De locura, amor, tragedia y obsesión

88 1 0
                                    


Entraba por la ventana una fuerte ventisca, acompañada de una brisa suave que me velaban el sueño, mi sueño contigo, una suave brisa que más tarde se convertiría en una ráfaga de lluvia. Gotas cayéndome, azotándome la espalda, trayéndome de vuelta a la realidad, despertándome de golpe, cortando el lazo que nos unía, hasta ese momento. Afuera sonaban los relámpagos de un cielo rojo, enfurecido, el televisor estaba encendido, le había dejado así, no tenía señal, se había ido, solo estaba ese molesto ruido en el y la pantalla llena de puntos grises, me quedé mirándole, perdida no sé en donde, en ti creo, en el espacio quizás... en la nada, era como si en la pantalla se iluminara tu rostro, sonreí y me quité un cabello de la cara. Sabía que ya nos habíamos conocido, tal vez en otro tiempo, en otro cuerpo, y quizás en otras vidas, pero éramos los mismos, ¿quiénes más?, ¿si no tú y yo?, el uno para el otro. Cada noche al acostarme, deseaba que la noche fuese eterna, para estar contigo, en ese paraíso, para sentir, con tanta pasión, aquello que me estremecía y me hacía arder, me estrujaba la piel, me desgarraba.

Cada noche era más corta que la anterior, no me bastaba para estar contigo, para mirarte y tocarte, siquiera rozarte, aunque solo fuera en mis sueños. Te había mandado mil cartas al viento, les quemaba con fuego, las hacía que ardieran y se desvanecieran en cenizas, porque eso era lo que sentía dentro, sentía arder con cada latir, juraba que algún día aquellas palabras escritas en esas cartas, escritas con mi vida misma, tocarían tu destino, para encontrarse con el mío, te encontrarían con el viento, pero no, no fue así, las cosas no siempre son como uno las imagina, y el amor no es un cuento de hadas, si he de saberlo yo, el verdadero amor, duele, quema, lastima... arde, lapida y sangra.

Te amé, lo supe desde aquel incesante momento que apareciste en mis sueños, desde que te conocí, desde que nos conocimos... sabía que algún día habría de encontrarte, porqué así es el destino, el destino llama, y nos encuentra, donde quiera que estemos...

Y yo te estaba llamando como el día llama al sol, te llamaba cada parte de mi alma, abrazándote, aferrándome a ti. Debía ser paciente y esperar, todo llegaba a su tiempo, así que esperé, aunque con ansias asfixiantes.

Una tarde, caminaba tomando fotografías, para la galería en la que estaba por presentar mi trabajo. Me subí al coche, conducía por las estrechas y húmedas calles de la ciudad, solo pensando en tu rostro, imaginándolo, mi terapeuta decía que tú eras producto de mi imaginación, que eras nada más algo que mi mente había creado, algún suceso que por algún motivo extraño detonaba en ti, que era el subconsciente sacándote en mis sueños, pero yo sabía que no, era algo más allá de las palabras de cualquiera, era algo que iba más allá del entendimiento de cualquier persona, pero yo lo supe entender, sabía que todo era real, tú existías en algún lugar de la tierra, y la tierra giraría y el universo haría su trabajo hasta encontrarnos, el uno con el otro. Todo estaba escrito y aquél día lo confirmó. No dejaba de pensar, no podía pensar en otra cosa más que en las líneas que se dibujaban en tu rostro, esas simetrías perfectas, en tu vivaz sonrisa, cuando de pronto, algo golpeó al coche, entonces el cigarrillo para encender que llevaba entre los dedos de mi mano, cayó al mismo tiempo que puse el pie en el freno del auto, entonces tu retrato desapareció, simplemente se esfumó como el humo de un cigarro. No me había percatado de lo sucedido, bajé para averiguar la razón de aquél estrépito, solo sabiendo que yo veía tu rostro perfecto y no pude ver nada más, de pronto mis ojos vieron a un hombre tirado, le había arrollado, no pude reaccionar no sé porqué, tal vez por pensarte tanto, estaba extasiada, seguro era que aún no había llegado a mí la emoción adecuada a la situación, por pensarte... en pensarte se me iba la vida, tú me la robabas, cuando sin saber caminé a quien yacía tirado, le moví para verle el rostro y me quedé perpleja, eras tú... a quien con tantas ansias esperaba, quien tanto añoraba, el hombre de mis sueños, fue en ese momento que mi mundo se paró en seco, yo era una mezcla de emociones, sentía alegría por haberte encontrado y miedo, el miedo me invadía, era tan extraño, como si nada estuviese pasando y a la vez pasara todo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 08, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

De locura, amor, tragedia y obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora