Al fin las clases se habían detenido para darle paso al descanso, el único tiempo que él tenia para verla. Con entusiasmo se levantó de su puesto y se dispuso a ser el primero en salir de su aula, tenia que apresurarse para aprovechar cada minuto de su presencia. Con paso apresurado esquivaba las personas que se pusiesen en su camino, no le importaba tener que atravesar un mar de gente para poder verla. Su presencia le tintaba el día de color aunque el día era gris, la mayoría de los estudiantes no se animaban a salir del centro estudiantil por miedo a arruinar su vestuario o parte de su peinado. El asunto de socializar no le llamaba la atención ya que él no necesitaba corresponder un saludo para sentirse bien, ni recibir unas palmadas en la espalda para sentirse importante, a él simplemente no le interesaba.
Con entusiasmo siguió abriéndose paso entre los estudiantes para poder verla. Él sabia que ella saldría del edificio a aquel banco donde se suele sentar a leer, almorzar e incluso socializar con otros chicos que no era él. Ella y él no se parecían tal vez eso los volvió tan lejanos como ahora se encuentran.
Ella se ve fría pero no lo es. En realidad es muy dulce y tierna, solo tiene miedo a que la lastimen otra vez. Al menos, eso recordaba de ella. Él se consideraba loco, loco por ir corriendo al otro extremo del instituto para observar a la niña que nunca lo amó, loco por solo tenerla a ella en su mente y cuando la tiene frente a el no puede pronunciar palabra alguna, loco por pensar, calcular y memorizar las conversaciones que tendría con ella y quedar mudo ante su presencia, Loco.
Loco, por extrañar a alguien que probablemente ni piense en él. Loco por enamorarse de alguien que no sabe de su existencia. Es un lunático, que ama su abismo.
Respirando velozmente, buscó con entusiasmo a la niña que no lo dejaba dormir. Recorrió el campo en busca de la castaña que no aparecía. Agarró las mangas de su abrigo y se dedicó a esperar.
Las agujas del reloj avanzaban velozmente y no podía encontrarla por ningún lado,con impaciencia él miraba el banco que seguía vacío al igual que el resto del lugar, hasta que, la niña que no dejaba de pensar caminaba a paso lento y calmado.
Sus latidos se aceleraron y no pudo evitar sonreír como lo hacia siempre que la miraba caminar tan cerca y a la vez tan lejos, tan fuera de su alcance, tan distante a él.
Se veía hermosa, con un gran abrigo de lana y una pollera negra que no cubría gran parte de sus blancas y hermosas piernas, parecía no haberse arreglado mucho, llevaba el pelo recogido y sus mejillas eran tan blancas que el rosado se destacaba en las mismas. Se veía hermosa. Como siempre..
Quería volver a hablarle, oír su voz. Pero no sabia como aproximarse a ella y tener una conversación común y corriente, si tan solo llegaría a hacerlo paralizaría ese instante en su cabeza, y lo reviviría en cada momento.
¿Como se volvieron tan distantes cuando antes no se separaban? Tal vez la culpa fue de los dos pero el dolor se lo quedó él. Le dolía no poder sostener su mano, abrazarla cuantas veces quisiera. Tuvo que ver como se volvía distante, fría e independiente de si misma.
La culpa era de los dos, por tener ese pensamiento egoísta que los destrozaba por dentro pero aun así no cambiaban de opinión.
"Si te quiere te buscará"
Los dos pensaron lo mismo.
Y ahí fue que todo terminó.En su orgullo insano y la necesidad natural de quererse el uno al otro.
El podría pasar horas observándola, tal vez no se hablan, pero eso a él le basta. Algún día su nombre volverá a estar en sus labios, el tenia esa fe. Pero su corazón se detuvo al igual que su respiración cuando ella dejó de apuntar en aquel cuaderno y lo miró, no observó la silueta de aquella persona que cerca de ella vagaba, no, lo miró directo a los ojos, asiéndole sentir que sabia que estaba ahí por ella y eso ella lo tenia presente.
Su mirar se suavizó al verlo de pie pidiendo mil y un deseos en silencio, eso a ella le hacia olvidar su ego por unos minutos y le hacia soltar una sonrisa de comprensión.
Pero entre un choque de miradas, una sonrisa de ella, para él es el mejor accidente.
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Querida desconocida[Editándose]
RomanceSonrisas tensas, besos hipócrita; irónicamente las personas que quieres con más fuerzas son aquellas que en ocasiones te hacen más debil. El problema fue pensar que mientras tú no me valorabas nadie más lo haría, porque existen personas que no te qu...