CAPITULO 1

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Estaba pensando que hacer, era un día muy frio y lluvioso en el que me encontraba solo en casa. Podría encender el televisor y apagar por completo mi cerebro, dejar de pensar, pero ellos me acompañaban, todo el tiempo estaban conmigo observándome, juzgando, apoyándome, gritándome; pero siempre ahí.

Los empecé a percibir en mi onceavo cumpleaños, cuando mi padre murió, era como si su muerte hubiera abierto una puerta en mi interior, tanto daño que había hecho que, para ser sincero sentí algo de alivio, el monstro de mis pesadillas por fin había sido vencido por sus propios monstros. No olvido nada, mis primeros recuerdos aun me persiguen, aun ya teniendo edad para beber, no tolero ni el olor, ese olor que me recuerda los llantos de mi madre, mi impotencia por no poder ayudarla, mis ganas de matarlo, pero ella siempre lo defendía, al final del día ella solo decía que había sido su culpa, y no la odio por no haberme protegido, sin embargo, espero que ella no me odie por no ser suficientemente fuerte.

Me encontraba ya en el sofá, fingiendo ver televisión, con mis yo sentados a ambos lados de mi, somos 1000, no que los haya contado pero yo se que son 1000 en fin, siempre se encuentran conversando, a veces se dirigen a mi u otras veces entre ellos los más extraños son lo que hablan solos, supongo que me recuerda a como me veo cuando lo hago.
-voy a ir a pasear, al rato vuelvo-uno dijo, salió por la puerta, no la atravesó como un fantasma, la brío y salió.

-haz lo que quieras- dije a la nada.

¿Le puedes cambiar? Me caga ese programa- dijo el que se encontraba en una esquina. Le cambie a una película que me gustaba cuando era niño y me levante hacia mi cuarto. Estaban por todo el lugar, era asfixiante.

Tome mi cuaderno de dibujo y empecé a dibujar, me desconectaba por completo cuando lo hacía, esa era mi terapia, cuando me daba cuenta la hoja estaba llena de trazos y siempre esos ojos, que en vez de que me perturbaran más, me tranquilizaban, dejaba que me concentrara en algo, esos ojos me ayudaban tanto, pero no sé si hay alguien al que le pertenezcan.

¿Qué es eso? ---me pregunto uno a mi lado.

-sinceramente no tengo idea, los he estado dibujando desde hace tiempo pero no recuerdo en donde los vi- le comento.

Comenzaría mi último semestre en la preparatoria en poco, cosa que me daba igual, seguía los estudios para tener algo en que entretenerme (y no estar en casa), estaba en muchos equipos deportivos porque tenía mucha energía todo el tiempo y soy muy buen en los deportes, aunque solo durmiera unas pocas horas.

Pero aun faltaban un par de semana para el inicio de clases y yo ya no lo aguantaba, su presencia ya se me hacia normal pero algunas veces no los soportaba y me asían pensar en cualquier tipo de cosas, hubo un día en el que estaba recostado en mi cuarto cuando de repente aparecí en la cocina justo enfrente de los cuchillos, fue como si se apoderaran de mi unos minutos, minutos en lo que no recuerdo nada, y me entra un gran temor.

Escucho que alguien abre la puerta, era mamá.

-Ven a ayudarme Félix, traigo las compras y tu padre tiene las manos ya ocupadas.-me ordena y yo obedezco, guardando mi cuaderno de dibujo. Mi padrastro sí que trae las manos ocupadas, cargando en un brazo lleva al pequeño Sam y en el otro lleva 3 bolsas.

-toma esto campeón- me da a Samuel y me alborota el cabello. El pequeño apenas está aprendiendo a caminar, ya saben esa etapa que son increíblemente adorables, la cabeza les pesa aun demasiado y tienen el equilibrio de un borracho, por eso lleva consigo un casco con orejas de Mickey mouse, lo cual estoy completamente desacuerdo.
En fin, lo llevo a su corral y le paso algún muñeco* Que después le quitara mi mama porque está sucio y discutiré con ella, la hare llorar, mi padrastro me llamara la atención y me mirara como siempre me ha mirado, con reproche* volteo con Sam y le quito el maldito juguete.

Ya habiéndose quitado los zapato y aflojando su cinturón, descansado en su habitual sillón, me pregunta:

-¿Que tal tu día Campeón?- me lo dice viendo a su smarth pone.

-aburrido- replico ya sin muchas ganas, revisando los víveres: 1°Comida para bebes, 2°pañales, 3°las pizzas pre-cosidas que mamá compra para días como estos, 4°cosas para mujeres y después de mucha porquería por fin encuentro mi bien más preciado yogurt de manzana *se escuchan los aplausos y las ovaciones hacia este mangar*. Sé que el yogurt no es muy de "machos" pero no puedo vivir sin él.

-te dijimos que nos acompañaras, pero es que nunca me haces caso...-siempre quiere pelear esta mujer.

-no tenía ganas de salir, ¿puedo cenar ya?- mire a mi madre con desesperación fingida *SI, SI, SI, SI* -espera una media hora más para cenar en familia- dijo como última palabra-*uhhhhh*

Regrese a mi cuarto y los encontré viendo mis dibujo-¿QUE PUTAS ESTAN HACIENDO?-lo hacen para hacerme enojar, unos se dispersan disculpándose, otros no paran de reír y uno lo sigue mirando, voy a mi cama y me siento junto a él me gusta este, siento que lo he visto antes... -sí, yo también- le digo disminuyendo mi ira, volteando hacia la puerta esperando que no me hayan escuchado.


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⏰ Última actualización: Oct 09, 2015 ⏰

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