Troll en las mazmorras

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La piedra filosofal

2. TROLL EN LAS MAZMORRAS

Draco caminaba alegremente por el salón, sabía que no debía mostrar sentimientos pero había sido relajante alejarse de sus padres que se la pasaban molestándolo con sus reglas sobre sangre y sobre ser un Malfoy. Entro al comedor y queriendo molestar a los leones como buen Slytherin y así fue como le arrebato a un niño regordete una esfera curiosa que cambiaba de color.

Potter y el pelirrojo se levantaron al mismo tiempo queriendo alcanzarlo pero gracias a la profesora de transformaciones se quedaron quietos todos.

-¿Qué pasa?- pregunto McGonnagall con gesto severo mientras arqueaba una ceja.

Potter, como si fuera el salvador del tonto de Longbottom y el patrón de las causas perdidas se apresuró a acusar a Draco con la profesora de transformaciones.

-Solo quería mirarla...- contesto el rubio con el ceño fruncido mientras dejaba la recordadora sobre la mesa y trataba de huir de la mujer que lo miraba mal. Y mientras caminaba hacia la salida, unos pasos más allá de los niños a los que estaba molestando, se encontró con Granger quien le sonrió.

Él le devolvió una mueca de desagrado, tenía que poner en alto su nombre y el de sus padres... A pesar de todo ella no era digna de su amistad como dijo alguna vez su padre.

Aquella tarde, todos los alumnos de Slytherin y Gryffindor bajaron hacia el campo para asistir a su primera clase de vuelo. Para Draco era pan comido, hacía ya algunos años que su padre había insistido en enseñarle a volar, tratando de jugar de igual manera con él al Quiddich. Se mantuvo en la posición en la que todos los demás de su clase se encontraban: a un lado de la escoba destartalada y vieja.

Frunció el ceño al ver llegar a Potter y Weasley con la muchacha castaña.

-¿Bueno, que están esperando?.- Soltó la profesora de vuelo con la mirada amarilla paseando sobre ellos y haciendo que Draco soltara los pensamientos que se estaban formando.- Cada uno al lado de la escoba, rápido.

El rubio ni siquiera se movió de su lugar al ya estar en el lugar que Madame Hooch quería.

-Extiendan la mano derecha sobre la escoba.-Bramo la profesora y enseño el movimiento con la mano extendía y la palma abajo a un metro arriba de la escoba.- Y digan... Arriba

Draco no escucho los demás gritos de los muchos niños que estaban a su alrededor, solo se enfocó en la escoba que salto a la primera hacia su mano. Sonrió con suficiencia mientras veía como las escobas de muchos alumnos no botaban a la primera vez que soltaban los gritos llamándolas. Un momento después, la profesora dio la orden de que montaran en ella.

-Señor, Malfoy.-Llamo Hooch al muchacho rubio.- ¿Quién le dijo que así se podía montar una escoba?.- Draco observo su posición con una mueca cuando la mujer se acercó a mostrarle como debía agarrar el mango del artefacto volador. Resoplo levemente cuando vio como Harry Potter y el pelirrojo pecoso se reían ante su desgracia.- Ahora, cuando haga sonar mi silbato.-Siguió la señora de ojos amarillos como los de un águila.- Darán una fuerte patada en el piso... Una... Dos...

Draco alzo las cejas al ver como Neville Longbottom se levantaba del piso antes de que la profesora diera la orden. Se carcajeo bajito al notar como todos los mocosos de Gryffindor veían al niño regordete como se alejaba del piso ante los gritos de la profesora Hooch.

¡BUUM! El sonido de la caída del Gryffindor lo hizo pegar un brinco, mirándolo con cierta preocupación ante la mirada asombrada de las demás serpientes, al percibir como los demás lo miraban, solo atino a reírse de nuevo cuando Neville fue llevado a la enfermería con la muñeca fracturada.

Demons- DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora