Te amo, Lisa. Te amo muchísimo; es por eso que después de algunos años te hago enviar esta caja.
Antes de que me fuera robé varias cosas (o tomé prestadas, porque aquí están todas), las más importantes para mí, las cuales son insignificantes para los demás: una liga roja, un poema que jamás leíste, una flor, un anillo de plástico, una pulsera de cuero, una foto tomada con una Polaroid, un peine naranja, dos llaves de casillero y unos libros que siempre cargabas contigo.
Te amo, Lisa... y lo seguiré haciendo. No eres de las que se olvidan.
Hace ya unos años, cuando las esperanzas no morían y los sueños sólo crecían, Jack llegó a un asilo por azares del destino.
Para obtener su licenciatura en música, tenía que obrar durante unos meses para la comunidad. Cada día iba a jugar al cuarto de juegos donde nadie jugaba hasta que alguien llegaba. ¿Quién era ella, y qué hacía ahí?
No me olvides.
Capítulo 1: Jack Sweatt.
Ciertamente, lo primero que pensabas al ver a Jack Sweatt era "problemas".
Había crecido dentro de una familia de 6 integrantes: él, tres hermanas menores y unos padres Imperfectos, con I mayúscula.
Aunque a Jack le gustaba correr y brincar de aquí para allá, besar a un montón de chicas bajo el mismo árbol y pescar en el pequeño río que pasaba sólo a unos kilómetros de su hogar, también tenía otras pasiones, otros sueños. El más grande de ellos: ser el mayor pianista de todos los tiempos.
Pasaba tardes enteras practicando, tanto cosas sencillas como melodías más complicadas.
Siempre supo que aquella iba a ser su vida, la música (bueno, hasta que a) le diera alguna enfermedad que le impidiera tocar o b) muriera).
A la rebelde edad de 16 años, le ofrecieron una beca debido a sus habilidades con los instrumentos (pues también tocaba la guitarra, la trompeta, la bateria, el bajo y el saxofón).