Por alguna extraña razón esa noche comenzó a dar vueltas en la cama. No sabía si era por la fuerte tormenta, o simplemente porque comprendía y sentía que algo le faltaba. Una incomodidad llenó sus pulmones, como si fuera el mismo aire que respiraba. Procuró ser cuidadoso, mientras veía la silueta de la mujer a su lado. Sabía muy bien lo malhumorada que se pondría si llegaba a despertarla del todo. Se preguntaba si era por el calor, pero hacía tiempo que no lo sentía acostado al lado de su "novia". ¿Novia? 3 años y aún sonaba raro de pensar.
-Tom, ¿quieres dejar de dar vueltas en la cama de una jodida vez? -Un fuerte bostezo se escuchó por la habitación, mientras sentía cómo la persona a su lado tiraba de las sábanas para cubrirse aún más.
-Uhm... Sí, lo siento. Sigue durmiendo. Yo... creo que voy por un vaso de agua- El pelinegro se destapó de forma prudente, y apoyó los pies en el frío suelo de mármol. No se molestó en ponerse la remera, y simplemente se acomodó el pijama de jogging gris que caía perfectamente sobre sus caderas. Salió del cuarto y cerró lentamente la puerta de la habitación observando como la mujer daba vueltas en la cama apoderándose de toda su longitud y emitiendo un leve ronquido.
Se dirigió al baño. Aún sentía esa molestia en el pecho. Se lavó el rostro con agua fría y luego se sostuvo con las manos en el lavabo. Levantó la vista y vio el reflejo del hombre con pelo negro atado en un bollo, con una cantidad de mechas rebeldes escapándose de él. El piercing en el labio, sus ojos color miel, y su barba de hace meses. Dio un suspiro y desvió la mirada de su propio reflejo para buscar la toalla a su lado. Mientras se secaba las últimas gotas un ruido detuvo su acción por completo. Paró en alerta y asomó su cabeza por la puerta, observando la oscuridad del primer piso de su casa. Otro estruendo. Se dirigió lentamente hacia las escaleras, cuidando cada movimiento que realizara. Bajó preocupado, pero con los puños en alto preparado para quien sea que haya entrado a su hogar. De pronto se detuvo al oír el golpe seco en el suelo y una risa contenida. Al llegar a la planta baja, encendió la luz y pudo observar un cuerpo recostado en el piso, con un abrigo colgando sobre su cabeza, empapado y descojonándose de risa en plena sala.
-Mierda, Bill...- Se apresuró a donde estaba su hermano gemelo, y tomó sus brazos para levantarlo. Lo cual no funcionó demasiado, ya que el rubio apenas podía apoyar sus piernas en el suelo para quedar en pie. El sofá, que no estaba muy lejos, sirvió de soporte ante semejante desastre. -Ya, Bill, quédate ahí- Lo acomodó y se posicionó de cuclillas frente a él, quitando la campera de su cabeza- ¿Que carajos haces con esto allí?
El rubio comenzó a reírse estrepitosamente- Es que, llueve y -Seguía con sus carcajadas- Y... y... me lo puse para no mojarme, pero no veía ni puta mierda a donde iba- El menor se revolcó en el sillón apretando su estómago de la risa.
-Si... no sirvió de mucho, estas empapado Bill...- El mayor le quitó las botas al otro, las cuales chorreaban liquido de lo empapadas que estaban- Ven, tienes que sacarte esto, estas mojado de pies a cabeza estúpido- Intentó levantarlo pero el rubio soltó su agarre. Se estiró en el sillón levantando las piernas de forma sensual, acariciando sus costados- Uy si... ya quieres ver este cuerpecito ¿no?- Y el rubio empezó a descojonarse de risa.
Tom rodó los ojos y sé dio cuenta que la borrachera que su hermano tenía encima en verdad era tremenda. Sí, lo era como para volver a tocar ese tema que ya habían dejado atrás hace unos cuantos años... Lo levantó de golpe y prácticamente lo arrastró hacia la habitación de huéspedes de la planta baja, lugar donde todas las noches como esa, Bill terminaba durmiendo al no poder coordinar sus piernas para subir las escaleras. El mayor llevó al rubio mientras este pataleaba gritando que le suelte, pero el escándalo terminó en el momento en el cual Bill sintió una humedad fría recorrer toda su espalda.