Capítulo 1

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| Venus


— Venus, descansa un poco, deja ese libro a un lado.— Escuché a aquel hombre que aún le quedaba cierta compasión por los que estábamos aquí y es que en realidad era extraño encontrarte con alguien humano en este infierno. 

  — ¿Me estás pidiendo que deje el libro y vuelva a mi ridícula realidad? — Puse un trozo de papel sobre aquella página y cerré de un golpe aquel libro. Por un momento había olvidado aquella punzada que de repente daba cuando tienes un cable en tu brazo que te alimenta con suero y otros medicamentos. Intenté moverme sobre la cama y un dolor agudo me dejó rígida. Matt, el hombre antes nombrado, se acercó rápidamente a mi. Sus manos se sentían frías, típicas de un cirujano. 

  — No, sólo te pedía atención. — Fruncí el ceño mientras tomaba su ayuda para acomodarme en la cama y poder por fin reposar mi espalda. 

— ¿Qué sucede? —Suspiró y, arreglando sus lentes, tomó asiento en un pequeño banco justo al lado de mi cama. 

—A nuestro Rey le detectaron una extraña enfermedad en el corazón... — Cuando escuché que hablaría de aquel animal, cogí mi libro y abrí justo donde había dejado aquel trozo de papel. 

— ¿Y cuál es el problema? — Cuestioné fríamente. Odiaba escuchar noticias de aquel demonio. 

— Van a hacer investigaciones acerca de eso... 

— ¿Y? — Le escuché suspirar nuevamente, pero ésta vez con desespero. Yo lo miraba de reojo y con disimulo. 

—Tú serás el conejillo de indias en esa investigación. —Sentí mi cuerpo helarse, como si de pronto la temperatura hubiera bajado a 15 grados bajo cero. Tragué un nudo en mi garganta y mi respiración se había hecho agitada.— Y yo seré el cirujano que estará a cargo. — Aquello me había dejado peor. Mis ojos se empañaron por las lágrimas, aún así no despegué mi mirada del libro que ni siquiera había comenzado a leer. 

— Ah. 

— ¿Ah? ¿Sólo eso piensas decir? Venus, es imposible que sobrevivas a esto. Sólo te han usado para unas cuantas cirugías las cuales te aseguraban un 99.9% de sobre-vivencia, esta vez es un 1.5%.

— En primera, ¡deja de llamarme Venus! Ese nombre me lo pusieron esos cerdos. En segunda, no me importa, ¿acaso no vez que es mejor morir antes de seguir viviendo en este lugar? — Matt se quedó callado. Sentía mi labio inferior temblar del coraje y rápidamente lo mordí, mis lágrimas ya amenazaban con derramarse sobre mis mejillas. 

—En realidad... he estado armando un plan desde hace semanas. —Me quedé callada en señal de que prosiguiera.— Este no es un lugar para ti, Venus. Todos los que están en las otras celdas son delincuentes, violadores, secuestradores y asesinos. Sigo sin entender cómo has llegado aquí. 

—Ni yo lo entiendo. — Susurré con un hilo de voz. La suave mano de Matt cogió la mía con dulzura, si bien esta era la mayor muestra de afecto que había recibido en toda mi vida según mi memoria. La primera vez que alguien me tocaba sin tener un bisturí en la otra mano. 

—No permitiré que mueras en la plancha, no aquí y no de esa manera.—Su voz melodiosa logró tranquilizarme, tan sólo asentía a sus palabras.— ¿Te interesa mi plan? 

—Habla... 


|Bill Kaulitz


— ¡POR DIOS, TOM, DEJA DE MANOSEAR ESA PUTA MUÑECA! —Juro que en mi vida vuelvo a hacerme cargo de éstos imbéciles. Frank se había regresado a su casa puesto que su esposa estaría dando a luz justo ahora y adivinen quién se ofreció para quedarse a cargo de tres borrachos después de la fiesta de cumpleaños de Georg. ¡Ding dong! Así es, yo. 

Stranger | Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora