_Umg... Ah... Minnie, más... _
Los labios de Junsu se encontraban completamente rojos e hinchados debido a los mordiscos que se daba a sí mismo para ahogar lo más que podía, aquellos gemidos.
Junsu se encontraba tendido en su cama, con sus piernas notablemente separadas y sus manos le practicaban la masturbación. Su miembro estaba erecto y caliente.
Sus manos aumentaban el ritmo y sus alaridos eran aún más sonoros. Shim Changmin, era completamente salvaje en su imaginación, y eyaculaba una y otra vez en su interior, y en su boca.
_Ah..._
Fue el último gemido, de aquel que avisaba que el orgasmo llegó a su fin.
Era hora de levantarse antes de que su alarma sonara para indicar que debía prepararse para ir a la universidad. Antes debía bañarse y cambiarse de ropa interior, ya que estaba manchado por su semen.
Abre la puerta de su habitación y se encuentra con el rostro de su madre.
Su rostro pierde color y su respiración se detiene. La madre de Junsu lo examina con la mirada y sin decir nada se dirige con toda la ropa sucia de la casa, a la cocina. Intenta ser disimulado y se dirige rápidamente al baño. Con los gemidos y el olor a sexo, era más que obvio que su figura materna se dio cuenta de sus acciones.
Con su rostro rojo, sale de la casa sin saludar a su madre debido al pudor. Sus ojos aún no se acostumbraban a la luz, así que por el sol de la mañana, mantenía sus ojos entrecerrados, y cómo podía, desenredaba los cables de su auricular; lo conectó al celular, y al dar play a su reproductor, dejó que la música lo libere. Podía seguir imaginando cómo ChangMin lo atacaría en su próxima sesión de placer, pero no sería nada aconsejable viajar una hora y media hacia la universidad con una erección sin atender, debajo su pantalón; así que decidió pensar en cómo éste iría vestido en aquel nuevo comenzar de semana.
La mañana estaba fresca.
¿ChangMin iría con blusa de cuello alto? ¿De qué color? ¿Rojo, gris o negro?, ¿Sus jeans? ¿Azules clásicos o negros?
Mira por la ventana para poder divisar, si ya estaba próximo al lugar dónde debía bajar, en donde yacía un local de comida donde vendían sándwiches de todo tipo, golosinas y bebidas. Aquel lugar era en donde la mayoría de los estudiantes de su universidad comían.
Sale de aquella tienda, con un sándwich y una bebida en mano, era hora de encontrarse con aquel chico que hacía que sus mañanas, empiecen felices.
ChangMin.
Se sienta en uno de los bancos debajo un árbol que se encontraban dentro del patio verdoso y vegetativo de la institución que asistía, mientras comía su almuerzo, y esperaba por su ChangMin.
Si, Changmin, o al menos así le dijeron que se llamaba. Aquel joven moreno, de orejas, nariz y labios particulares. No sabía nada más que eso, no sabía su apellido, pero calculaba su edad; dos años menor. A veces se sentía mal por la diferencia de años que llevaban uno del otro, pero con lo masculino y buen moso que era, olvidaba aquel detalle.
Así eran todos sus días en la universidad.
Él lo volvía loco, y ChangMin no lo sabía.
Sufría la eyaculación precoz como un preadolescente colegial, por culpa de un nuevo aspirante que no sabía siquiera de su existencia.
Ahí ingresaba ChangMin.
Sin blusa con cuello alto.
Sin Jeans.
Llevaba puesto un saco largo de lana, con una remera de tela gruesa, al parecer térmica, y un ¾ que apenas tapaba su rodilla. Su cuello estaba protegido por una bufanda gruesa, que lo tapaba del cuello hasta la nariz.
Sólo lo vió pasar frente sus ojos, como días anteriores; dejando que ChangMin siga ocupando en su vida, el puesto de platónico.
Mira el reloj de su muñeca.
12:57.
_La clase va a comenzar._