-Se fue... Ya no está conmigo... -
El papel se derramaba de gotas de tinta mientras su pluma se movía desesperadamente por sobre la hoja, como si buscara encontrar algo entre líneas invisibles y tachones transparentes.
-Perdí a mi Musa y con ella mi inspiración se fugó...- como si hubiese perdido la vida, la pluma se desplomo cayendo al suelo en un silencioso suspiro.
Hace días que intentaba llegar a la perfección. Su obra maestra estaba escondida en alguna parte, un lugar que se hallaba perdido entre un océano de pensamientos quizá suicidas, quiza melancólicos. Lo único que sabía era que estaba perdido. Tenia un único recuerdo y con el una carta con la que se esforzaba para conseguir su alma dentro de un dibujo, un retrato.
-¿Para que más sirvo si he perdido mi pluma, si perdí mi talento...?- repetía pausadamente mientras se hundía poco a poco en la depresión.
Después de una hora de silencio y una noche sumergido en lagrimas, se volvió en si mismo y miro su reflejo sobre el espejo.
-Poeta de recuerdos, encadenado a sus deseos egoístas y lleno de anhelos de grandeza... Tu idioma es el arte pero hasta eso has olvidado... ¿Cómo podrás comunicarte? ¿De que vales ahora?- pensaba mientras poco a poco se enojaba más consigo mismo.
Habían pasado ya algunos días, su amada se había marchado. El paso firme de una silueta oscura se la había llevado de su lado. ¿Por qué? Se preguntaba... Malditos los recuerdos, las promesas que nunca se cumplieron y las ilusiones que se habían desvanecido en menos de un segundo.
Con la impotencia que lo ahogaba, caminó con paso firme pero casi invisible hacia su estudio. Decepcionado de si mismo tiró todos los retratos de sus estanterías, dibujos a tinta caían con el sonido de su desesperación. Los cuadros se destruían al mismo tiempo que impactaban contra el suelo de madera y parte del vidrio volaba por la habitación, quedando alojado en parte de su cuerpo, su ropa y el suelo.
-En un mundo egoísta y cruel... ¿Dónde conseguiré a mi perfecta Musa...? – susurraba mientras descansaba su cuerpo al lado de todas aquellas que habían sido sus obras más preciadas y que en solo un segundo, se habían convertido en basura inerte. –No podré vivir por más tiempo... Mi vida se extingue sin su presencia... Mi vida perdió todo propósito desde el mismo instante en que su silueta desapareció...- pensaba mientras su mente redibujaba el recuerdo donde a su lado se encontraba algo más que una simple ilusión.
Cerró los ojos pensando que seria la última vez, pero algo le hizo abrirlos repentinamente. Una leve sensación de una promesa que no se había cumplido. Se hallaba tirado en medio de la habitación, levantó la mirada hacia el único cuadro que no había destruido... Un cuadro de grandes proporciones que reposaba sobre la pared principal, el único cuadro que había sido recuerdo de su Musa. La mitad de aquel hermoso cuadro estaba incompleta. Su mirada se tornó melancólica mientras detallaba el blanco vacío que la acompañaba.
Logró levantarse con la poca fuerza que le quedaba. Estaba decidido a terminar aquel último recuerdo. Quería darle vida a su obra, quería revivir a su amada aunque fuera tan solo en una pintura que pudiera ver el resto de vida que le quedaba. Se decidió entonces a buscar lo que llenaría ese enorme vacío. Pero aunque lo intentaba, aunque pusiera su alma y su corazón en ello, no se le hacia nada fácil. Tomó hojas y hojas, comenzó a dibujar desesperadamente para lograr alcanzar aquella meta.
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Fragmentos
Short StoryConoceremos a la vida, la muerte y el tiempo como sombras que caminan etéreas en nuestro mundo, y como luchan entre sí para decidir el desenlace de algunos relatos cortos.