Desde lejos.

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La piedra Filosofal

1. DESDE LEJOS

Draco Malfoy, pálido, de cabello rubio platinado y con tan solo 11 años se encontraba recargado fuera de la tienda de Madamme Malkin con gesto aburrido, le habían comprado ya su túnica, su varita y sus libros para ir a Hogwarts. Suspiro por segunda vez en el día al ver como su madre recorría con la mirada otra de tantas tiendas de ropa. Mujeres.

Sus ojos recorrían el callejón con una mirada casi divertida, pensando que era lo mejor que podía hacer después de encontrarse tan aburrido, ahora haría que su padre Lucius le llevara a comprar una escoba como le había contado al niño de ojos verdes que se encontraba dentro de la tienda hace unos momentos. Estaba menos nervioso de lo que se había imaginado, quizá no era nada emocionante entrar a estudiar en aquel colegio lleno de sangre sucias y mestizos pero sus padres no lo querían demasiado lejos de ellos aunque el había intentado que lo mandaran a otra escuela que no fuera esa, incluso Ilvermorny era mejor opción que Hogwarts.

Camino despacio hacia el punto donde se iba a reunir con ellos, no presto atención a nadie ni nada, pasaba con gesto altivo y la cabeza erguida sin bajar la vista y por encima de todos. Después de todo era un Malfoy y así había sido educado, se desvió un poco hasta la dulcería para ver hacia adentro por el mostrador y se detuvo al lado de una chiquilla de rostro turbado que veía con vacilación todos los dulces mientras suspiraba, tenía los dientes de enfrente muy grandes y su cabello parecía un nido de pájaros nada bonito.

-Disculpa...- tartamudeo un poco llamándolo pero el rubio la ignoro hasta que ella volvió a intentarlo- ¿Puedes ayudarme?.-La cara de la niña era toda un poema, rojo de un color intenso que hacía que se viera más fea que en un principio.

Draco volteo a verla y sin decir nada movió la cabeza en forma afirmativa sin ponerse a pensar que era lo que estaba haciendo.

-¿Cómo se llaman esos dulces?- pregunto la niña señalando un montón de dulces de muchos colores y el rubio se extrañó que ella no supiera como se llamaban.

-Son grajeas de todos los sabores...- dijo Draco torciendo el gesto por tener una idea nada agradable pasando por su mente- ¿Nunca las has probado?

La chiquilla negó y Draco entro a la tienda arrastrándola de la chamarra de manera brusca y fuerte, esperando que aquella ropa muggle no dejara gérmenes en su mano pálida y pequeña, tomo varias cajitas de los dulces y con su dinero las pago tendiéndole una de ellas a la niña, que tenía unos ojos sorprendentemente vivos y de un color chocolate.

-Gracias...- dijo ella abriendo la cajita y tomando una de las grajeas hizo cara de asco.- Sabe a brócoli.-Abrió la boca y trato de limpiarse la boca con las mangas de la chaqueta enorme, que parecía que la iba a hacer desaparecer en cualquier momento.

Draco, a pesar de ser criado para ignorar a las personas le sonrió a ella quien de repente se puso colorada de nuevo, haciendo que el pequeño rubio la observara realmente con curiosidad.

-¿Iras a Hogwarts?.- Pregunto de golpe, no debía de interesarse en ella y aun así ahí estaba, lleno de algo que a su corta edad no podía diferenciar muy bien.

-Claro...- La muchacha inflo su pecho, como si eso fuera un gran orgullo para cualquiera y él le sonrió, el niño pensó que se veía chistosa con aquella cara, grandes dientes sonriendo detrás de una mirada amable, la más amable que había visto en años.-Bien, nos vemos...

Ella murmuro su despedida y se alejó por el callejón dando brinquitos.

Draco, en cambio, camino hasta Olivanders viendo a sus padres quienes le sonrieron de forma fría y antes de saber qué hacía, la busco con la mirada pero ella ya no estaba por ninguna parte.

Demons- DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora