contener.

- No puedo prometereso mi hermosa. - bajo la cabeza y vi como se puso triste - hay una cosa más,yo también vine a ayudarte a... - se detuvo un poco antes de seguir hablando, como si no quisiera seguir - me duele decirlo pero, vine a ayudarte aque te olvides de mi, ha que sigas sin mí.      


Debes amar a alguien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora