Capítulo 2

19 0 0
                                    

Esa noche no pude dormir ni media hora seguida, ¿Cómo se va a ir para siempre? Es mi mejor amiga, no puede dejarme sola.

Puede sonar un tanto egoísta, sobre todo sabiendo que ella se va a ir de la peor manera posible, ella se va a marchar a un sitio del cual nadie puede volver. Todavía no puedo creer que se vaya a morir, es muy pequeña para irse...le queda mucho que vivir.

Jamás se me olvidará nuestra promesa de vivir juntas cuando creciéramos y que ella sería la tía de mis hijos...

"-Y mi hija se llamará Carmen, como mi abuela, y viviremos juntas con nuestros hijos y nuestros maridos, va a ser súper guay, ¿a qué sí?- Luna no había parado de relatar cómo iba a ser nuestra vida dentro de unos años...muchos años a decir verdad.

-Si que estaría bien Luna, pero para eso tenemos que ser mejores amigas siempre, sino esto no se podrá cumplir.

-Por eso no te preocupes, mejores amigas hasta el infinito y más allá."

Me daba rabia pensar que ese "infinito" fuera a ser tan corto, jamás pensé que nos separaríamos.

No quería levantarme, solo quería despertarme de esta pesadilla llamada vida, pero le había prometido a mi madre que me iría a casa de mi tía a dormir hasta el jueves para ayudarla con mis primas.

Durante esos dos días en casa de mis primas, pude distraerme y no pensar en Luna, pero lo que jamás me pude imaginar era en que al llegar a mi casa una llamada de teléfono cambiaría mi forma de ver la vida totalmente.

*Llamada telefónica*

- ¿Sí?

-¿Eres tú Marta?- tras el teléfono pude apreciar el sonido desgarrador de un sollozo por parte de la madre de Luna.

-¿Qué pasa? ¿Está Luna bien?- se volvió a escuchar ese doloroso sollozo, pero esta vez más fuerte.

-No cariño no, Luna no está bien- otro sollozo- Mi Luna se ha ido...para siempre.

-¿Qué?- y es ahí cuando comprendí lo que era sentir dolor por dentro de verdad-¿Se ha...mue...muerto?

-Sí cariño...tranquila mi vida ella va a estar contigo siempre- y tras eso solo se escuchaba el sonido irritante del teléfono al colgar.

Sentía como mi mundo se desmoronaba, se había ido y no había podido despedirme de ella... ¿Qué clase de amiga soy? Me fui y la dejé sola, la abandoné. Dios mío...me pidió que fuera a verla antes de que se fuera ¿Cómo coño voy a poder vivir ahora sabiendo lo que he hecho?

Lo que sentía en mi interior era algo indescriptible, era como si algo se fuera rompiendo poco a poco, trozo a trozo, desgarrándome de dentro a fuera, sin ningún tipo de piedad. Tenía miles de sentimientos encontrados, me odiaba por no haberla visto por última vez, me sentía desolada porque sabía que ella ya no volvería a estar conmigo, e incluso me resultaba gracioso pensar que estaba riéndome hace menos de dos horas con mis primas sabiendo como lo estaba pasando ella. Era una maldita hipócrita, se suponía que tendría que haber estado junto a ella y sin embargo me había pegado toda la tarde riéndome y estando "feliz".

Me levanté de mi cama y me fui corriendo al único sitio en donde podría sentir que ella estaba conmigo, en el mirador.

Corrí como si me fuera la vida en ello, y a decir verdad, en este momento lo único que necesitaba era llegar al mirador, era para lo único que me sentía útil en estos momentos.

Al divisarlo a lo lejos sentí como una pequeña lágrima se derramaba de mis ojos, y sí, esa fue la primera lágrima de muchas más.

Estuve toda la tarde tirada en el suelo llorando, gritando lo mucho que odiaba al mundo por ello, no sabía qué hacer jamás me había sentido así, era como si me faltara el aire. Era tan intenso que no sabría cómo explicarlo.

Cuando menos me di cuenta había anochecido, y todo estaba oscuro, muerto...como yo en estos momentos.

Cogí mi mochila en dónde había guardado todo lo que Luna y yo dejamos allí para cuando volviéramos y me fui a mi casa.

A la mañana siguiente al despertarme lo primero que hice fue levantarme y mirar si estaba en mi cuarto la mochila con las cosas de Luna o todo lo ocurrido de ayer había sido una maldita pesadilla, pero para mi mala suerte esa maldita pesadilla seguía al despertar. Aquella condenada mochila se encontraba justo debajo de mi mesa con sus cosas.

No puedo tener todas sus cosas aquí conmigo...jamás podré quitarme la maldita sensación de haberla ignorado en sus últimos suspiros.

Me levanté rápidamente de la cama llevando entre mis manos la mochila de Luna y me dirigí hasta la casa de Luna, le daría todas sus cosas a su familia, quienes deberían tenerlas.

Lo que no pensé es que allí me fuesen a tratar como la mismísima mierda, tirándome la mochila a la cara y obviando todo lo que les dije, quien iba a pensar que las personas que durante años me trataron como si fuera de su familia, me arrojarían fuera de sus vidas en un solo segundo.

Me echaron fuera de su casa diciendo un simple "ella no te querría aquí ahora", que sabrían ellos lo que ella querría ahora, la única que la conocía de verdad era yo. Yo había sido quien había estado con ella cuando lloraba por la separación de sus padres. Yo era la que la conocía como si yo misma fuese.

¿En serio me iban a decir ellos lo que querría y lo que no? Jamás había sentido tanto odio y desprecio hacia alguien, bueno mentira, actualmente sentía una especie de vena asesina en lo más profundo de mi interior la cual lo único que quería era matarlo, matar al asesino de Luna.

Cogí la mochila, me la coloqué en la espalda y corrí a verlo, al único culpable de todo esto. Al verlo a lo lejos lo llamé a voces.

- Tú, maldito hijo de perra, la has matado, la has matado, ¿Pero qué mierda te ocurre en la cabeza imbécil? La has matado, asesino, que eso es lo que eres un asesino.- sentía como me quitaba un peso de encima al decirle todo eso. Me miraba cómo si estuviera loca, ¿en serio? ¿la loca soy yo ahora?

- ¿Qué te pasa a ti en la cabeza? Estas peor que la subnormal esa de Luna...

- ¿Pero cómo te atreves a hablar de ella de esa forma? ¿No te bastaba con matarla?

- ¿Qué? ¿Está...muerta?

- Sí pedazo de imbécil, tú y tus malditos insultos la han matado, ¿Sabes lo malita que estaba? Pensé que te gustaba... ¿Por qué le has hecho esto?- no pude reprimir las lagrimas de mis ojos al hablar de ella.

- Yo...esto...no pensé que acabaría así...Joder

- ¿Joder? ¿En serio? Eres un maldito asesino so sirves para nada... eres una basura...

Y con eso me fui lejos de él y de todo lo que representaba.

Cuando llegué al parque que estaba cerca de mi casa me senté en un banco y mire detenidamente cada objeto que tenía en su interior. Su muñeca, una foto juntas, un papel con todos nuestros sueños, sueños rotos, como el papel. Cogí todo lo metí en la mochila y lo lancé dentro de la basura, necesitaba deshacerme de cualquier cosa que me recordase a ella.

Nunca más la volvería a ver...

Sonrisas FingidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora