Mis problemas comenzaron cuando me di cuenta que me Gustaba Kuro-chin. Y principalmente lo es porque nos llevamos bien fuera de la cancha, pero dentro es una cosa completamente diferente. No nos entendemos para nada.
El mismo Kuro-chin lo dice, que soy de las personas que más le agradan, es solo que como deportistas no podemos comprender los pensamientos del otro. Y esto es lo que realmente me molesta.
Usualmente discutíamos en los entrenamientos, y al salir actuaba como si nada pasara. La verdad es que eso me exasperaba demasiado, me molestaba, pero mágicamente siempre se acercaba a mí con un vale otro en dulces... Si, con eso se me olvidaba todo.
- ¿Cómo es que siempre los abstienes? a mí nunca me salen...-
- No lo sé, pero últimamente cada vez que compro un dulce espero que me salga un vale otro para regalártelo, Murasakibara-kun -
- Kuro-chin dice cosas vergonzosas... pero no importa, mientras me des los vale otros puedes decir lo que quieras-
- ¿Cómo debería tomarme eso?
- Pues como quieras... no creo que sea muy importante realmente. -
De los 5 días en la semana que veía a Kuro-chin por lo menos 4 días tenía un vale otro en dulces o paletas de helado para mi, era como si hiciera magia. Mine-chin siempre intentaba quitárselos por ello comencé a vigilarlo, y para cuando me di cuenta ya andaba con Kuro-chin en los almuerzos y a la salida de los entrenamientos. Al principio era solo para cuidar mis valiosos vale otro, pero luego ya no era solo por eso, era muy agradable pasar el tiempo con él ya que al contrario de Mine-chin y Se-chin no era alguien ruidoso, Mido-chin es muy estricto y sinceramente era una molestia, siempre me criticaba por todo, en cambio Kuro-chin solo me miraba y me dedicaba una pequeña sonrisa.
Se podría decir que él y yo teníamos una amistad basada en el amor y en el odio, al menos por mi parte, no creo que Kuro-chin sea capaz de odiar a alguien, pero cuando discutíamos en verdad deseaba no volver a hablar con él, tan insistente e intenso, demasiado cansador discutir con él en las practicas. Con el tiempo comencé a odiar la facilidad con la que lograba contentarme, pasaba de estar haciendo muecas de disgustos a recargar mi cabeza sobre la suya. Luego descubrí porque me molestaba tanto. Yo sabía que Kuro-chin no podría ganarme jamás en un uno a uno, su basquet era completamente inservible en esa situación, por ende me negaba a oírlo. Con Aka-chin era diferente, sabía que a él no podía ganarle y por ello acataba todo lo que me dijera, pero Kuro-chin no era así, siempre creí que era la persona menos indicada para darme sermones.
Pero la gota que rebalsó el vaso fue cuando me criticó por eso mismo.
Esa tarde Aka-chin nos castigó por haber discutido a mitad de la práctica, debíamos limpiar, guardar los balones y cerrar el gimnasio.
- Ah~ que molesto es esto...¿Por qué tengo que quedarme hasta más tarde por culpa tuya Kuro-chin? en verdad eres molesto-
- No hay nada que podamos hacer al respecto Murasakibara-kun, fueron ordenes del capitán.-
Kuro-chin guardaba los balones y yo recogía los conos para llevarlos a la bodega.
- Si Aka-chin lo dice entonces no me queda de otra... -
Note que se quedaba de pie mirándome con un balón en las manos, pero luego repentinamente me lo lanzó a la cara, como yo sostenía los conos no tuve tiempo de atraparlo por lo que impactó contra mi cabeza.
- Hah!! ¿Kuro-chin que te pasa?-
Dejé que todo se fuera al piso, y a pasos gigantes me dirigí hacia él, estaba molesto y lo más problemático era su rostro, ese ceño fruncido. Conocía muy bien esa expresión a esas alturas, una expresión tan obstinada como sus convicciones.
