Leo se encontraba cerca de su café favorito.Todas las mañanas cerca de las diez de la mañana tomaba un americano mediano y comía una dona de chocolate amargo, sin embargo la mañana del lunes 7 de octubre del 2019 tenía que ser la excepción.
Ya se encontraba en un costado del local, sus zapatos perfectamente limpios con un tacón de unos dos centímetros de altura hacían un ruido agradable al caminar por la acera, el olor tan agradable de café hacían que Leo dejara de pestañear y entrecerrara los ojos de una forma infantil, como un niño hambriento olfateando su comida favorita a metros de distancia. Pero sabía que no podía detenerse. La entrevista con el Dr. Gregorio D. estaba a punto de comenzar y faltaban menos de 20 minutos.Leo vivía en un departamento de primera. Sus títulos como licenciado en Derecho Civil, Administración y Contaduría y Finanzas le habían otorgado una excelente posición social dentro de la sociedad en la Ciudad de México.
Cuando Leo se encuentra afuera de el edificio asignado para su entrevista de trabajo decide mirar por el reflejo de una de las ventanas del edificio, percibe que alguien se encuentra mirándolo a través del reflejo al igual que él y decida voltear con cautela, se encuentra con la imagen de una dama de cabello negro, tez blanca; ojos azules y un atuendo de secretaria muy común entre su ambiente laboral , aquella dama estaba mirándolo a los ojos sin sonreír pero expresando felicidad en su gesto.
-Buenos día señor Méndez- dijo lo dama con un tono amable y sensual que a Leo le pareció recordar a alguien.
-B...Buenos días señorita...- dijo leo balbuceando.
-Sígame y no volteé a ver a nadie- dijo aquella dama en tono serio pero a la vez amable.
Leo asiente con la cabeza sin pensarlo dos veces y decide seguir a la dama tan atractiva y elegante que le ha hablado.Ambos se encuentran al interior del edificio, la gente no voltea a verlos a pesar de que es un sitio lleno de multitudes, computadoras, cámaras y máquinas de escribir. Leo continua detrás de la dama mirando su cabellera e ignorando lo que sucede a su alrededor, pero siempre al paso de aquella mujer. Al subir al elevador Leo permanece detrás de ella, es como si Leo olvidara por completo a donde iba o donde se encontraba pero no podía detenerse, era algo que tenía que hacer y que su subconsciente lo sabía.
Cuando el elevador está en movimiento Leo voltea a ver los botones que hay dentro del elevador y cuenta los botones "10 pisos pero no hay ninguna luz encendida en ningunos de los números" pensó.Cuando la puerta se abre, aquella dama sale del elevador y en seguida Leo.
-El señor está esperándolo en aquella puerta.
-Muchas gracias pero estoy confundido y no sé si debería...
Su diálogo se vio interrumpido al abrirse una doble puerta, salió un hombre de cabello corto; tez morena y una expresión de cordialidad que hacían que Leo se estremeciera aún más.
-Por aquí Leonardo- Dijo aquel hombre con voz grave pero amable.
-Usted es el Doctor... Es el Doctor Gregorio... Estoy un poco...- Leo sentía que no podía decir palabra alguna sin sentir inseguridad o incomodidad, es como si en aquel hombre tan preparado, serio y profesional se hubiera ido y en su lugar se hubiera colocado una persona sumamente insegura e incapaz.
-No perdamos tiempo Leonardo, pasa a mi oficina y relájate.
Leonardo volteó a ver a aquella dama que lo llevó hasta el lugar en donde ahora se encontraba
-Mi nombre es Michelle, un gusto señor Leonardo.
-Mucho gusto, aún no puedo comprender...
-Es momento de que pase con el doctor.
-Ah si claro, disculpen.
Leonardo caminó hacia donde aquel hombre pero en seguida el doctor también lo imitó y ahora se encontraban dentro de la oficina, Michelle entró unos segundos después y cerro ambas puertas que no hicieron ruido alguno al cerrarse. La oficina tenía un aspecto poco casual, el escritorio tenía una forma de T girada unos noventa grados a la derecha y encima de este sólo había un cenicero y un disco que parecía ser de plata, la altura era de más o menos unos tres metros de alto, las paredes eran de un color mostaza muy relajante y en ellas había cuadros vacíos, detrás del escritorio del doctor había un cristal que permitía ver el exterior y fue ahí cuando Leonardo quería escapar, él recordaba haber subido en un elevador y por lo menos debían encontrarse más arriba del décimo piso pero, lo que veía detrás de aquel cristal era pasto, como si se encontraran en plena primavera, había una fuente en ese paisaje y detrás de aquella fuente una pared que no permitía ver su altura máxima.
-Leonardo-Dijo Gregorio en un tono de seriedad
-Doctor Gregorio ¿Puede explicarme todo esto?
-¿Qué?
-¿Quién es ella? ¿Por qué pareció que subíamos en un elevador y ahora parece que detrás de usted hay un patio en la planta baja? ¿Por qué perdí la noción de la realidad? ¿Por qué?
-Primero que todo Leonardo, buenos días y bienvenido, toma asiento.
Leonardo hizo un gesto de duda ante lo que estaba punto de hacer, una parte de él quería salir de ahí porque todo era demasiado extraño pero al final decidió tomar asiento y escuchar a Gregorio.
-Leonardo- Dijo Gregorio cuando sacaba de uno de los cajones un puro-. Me gustaría que me respondieras ¿Por qué crees que estás aquí?
Debe ser una broma, pensó Leonardo pero en tono de agresividad y astucia respondió.
-Mi vocación como abogado me ha traído hasta aquí en busca de nuevas oportunidades y de nuevas experiencias, necesito un empleo y como usted ha leído mi currículum...
-No leí nada- interrumpió Gregorio con un tono de burla pero a la vez con seriedad.
-¿Disculpe?
-No leí tu currículum pero Michelle...
-Si- dijo Michelle- ¿Necesita fuego señor?
-Michelle, pareces nueva ¿Qué te sucede hoy?- dijo Gregorio en un tono de burla que a Michelle pareció haberle hecho gracia-. Leonardo tú estás aquí por vocación, porque necesitas lo que yo te puedo dar para que tu vida tenga sentido.
Leonardo comenzaba a enfadarse, todo era tan extraño y nada se parecía a una entrevista de trabajo.
-Escúcheme señor Gregorio, no quiero faltarle al respeto ni sonar grosero pero se supone que esto sería un entrevista de trabajo y lo único que ha hecho desde que llegué aquí es jugar conmigo ¿Puedo pedirle que sea un poco más profesional?- dijo en tono de enfado y después miró a Michelle que se encontraba tras él.
-Michelle
-Disculpe señor- dijo Michelle después de darle a Gregorio un encendedor que parecía ser muy antiguo.
Gregorio puso en su boca el puro y tomando el encendedor con ambas manos logró encenderlo, Michelle pasó por un costado del escritorio y empujó el cristal abriendo un cuadro que salía a donde el jardín como una especie de ventana. El humo salía por aquel hueco cuadrado como si algo afuera lo aspirara, el humo formaba una especie de corriente, como un espiral respetando el mismo camino y llegaba hasta la fuente.
-Leonardo- empezó diciendo Gregorio-. Usted es el indicado para este trabajo pero parece demasiado impaciente ¿Tiene lo necesario?
Leonardo estaba comenzando a perder la cabeza. Nunca en su vida profesional una entrevista había parecido tan desagradable y poco directa.
-Claro que tengo lo necesario, está en mi expediente- dijo Leonardo y en seguida sacó de entre su maletín un folder y lo puso sobre la mesa-. He ganado casos muy importantes y muy famosos como por ejemplo el de la empresa de jugos mexicana que estuvo...
Gregorio tomó el folder y lo lanzó hacia la puerta, Leonardo quedó impresionado y a la vez confundido.
-Leonardo, no me interesa si eres bueno en la abogacía o excelente contado, me interesa saber si estás preparado para trabajar conmigo.
-¿Usted está jugando?
-¿Parece que esté jugando, Leonardo?
-Si, eso parece. Lo mejor es que me vaya.
Leonardo se puso de pie sin decir una palabra más e intentó caminar hacia la puerta pero cuando volteó, Michelle estaba frente a él con la cabeza gacha y sosteniendo una fotografía de un embrión con un marco de madera barnizado. Leonardo quedó confundido una vez más pero algo en su cabeza supo la intención de esa fotografía, o al menos eso pensaba.
-Yo sé que tienes millones por tus casos, propiedades en Miami, Cancún y hasta en Inglaterra. Eres muy afortunado hablando económicamente pero...- Gregorio inhaló humo antes de seguir hablando-. Perdiste todo lo que te importaba hace 2 años- exhaló por la boca el humo.
Leonardo volteó enojado, confundido y curioso, en su mente pensaba que aquello podría tratarse de una broma bien hecha o podría ser que aquél hombre que estaba junto a él había investigado su vida y como futuro jefe quería intimidarlo, pero Leo no podía decir ninguna palabra así que decidió seguir escuchando.
-Te sobran las cosas que podrían mantenerte vivo por el resto de tu vida, pero te hace falta lo más importante... Tú familia. Tu ex mujer perdió a su bebé durante el embarazo por un accidente automovilístico, 10 meses después decidió irse a vivir la playa y dos después te pidió el divorcio. Un golpe muy fuerte para tu familia que sin duda...
-¡Ya basta! Deje de hablar de mi ¿Qué es lo que quiere? ¿Busca extorsionarme?
-Relájate Leonardo, nadie te hará daño. Estás aquí para arreglar tu vida o para destruirla. Esa es tu decisión. Estoy aquí para ayudarte, para darte lo que quieres, así que tranquilízate y siéntate.
Leonardo era curioso y quería saber exactamente a qué se refería aquél hombre tan extraño, no tenía nada que perder, así que tomó asiento y se quitó el saco dejando al descubierto su corbata azul rey y unos tirantes que le daban una elegancia que a Gregorio pareció agradarle.
-Bonita corbata. Empecemos
El tiempo transcurría muy rápido para Leo, aquella experiencia era sin duda lo más extraño que le había ocurrido en la vida pero estaba ahí, no quería irse, quería saber qué es lo que Gregorio podía ofrecerle.
-Lo que yo te ofrezco es que seas mi acompañante, mi ayudante, mi abogado y mis ojos.
Algo dentro de Leonardo se estremeció al escuchar aquella palabra.
-¿Sus ojos?
-Si, necesito que tú seas mi ojos, mi guía, mi luz.
-No entiendo doctor
-No me llames doctor, no soy ningún doctor, soy una persona como tú o como Michelle, dejemos los títulos y llámame Gregorio.
-De acuerdo, Gregorio.
-Muy bien, nos vamos entendiendo. Lo que yo te ofrezco no es un sueldo sino una compensación.
-¿A qué se refiere?
-Tú sabes a qué me refiero, tú deseas algo, yo puedo dártelo.
Leo volteó a ver a Michelle y a la foto. No sabía por qué pero ya comenzaba a entender por donde iba el asunto.
-Si es lo que creo, necesito pruebas, así no puedo creerlo.
-No tienes que creer, tienes que desearlo y tú lo deseas.
-De acuerdo ¿De qué se trata esto?
Leo salió de aquél lugar media hora después justo como entró, no se explicaba aún donde se encontraba la oficina de su nuevo jefe, ni el sitio tan raro que parecía ser un banco.
Al salir se dirigió a una plaza cerca de ahí para poder comer algo, decidió entrar a un restaurante poco elegante y de buenos precios. Al llegar a la recepción comenzaba a recordar lo que Gregorio le había dicho Vas a leer el contrato con detalle, debes pensar muy bien en lo que vas a aceptar o te vas a arrepentir. Leo pasó al restaurante y uno de los meseros le otorgó una mesa colocada al lado de una familia, cuando tomó asiento le dijo al mesero que le sirviera la especialidad del chef y después de eso sacó el contrato que le habían dado hace unas horas y comenzó a leer:
Leo, debes entender que lo que yo te ofrezco no es más que un pago por el trabajo que tú vas a hacer. En ésta vida nada es gratuito, la humanidad se encuentra bajo un sistema del que es imposible salir porque nosotros mismo lo hicimos. Entiendo que el dinero no es ningún problema para ti, por lo tanto olvídate de ganar lo que ganabas con tu antiguo empleo.
Mientras trabajes conmigo vas a experimentar una serie de sucesos que no estás acostumbrado a ver, pero puedes aprender mucho y prometo que no permitiré que te pase nada.
Leo se detuvo al leer lo último, se estremeció a tal grado que prefirió seguir leyendo en casa pero la curiosidad lo mataba así que buscó distraerse mirando lo que sucedía a su alrededor. La familia que estaba atrás sonaba interesante así que escuchó.
-Siempre tienes que ser tan poco cuidadosa, eres un desastre.
-¿Podrías ser menos grosera con la niña?
-Siempre debes decidir tú como es que debo educar a mis hijos ¿No?
-No puedo permitir que una mujerzuela eduque a mi hija a su antojo.
-¿Mujerzuela? ¿Cómo te atreves imbécil?
Se escuchó un golpe en la mesa detrás de Leo pero decidió no intervenir, no era su asunto.
-¡Deja de ser tan ordinaria mujer!
-¡Ya basta! ¿Están mal de la cabeza? Una más y me largo de aquí
-¡No me hables así que soy tu madre!
-¡No parece, preferiría que no estuvieras aquí!
Leo no pudo con la curiosidad y se levantó de su mesa simulando ir al baño, al pasar frente a la mesa observó a la familia, había una mujer con unos 30 años de edad con el cabello rubio; ojos apagados y un gesto de enfado, un hombre de unos 40 años de edad con poco cabello; vistiendo traje; lentes y con una mirada de tristeza en el rostro. Leo sólo pudo ver a la pareja por el sentido en el que caminaba y la discreción conque los observó.
Al entrar al baño encontró los lavamanos ocupados así que esperó, en seguida el hombre que había visto antes entró de una manera agresiva, se metió a un cubículo y cerró la puerta de una forma violenta que rebotó y tuvo que volver a cerrarla, se desocupó uno de los lavamanos así que Leo tomó un poco de jabón y abrió el grifo, en seguida los demás lavamanos se desocuparon y él decidió cerrar el grifo, antes de usar el secador se percató que el hombre que había visto antes estaba hablando por teléfono y decidió quedarse a escuchar.
-Por favor, sabes que se lo merece... no, tal vez no sea hoy pero si muy pronto... sé discreto y entrégamela lo antes posible...hasta entonces.
En cuanto el hombre dejó de hablar Leo corrió a la puerta sin secarse las manos y se apresuró para llegar a su mesa pero antes decidió voltear a ver la mesa detrás de él y notó que la mujer no estaba, sólo quedaban dos chicos, una niña que aparentaba unos 9 años y un adolescente que parecía de 17, ambos tenían gran parecido a su madre y nada a su padre.
Cuando llegó a su asiento decidió seguir leyendo aquél contrato pero se vio interrumpido por el tono de su celular, el celular decía número desconocido así que Leo no le dio mucha importancia y prefirió seguir leyendo.
Debo hacerte un par de advertencias, mucha gente saldrá lastimada y serás testigo y fuente principal de todo. No tendrás que preocuparte de los clientes, una de tus tareas será traer y tratar a los clientes así que no puedes renunciar una vez hecho contacto con el cliente.
Es todo.
PD: No necesitas firmar nada, si aceptas ve a buscar a la esposa de aquél hombre al que has espiado y protégela.
Leo no lo podía creer, tenía tantas preguntas que hacer pero a pesar de todas las emociones que sentía en ese momento sabía que era el momento de elegir, quedarse esperando su comida o salir a buscar a aquella mujer. Sacó de su cartera cien y luego quinientos pesos y los dejó sobre la mesa, tomo una nota de su block y escribió con el bolígrafo que llevaba en el bolsillo de su saco una disculpa al mesero, en seguida salió corriendo a buscar a aquella mujer, aunque no sabía por dónde empezar.
Ya eran las 4 de la tarde y no había rastro de aquella mujer al interior de la plaza así que decidió comprar agua embotellada en una heladería que estaba a un costado de él, después de esto vio a los chicos de antes en un local de videojuegos así que buscó a su padre, pero no estaba con ellos. Cuando los chicos finalmente salieron del local, Leo decidió seguirlos, iban solos por la calle riendo y jugando como hermanos que eran, al llegar a una esquina con semáforo se quedaron quietos y tomaron un taxi, Leo se apresuró a tomar un taxi para seguirlos pero no lo consiguió, perdió a los niños de vista y se dio cuenta que estaba en problemas.
A las cinco en punto Leo se encontraba sentado en la cera en espera del padre de los niños pero nunca llegó, su celular sonó y ésta vez contestó sin pensarlo dos veces.
-¿Bueno?
-Leo, habla Michelle.
-Hola Michelle ¿Qué sucede?
-Te queda poco tiempo, dirígete al hotel Australia, no está muy lejos de ahí.
-De acuerdo, pero debo saber ¿Qué pasa con aquella mujer? ¿Quién la persigue?
-Su esposo.
La llamada terminó sin el consentimiento de Leo, pero se apresuró a buscar un taxi y esta vez si tuvo suerte. En menos de 1 minuto Leo ya estaba dentro del taxi.
Al interior de la habitación 10 del hotel "Australia" se encontraba Edith recostada sobre la cama, desnuda observando su reflejo por el espejo que estaba a un lado de la cama, cubría sus senos con los brazos y se encontraba en posición fetal.
-¿Entonces si ya lo sabe por qué no te lo dice?- dijo un hombre desde el baño.
-Tal vez es porque no tiene a donde ir a llorar o a quejarse todavía.
-Será doloroso enterarse con quien le eres infiel.
-No lo digas como si tú no fueras culpable también, eres su hermano y eso es traición también.
El hombre salió del baño, tenía el cabello revuelto, no vestía mas que ropa interior y tenía un cuerpo de atleta, aparentaba unos 25 años de edad, tenía gran parecido a su hermano pero este era mucho más joven y atractivo.
-No lo repitas, suena tan mal... me hace sentir... sucio.
-Eres sucio, pero tranquilo...eso me gusta.
Las manos de Edith estaban arriba de su cabeza, una sobre otra, estiraba las piernas casi completamente y estaba boca arriba mirando a Oscar, era una posición muy seductora para Oscar; dejaba al descubierto todo su cuerpo y el rubio cabello de Edith caía sobre sus senos pero no los cubría. Oscar se inclinó hacia donde estaba Edith y se posó sobre ella colocando los brazos al rededor de su espalda, Edith pasaba sus manos por la grande y musculosa espalda de Oscar mientras su rostro estaba hacia la dirección del espejo, mirándose y comparando a Oscar con su esposo. Edith sentía excitación y repugnancia al ver el reflejo, pero sabía que lo que hacía era algo prohibido y que no debía hacerlo. Cuando Oscar pasaba sus labios por el cuello de Edith, a esta le vino una profunda tristeza y quería alejarse de Oscar. En su mente había aparecido la imagen de su esposo haciendo el amor con una de las amigas de Edith, recordó aquel momento en el que encontró a su esposo siéndole infiel con una de sus mejores amigas y que por mucho tiempo había estado deprimiéndola. Alguien en ese momento tocó la puerta y Edith sintió un gran alivio al ver que Oscar se apartó.
-¿Quién es?-preguntó Oscar.
-Busco a una dama- decía el sujeto tras la puerta
-No hay ninguna dama, soy yo y mi pareja, lárgate.
-Por favor es importante
-¡Si no te largas llamo a seguridad!
-No, espera está bien- dijo Edith-. Vístete y abre la puerta.
Edith tomó una toalla y la puso sobre su torso, Oscar fue hacia la puerta semidesnudo y finalmente abrió.
-Hola, perdón por interrumpir pero es importante...
-¿Quien rayos eres?
-¡Lo vi en el restaurante!
-¿Qué?
-Estaba sentado junto a nosotros en el restaurante ésta tarde.
-Así es, me llamo Leonardo Méndez, trabajo para el Doctor Gregorio...
-¿Gregorio?... ¿Trabajas para él? ¿Qué sucede?
-Debe venir conmigo ahora.
Edith y Leo se encontraban fuera del hotel.
-Iremos en mi coche, si no te importa.
-Desde luego que no, sólo debo hacer una llamada a Michelle.
-Está bien, en un momento Oscar pasará en el coche, tómate tu tiempo.
-Gracias.
Leo marcó al número desconocido que su teléfono registró pero no hubo respuesta, intentó una vez más pero no consiguió nada.
-No contesta, debe estar ocupada.
-Está bien, ahí viene Oscar, sube.
Leo subió en la parte de atrás mientras Edith y Oscar viajaban adelante.
-Me llamo Edith por cierto.
-Yo soy Leonardo.
-Lo sé, ya lo habías mencionado.
-¿En serio? Ah, es verdad en el hotel...
Un impacto se sintió en aquel Peugeot en el que los tres viajaban, Leo viajaba al lado derecho; detrás de Edith, el impacto había sido en el lado contrario. Leonardo se perdió entre un desmayo y una sonido en sus oídos que lo aturdían. Cuando Leo pudo recobrar la conciencia abrió la puerta y bajo del auto, Edith trató de imitarlo pero cayó de rodillas, Leo ayudo a levantarla poniendo uno de los brazos de Edith en sus hombros, al ver entre el humo que salía del coche pudieron ver al esposo de Edith de pie junto a un automóvil y con sangre emanando de una herida que tenía un su frente.
Leo estaba aterrado y desesperado, quería comprender lo que pasaba en tan horrible escena.
-Maldito enfermo...v...vámonos
-¿Y qué hacemos con Oscar?
-Dejémoslo aquí, debemos buscar a Gregorio
-¡Edith, te encontré perra!- los gritos eran tan fuertes, que llamaban la atención de las personas en la calle, sonaba aterrador.
-¿Estás loco? ¿Quieres matarnos?
-Es lo que mereces, y ese desgraciado también.
A Leonardo pareció incomodarle un poco lo que aquél hombre dijo al final así que respondió.
-Te estás confundiendo, soy el tipo del restaurante ¿Recuerdas?
Aquel hombre dudaba de su mujer pero no se había percatado que la persona que conducía estaba aún en el coche. El auto de Enrique había impactado con el de su hermano de tal modo que había golpeado toda la parte izquierda donde viaja el conductor.
-No puede ser- decía Enrique mientras inspeccionaba el auto con la vista y se le iba haciendo cada vez más familiar. Enrique decidió acercarse al auto despacio y con las piernas temblorosas.
Edith aprovechó que Enrique estaba distraído para decirle a Leonardo que debían aprovechar el momento para huir, y así fue.
Enrique entre el humo del coche y los vidrios rotos metió sus brazos por la ventana trasera a la del chofer, abrió la puerta y pasando por entre los asientos vio el rostro de aquel hombre cuya cabeza estaba sobre el volante, no reaccionaba y de su nariz y unos de sus ojos emanaba sangre como si fueran hemorragias. Enrique salió del auto como pudo y recordando a aquel hombre que se encontraba muerto al interior de auto aún no podía creer que fuera su hermano aquel hombre al que acababa de asesinar. Las lagrimas y los gritos extenuantes de Enrique se hicieron presentes en aquel momento y las sirenas de la ambulancia se escuchaban a unos pocos metros.
Leonardo y Edith estaban por llegar pero ¿A dónde? Durante el camino ambos habían olvidado cual era su propósito, ambos pensaban en aquella horrible escena en la que el esposo de Edith buscaba matar a Leonardo junto con ella, ambos iban mirando la ventana y con las manos entrelazados expresando sus nervios y su preocupación. La voz del chofer rompió el silencio.
-Te lo advertí, Edith.
Las miradas de Edith y Leonardo se encontraron en un gesto de terror , la voz les sonaba familiar.
-Ne te queda más que elegir que hacer, pero si lo prefieres, podemos hablarlo en casa- dijo Gregorio mientras estaba al volante y mirando por el reflector.
-¿Cómo?- preguntó Leonardo con voz frágil.
-Sabía que esto pasaría, así que fui a buscarlos.
-Ah, muy bien. Todo me queda claro- dijo Leonardo siendo sarcástico.
Al llegar a la casa de Edith estacionaron el coche afuera para no abrir las puertas del estacionamiento . Era una casa muy grande, nadie podría imaginarse que la familia tan particular que estaba a punto de terminar en medio de una tragedia podía vivir en una casa tan lujosa, cada parte de aquella casa parecía estar hecha con materiales caros y con tanto detalle que dejaban a las personas que pasaban muy asombradas.
Cuando Edith abrió la puerta para dejar a pasar a Leonardo dentro de la casa estaba su hijo mayor cargando a su hermana en brazos y emitiendo risas, el chico se detuvo en cuanto vio a su madre en condiciones tan severas, la tristeza y la preocupación lo invadió, así que el chico comenzó a preguntar gritando.
-¿Qué te ha ocurrido? ¿Quién fue? ¡Mamá!
Los gritos de su hermana pequeña se hicieron presentes en aquella casa al ver a su madre. Para Leonardo había sido el día más extraño de su vida, no tardaría mucho en ponerse a gritar como lo estaban haciendo ellos.
-No se preocupen por su Madre, estará bien, Michelle tiene botiquín ¿No es así Michelle?
-Claro, señor.
-Niños, suban a sus recamaras, estaré bien.
-Michelle ¿Puedes acompañar a los niños a sus habitaciones? Yo y Leo nos encargamos.
A Leonardo parecía incomodarle aquella idea, pero sabía que era su primer día de trabajo y no desaprovecharía aquella oportunidad que Gregorio le ofrecía.
Cuando Michelle desapareció junto con los niños, Edith tomó asiento e invitó a los otros dos caballeros a hacer lo mismo.
-Éste no era el trato, Gregorio.
-Te equivocas Edith- sacó de entre se saco un papel tamaño carta sin ninguna arruga y lo puso sobre la mesa-. Puedes leerlo si quieres, al parecer no lo leíste completo.
-¡No me importa, tienes que arreglar esto ahora!
-Edith, el contrato dice claramente que no habrá ayuda extra. No nos hacemos cargo de decisiones erróneas o de la ignorancia que el cliente pueda tener.
-¿No me escuchaste? ¡Resuelve esta maldita locura!
-Leonardo ¿Puedes leer esto?-le dio la hoja a Leonardo- lo que está subrayado de rojo.
-S...Si, señor.
Se le otorga al cliente el poder de elegir quien puede ser el amante. Es decisión del cliente qué es lo que quiere hacer con el amante, se garantiza al cien porciento el enamoramiento de la persona que el cliente elija.
No nos hacemos responsables por la confidencialidad del amorío...
-Detente, Leo. Edith ¿Hay algo que no te haya dicho a cerca de esto?
Hubo silencio, la mirada de Edith transmitía furia y preocupación al mismo tiempo, Leonardo tomaba la hoja y mirando hacia Edith.
-Continúa Leo.
-¡No! ¡Basta! Ya entendí, gracias.- la voz de Edith era suave después de los gritos.
-Edith, tú elegiste esto; es tu responsabilidad y por lo tanto tu decisión. Yo vine aquí para venir por mi pago ¿Recuerdas?
-Si... pero ¿Qué es lo que quieres?
-Yo te recuerdo que lo que debo tomar de ti, es algo de igual peso o valor a lo que yo te he concedido ¿De acuerdo?
-Lo sé, toma lo que quieras.
-Llama a tu hijo
-¿Qué? ¡Eso no!
-Edith, tú me pediste un amante forzado, yo debo llevarme a alguien que ames.
-Por favor no... ¡Ya sé! Puedes llevarte a mi esposo, si tú quieres...
-Edith, tú y yo sabemos que dejaste de amar a tu esposo desde el día en que lo viste serte infiel con una amiga tuya.
Edith comenzaba con sollozos, las lagrimas salieron antes de lo esperado de sus ojos, pero ella no las limpiaba.
-Decidiste hacer daño de la misma manera en que te lo hicieron a ti, no fuiste racional, actuaste como aquel animal que es atacado y tiene que desquitarse- Gregorio se puso de pie y gritó-¡Michelle!
-Señor ¿Quiere que vaya a busc...
Michelle bajaba las escaleras acompañado del hijo mayor de Edith. Una vez abajo el chico habló.
-Mamá ¿Qué sucede?- la voz frágil de aquel chico hacían que Edith temblara y dejara escapar el llanto.
-Leonardo y Michelle, tomen al niño y no lo dejen correr hacia su madre.
Leonardo lo hizo de inmediato y sin pensarlo dos veces, después de todo era su jefe quien se lo había ordenado.
-Chico, escucha muy bien lo que le diré a tu madre ¿Está bien?
-Si-dijo el niño mientras era sujetado por los hombros, con las manos de Michelle y Leonardo.
-Tu padre le ha sido infiel a tu madre con una de sus amigas y como venganza, tu madre le ha sido infiel a tu padre con tu tío Oscar, tu padre se encuentra probablemente detenido después de un accidente que tu padre ocasionó asesinando a tu tío sin saber que aquel hombre que iba al volante era tu tío. Tu padre estará algunos años en la cárcel dentro de muy poco tiempo por homicidio culposo- se dirigió a Leonardo- ¿No es así mi abogado?
Pero Leonardo no respondió.
El chico no pudo contenerse y empezó a llorar y gritar.
-¡Noo! ¡Mi padre noo!
Gregorio se dirigió hacia Edith y comenzó a hablar de nuevo.
-El precio se pagó, el contrato es tuyo- dejó caer la hoja sobre las manos de Edith que estaban con las palmas hacia arriba e inmóviles.
-Chico, solo tú puedes evitar que tu padre sea encarcelado- Gregorio sacó de su saco nuevamente un nuevo papel con texto- Si firmas esto nada ni nadie podrá hacerle algo a tu padre, pero la condición es...
Edith interrumpió tomando la hoja y gritando
-¡Lárguense de aquí! ¡Ya hiciste suficiente! ¡Destrozaste a mi familia!
-Nadie hizo daño a esta familia mas que tú-Gregorio le arrebató la hoja a Edith y Michelle tomó a Edith de ambos brazos para tranquilizarla-. Niño, si quieres salvar a tu padre puedes firmar esto y salvarlo de ir a prisión, pero tendrás que pagar con algo de igual valor- Gregorio puso el papel sobre la mesa de centro de la sala junto con un bolígrafo-. Es tu decisión, léelo con atención.
-Dinero no nos haces falta-tomó el bolígrafo y firmó-. Quiero a mi padre de vuelta.
-¡No! ¡Hijo no!
-La decisión ya está tomada, fue un placer servirles. Buena tarde- Gregorio se retiró primero y antes de salir dijo- Michelle, no traigas el contrato del chico.
Leonardo salió sin decir una palabra junto con Michelle, miró hacia atrás antes de subir al auto y vio al hijo de Edith salir corriendo de la casa, al parecer Edith no intentó ni salir detrás de su hijo, ni siquiera a cerrar la puerta. Gregorio, Michelle y Leo se encontraban ya dentro del auto, el motor se encendió y Michelle advirtió que se pusieran los cinturones, el automóvil llevaba una velocidad más allá del límite establecido, pero a Leonardo no le importó, estaba angustiado por aquella familia y por la que pudo ser la de él.
Al llegar afuera del edificio de Leonardo, Michelle se estacionó justo en la entrada.
-Gregorio
-Dime, Leo.
-No entiendo
-¿Qué?
-¿Con qué pagó Edith su amante?
-¿No lo sabes? Es fácil. Ella forzó un amor, fue hacia mi pidiendo un amor. Le costó otro... el de su hijo ¿Tú crees que aquel chico va a perdonar lo que su madre hizo?
-Pero su papá también fue infiel ¿Cuál es la diferencia?
-El amor que un varón le tiene a su madre es admirable, es como ninguno, es de los amores más puros. Pero cuando la madre deja a un lado su papel, el hijo tiene que buscar a alguien más en su lugar. En este caso tenía a sus dos padres; una madre y un padre, si aquél chico no tuviera madre hubiera buscado una novia, tal vez a su tía o a su abuela y hasta al final a su padre. El punto es que, cuando la madre hace algo para merecer el odio, ya sea temporal o definitivo de su hijo, es proporcional al amor que este le tenía y entonces es ahí cuando el hijo olvida por un momento que su madre es su madre y desea no ser su hijo mientras la ira está en él. En cambio el padre para el hijo varón es distinto, el hijo no tiene el mismo cariño por su padre que por su madre. No hay que ser ningún sabio o científico para saberlo, está en la naturaleza del ser humano.
Ese chico firmó sin pensarlo, hizo lo mismo que su madre, se dejó llevar por la ira y lo que quería era venganza, él sabía que cuando su padre regresara, su madre estaría en problemas. Por eso firmó para nivelar el daño que su madre hizo, no a su padre ni a su familia sino personalmente a él.
-Es una locura- dijo Leonardo abriendo la puerta del coche- Que tengan buena noche.
-Buenas noches Leonardo, nos vemos mañana en el trabajo a primera hora.
De espaldas al coche y caminando al interior del edificio dijo antes de alejarse mucho en voz baja.
-No lo creo
A la mañana siguiente estaba en todos los diarios la noticia que tenía a la ciudad de cabeza, uno o más encabezados vulgares estaban en cada diario amarillento de la ciudad "Venganza por infidelidad". Era despreciable, parecía una broma pero así era, la noticia corría por toda la ciudad y no tardó mucho en llegar a Leonardo.
Al abrirse el elevador Michelle esperaba a Leo, tenía una sonrisa brillante y enriquecedora para cualquiera que mirara, pero Leonardo la ignoró por completo y fue directamente a la oficina de Gregorio.
El periódico cayó sobre el escritorio de Gregorio y el volteó hacia Leonardo que estaba de pie.
-¿Qué pasa Leo? ¿Todo bien?
-¿Cómo puede actuar como si nada hubiera pasado? ¿Ya leyó la nota?
-No es necesario- sacó del cajón un puro y lo encendió en cuestión de segundos-. Era obvio que pasaría pero el pago del chico está hecho.
-¿De qué habla? ¿En el contrato decía que su padre mataría a su madre?
-Es que no fue su padre
Una ola de calor recorrió a Leonardo al escuchar eso e imaginar lo que estaba a punto de decirle Gregorio.
-El chico decidió liberar a su padre, pero en su lugar debía estar alguien, a lo mejor no en el mismo lugar ni en el mismo tiempo, la verdad es que no esperaba que muriera tan pronto-inhaló humo del puro y lo dejó salir por la nariz. La oficina estaba comenzando a llenarse de humo, no había ventanas abiertas pero el humo se mantenía en corrientes, como la última vez que Leo estuvo ahí-. El liberar a alguien de cualquier tipo de privación merece poner a otra persona en su lugar, de este modo hay balance, si todo el mundo fuera libre y no fuera castigado por sus actos... el mundo sería peor de lo que lo conocemos, a pesar de todo el sistema trata de hacer justicia, tú deberías saber eso.
-Pero entonces...¿Quién mató a Edith?
-¿Quien más?...Su hijo
-Pero...¿Por qué hizo eso?
-Porque su padre iba a hacerlo ¿Qué caso tendría haber firmado y liberado al padre, si de todos modos volvería a prisión? El chico estaba consiente que tenía que pagar y lo hizo. El contrato se siguió.
-Pero la prensa...
-No puedo creer que en pleno siglo veintiuno te sigas fiando de los periódicos, pronto se descubrirá que el asesino no es el padre...
-Es horrible
-¡Ah por cierto! Aún te queda otra parte del contrato por leer ¡Michelle!
-Aquí está señor
-Leo, es tu elección... yo te ofrezco lo que tu corazón desea, yo sólo te pido algo de igual valor y sin trampas, todo es justo. Yo te devuelvo la felicidad y tú me das la tuya.
-Señor, esto no puede ser real.
-Lo es.
-Debo irme a casa.
-Llévatelo y regresa aquí para firmarlo conmigo.
-Hasta entonces, señor.
Al día siguiente Leo estaba atravesando el elevador y pasó con Michelle, se saludaron cordialmente pero Leo tenía un gesto de enojo y seriedad. Michelle le abrió la doble puerta de Gregorio y Leonardo pasó.
-Buenos días Gregorio- dijo cambiando la expresión que llevaba a una más cordial.
Gregorio giró su silla y quitándose el puro de la boca miró a Leonardo con una gran sonrisa.
-Bienvenido de nuevo Leonardo
-¿Dónde firmo?
Ambos dejaron expresar una gran sonrisa en sus rostros y la doble puerta se cerró pero esta vez haciendo ruido agradable para todos al cerrarse.
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Casos de otoño
RandomEn cualquier parte de este mundo al que muchos tenemos acceso ocurren situaciones que pocas veces describimos como lo normal. Hay lecciones que se aprenden y otras muchas que se quedan sin siquiera conocer. Cuando Leonardo conoce a su jefe, su vida...