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13 de septiembre, 2015

Narra Winter

—Nena, ya puedes empezar a empaquetar tus cosas, mañana tienes que irte.—Dice Brandon quien se encuentra apoyado en el marco de la puerta de la que fue estos casi seis meses mi habitación.

Me acerco a sus labios y me estampo sobre ellos ferozmente. Al instante desliza sus manos hasta mi culo mientras introduce su lengua en mi boca. Salvaje, me encanta.

Nos separamos por falta de aire, su boca ahora esta en mi cuello depositando pequeños besos , cierro mis ojos sintiendo escalofríos.

—Voy a echar de menos esto.—Susurra en mi oído, yo sonrío al instante.

—¿Estas enamorado, querido?—Juego.

—Eso nunca.—Ríe sarcástico antes de volver a besar mis labios con fuerza.

Conocí a Brandon una semana después de llegar al internado. Estaba en mi misma clase, a ambos nos echaron por no atender y allí empezamos una conversación, su boca estuvo en la mía a los treinta minutos. Me atrajo desde el primer instante, quizá porque sus ojos negros como el carbón y su pelo rubio hacían un contraste precioso, único. Dejamos claro que no tendríamos nada serio, que sólo nos divertiríamos juntos y así fue y sigue siendo.

—¿Vendrás a visitarme?

—Si tengo tiempo sí, preciosa.

Antes de separarme le doy un último beso, luego le pido que me deje sola, ya que quiero hacer mis maletas y necesito estar concentrada si no quiero olvidarme nada. El acepta sin antes suplicarme que me pase por su habitación esta noche, a la hora de siempre. Le guiño un ojo en forma de respuesta y sonriendo abandona mi cuarto.

Las próximas horas las paso empaquetando mis cosas y guardándolas. Al acabar estoy totalmente sudada. Me deshago del aburrido uniforme y envuelvo mi cuerpo en una toalla, antes de salir de mi habitación para ir al cuarto de baño.

Aquí las duchas son comunes para todas las chicas del internado, por lo que  tengo que esperar quince minutos hasta que una ducha queda libre. Me tomo mi tiempo para lavarme  y al acabar envuelvo de nuevo mi cuerpo en la toalla antes de volver a mi habitación.

Me pongo ropa interior sencilla, y luego unos simples pantalones de chandal negros con una camiseta de asas del mismo color. Me seco un poco el pelo con la toalla y listo.

Salgo de la habitación a escondidas, como esperaba las luces están apagadas dada la hora que es. Cruzo el pasillo de las chicas y llego al de los chicos. Toco a la puerta de la habitación número 37 y esta se abre al instante.

—Nena—susurra Brandon antes de besarme. De un salto enrosco mis piernas en su cadera mientras sigo el beso, aumentando la intensidad.

—Quiero regalarte algo.—Me deja sobre la cama y empieza a rebuscar entre su armario.

—¿El qué?—Pregunto, no puedo evitar sentirme intrigada.

Saca de debajo de sus camisetas anchas la máquina de tatuajes. Oh, ¿Se habrá decidido porfin a hacerme uno?

—Te haré el que tu quieras, sólo pídemelo.

Me pongo a pensar si de verdad quiero otro tatuaje. Y bueno, es obvio que si que quiero uno nuevo. El tatuarse es como una droga, al hacerse el primero ya no puedes parar. Yo ya tengo 5, el candado en la muñeca que me había tatuado con Lyly antes del accidente, la mitad de la luna en el hombro izquierdo, un copo de nieve en el tobillo en honor a mi nuevo nombre, la palabra sister en la parte trasera del cuello y una A para nunca olvidar a la pequeña niña alegre que solía ser.

—Quiero una llama de fuego, en la cintura.—Digo después de haberme decidido.

—¿Puedo preguntar el porqué?

—Para nunca olvidar esta etapa de mi vida, porque a partir de mañana no habrá más que hielo en mi corazón.

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2015 ⏰

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