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-¿Te encuentras bien?--el muy sinvergüenza me pregunta.
¿Bien?
¡¿Bien?!
No, no lo estaba.

-Si, claro--fue mi respuesta.
Se encogió de hombros y continuó su camino, rodeado de sus amigos machotes.

Lo observe mientras se alejaba.
Idiota.
En eso se había convertido.

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