Parte de historia sin título

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Japón 30 de setiembre del 2028, 07:15 am.

Tomando su teléfono móvil en manos y tecleando un corto mensaje, se dirigió rápidamente a la puerta de su habitación, bajó las escaleras con una gran sonrisa dibujada en sus labios y con solo una cosa en mente en esa tranquila mañana o mejor dicho una sola persona en mente.

Luego de terminar con su desayuno se preparó para salir y tomando su motocicleta, el joven pelinegro emprendió su rumbo a toda velocidad sintiendo como la fresca brisa de la mañana acariciaba su rostro y persistía en despeinar sus negros cabellos aún por debajo del casco que traía.

***

Un sonido muy conocido logró despertar a la hermosa muchacha de largos cabellos castaños, que yacía aún tendida en su amplia cama, abriendo y cerrando sus hermosos ojos color avellana repetidas veces para poder acostumbrarse a la luz del sol que se colaba por su ventana y le daba de lleno en la cara.

Al desperezarse completamente, estiró levemente su mano derecha hacia un objeto que estaba acomodado en su mesita de noche y que había propiciado su despertar.

Tomó su teléfono móvil y en vez de mostrar una mueca de disgusto al haber sido despertada repentinamente (aún antes de que su alarma sonara), esbozó una amplia sonrisa al revisar su teléfono y encontrarse con un mensaje de su amado novio.

***

De: Kazuto

Buenos días hermosa, ya es hora de levantarse...
Hoy te espera un gran día y creo que no hace falta que te diga que voy a secuestrarte un rato, quiero tenerte solo para mi... al menos por un momento.

Te amo.

***

Al terminar de leer el mensaje suspiró profundamente, pero no fue un suspiro de cansancio, sino mas bien uno de emoción y ansiedad al no saber que era lo que Kazuto tenía pensado para ese día.

Se levantó de la cama y se dirigió al sanitario, se metió en la tina y tomó un largo y relajante baño caliente, mientras pensaba en lo que Kazuto estaría planeando para ese día.

Si bien él no era bueno con las palabras, sin duda lo compensaba con los tiernos detalles y hermosas sorpresas que le daba. Y es que él podía ser tan apasionado, romántico y detallista que Asuna no podía evitar amarlo cada día más. A sus bromas, su carácter, su ingenuidad de niño distraído pese a sus 19 años y próximo a los 20, amaba cada parte de él que no podía siquiera pensar en la posibilidad de estar con alguien que no fuera él.

Y Asuna siguió así, sumida en sus pensamientos un largo rato, con los ojos cerrados y completamente relajada en aquel baño, que si bien no era tan grande como el de la casa de sus padres, de igual manera no se quedaba muy atrás en cuanto al tamaño.

Si, Asuna ya no vivía con su madre, padre y hermano. Hacía ya como tres meses que decidió mudarse y con la ayuda de Kazuto logró encontrar aquel departamento que ahora la acogía. No era de los típicos apartamentos en los que estaban unos a lado de otros muy pegados y que constaban solo de una pequeña habitación evitando usar el mayor espacio posible. Este era grande, y digno para la hija de un importante empresario, que podía costear algo que podía compararse a la gran casa de sus padres. El apartamento contaba con dos recamaras, un baño bastante amplio, una cocina y una pequeña sala. Sin duda era perfecto para ella, quién con sus ahora 21 años (que los cumplía ese mismo día) buscaba de alguna forma su libertad fuera de la protección paterna.

Estaba tan distraída que no advirtió ningún ruido, sino hasta que unos fuertes brazos la tomaron desprevenida y la halaron hacia un fuerte pecho cubierto por una camiseta negra.

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