Única parte.

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El olor a antiséptico, medicina y desinfectante inundaba todo el lugar de manera casi escalofriante, provocando que su cuerpo se tensara inconscientemente, aturdiendo sus sentidos. Pero bueno, ¿qué más se podía esperar de un hospital? A JongDae nunca le habían gustado los hospitales y de hecho, entre más alejado estuviera de uno, mejor. Le parecían lugares siniestros, sin vida, capaces de matar cualquier ápice de emoción existente. Pudiera sólo estar exagerando, pero no le importaba.

En otra situación, muy probablemente hubiera salido corriendo por las puertas de cristal del lugar sin importarle quién se quedara ahí; como la vez en que ChanYeol se había fracturado el tobillo y luego de asegurarse de que estaba bien atendido por las enfermeras salió casi que corriendo del sitio, a pesar de que luego de eso se llevó el reproche de su vida por ser tan "pésimo amigo" en palabras del más alto.

Lo que hubiera dado por que fuera ChanYeol con otro tobillo roto el que estuviera en uno de los cuartos de ese hospital...

Dejó caer el peso completo de su agotado cuerpo en una de las tantas sillas plásticas de la sala de espera y cerró los ojos, echando la cabeza hacía atrás. El trigésimo cuarto vaso con café instantáneo que tenía entre las manos humeaba por la temperatura del líquido que contenía y sin embargo, los dedos los sentía entumecidos; como si los hubiera enterrado en la nieve que cubría el exterior durante horas y le hubieran quedado tan rígidos como varas de hierro recién fabricadas.

Guardó silencio, aislándose de cualquier ruido exterior. Callado. Como un niño dormido que puede despertarse con el más efímero ruido.

Su mente vagaba por sus recuerdos, escarbando en las memorias, buscando uno en específico.

Un día soleado de abril.

Recordaba cómo fue que sus pantalones se mojaron del jugo de naranja que él mismo había derramado por accidente cuando se distrajo por fijar su atención en MinSeok cuando éste pasó por delante de él, ajeno a su presencia. Incluso después de que el chico dejara la cafetería, JongDae permaneció con la mirada clavada en la dirección por la que se había ido como por tres minutos hasta que, para su buena o mala suerte, la campana sonó; devolviendo a la realidad en la cual tenía los pantalones mojados de jugo y un examen de procesos psicológicos que determinaría su calificación final.

Sip, JongDae se había enamorado de aquel chico de último semestre con carita de baozi y cabellos pelirrojos llamado Kim MinSeok. Una estupidez, sin duda, teniendo en cuenta que apenas y lo conocía de vista y nunca le había dedicado más de un par de monosílabos cuando chocaba "accidentalmente" con él por los pasillos de la Universidad; pero eso no evitó que su corazón se prendara al mayor, gritando de manera muda que ese chico era el amor de su vida. Y como es de idiotas hacer idioteces, JongDae le hizo caso.

Ya había perdido la cuenta de cuantos días había pasado por la florería del centro antes de llegar a la Universidad para comprar una rosa de bolsillo con la intención de decirle al mayor lo que sentía por él, pero siempre que lo veía acercarse terminaba dando media vuelta sobre sus pasos para recibir un reproche por su cobardía (cortesía de ChanYeol), apenas llegar al departamento que compartían. Todo para volverlo a intentar al día siguiente con una nueva flor.

Un día lluvioso de mayo.

La imagen de él mirando despreocupadamente por la ventana del aula mientras el profesor de neuropsicología impartía la clase se instaló en su mente, haciéndolo sonreír. Ese día había pasado a convertirse en uno de sus favoritos.

Generalmente ese tipo de clima le provocaba una enorme sensación de sueño, y en esa ocasión no fue diferente. Los ojos se le cerraban de vez en vez cada pocos minutos hasta que en un momento dado, la mano en la que tenía apoyada la barbilla resbaló, haciendo que su rostro chocara en la superficie de madera sintética; atrayendo varias miradas curiosas, entre las cuales se encontraba la de su profesor.

un mundo contigo; chenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora