- ¿Eres espía? – Jared se rió.
- Algo así. ¿Puedes pasar y te lo cuento todo? – asentí entrando en su casa. Me había imaginado un montón de veces entrar en su casa, pero en ningún caso había pensado que sería bajos esas circunstancias. – Siéntete como en tu casa.
- Jared ahora mismo no sé quién eres, así que no me digas que me sienta como en casa porque estoy a punto de salir corriendo. – su casa era algo así como enorme, pero ahora no podía centrarme en eso; mi novio era un espía, o eso decía él. No sería con el primer loco que me topaba.
- Vale, vamos a sentarnos en el sofá. – dijo sentándose y dejándome sitio; me senté lo más alejada de él, aquello me superaba. Había entrado en su casa, en casa de un conocido al que desconocía. Genial. – Está bien ¿por dónde quieres que empiece?
- La gente normal suele empezar por el principio. – el sarcasmo era la único que me quedaba.
- Esto a va ser difícil, pero lo haré lo mejor pueda. A ver, mis padres me abandonaron cuando era un niño, creo que tenía unos cinco años; la familia que me acogió me maltrató durante unos cinco años hasta que me escapé...
- Dios Jared... - alargué la mano hasta tocar la suya, me la besó y luego la apretó fuerte. Tragué saliva, no podía mentirme en aquello.
- No sé cómo, una mujer me recogió en la calle y cuidó de mí hasta que mis heridas sanaron y fui capaz de valerme por mi mismo, bueno, todo lo que puede valerse por sí mismo un niño de diez años. – sonrió con tristeza – Fue un día, cuando yo volvía a casa de mi salvadora, vi a unos chicos pegar a un chico más pequeño, patearle hasta que la sangre empezó a salirle por la boca; aunque eran más mayores que yo y, obviamente más fuertes, me metí entre el chaval y sus abusadores. Ya te puedes imaginar cómo acabó. Pero mi salvadora estaba allí, volvió a salvarme la vida. Nos acogió a mí y al chico y sin nosotros saberlo nos fue entrenando para acabar siendo lo que hoy somos. Con el tiempo se dio cuenta de que yo era bueno peleando y Ben con los ordenadores. Nosotros al principio no sabíamos nada de ella, hasta que a los dieciséis años nos llevó por primera vez a la Agencia, una institución gubernamental secreta que se encarga del espionaje, algo así como el MI6. Lo sé, parece una película, pero nada más real. Ah y en las pelis lo exageran todo mucho pero para que te hagas una idea de lo que hacemos. Laura, nuestra "madre" era la directora de la Agencia y desde entonces Ben y yo empezamos a trabajar para ella. Al principio se negó pero al final aceptó y, aunque nos mandaba trabajos sencillos y sin peligro, fuimos subiendo de nivel hasta convertirnos en los agentes más jóvenes con mayor acreditación. Pero las cosas no son perfectas y mientras Ben y yo estábamos en una misión en Singapur...
- ¿Has estado en Singapur? – pregunté sin poder aguantarme, la manera en como lo contaba parecía real.
- Sí, he estado en medio mundo. – dijo riendo – Pero la cosa es que durante aquella misión algo falló, alguien había filtrado información que nos complicaba la misión. Cuando volvimos las cosas habían cambiado; había un topo en la Agencia y todos creían que era Laura, porque era la única que disponía de la información. Eso fue hace más o menos seis meses y desde entonces Ben y yo hemos estado intentando encontrar al verdadero topo mientras seguimos trabajando en la Agencia para no levantar sospechas. Laura dice que lo dejemos pero Ben y yo le debemos la vida y no vamos a parar hasta encontrar la verdad. Te estoy contando la historia resumida porque hay cosas que no puedes saber pero espero que te estés enterando de algo.
- ¿Qué tiene esto que ver conmigo, con nosotros? – pregunté sin saber que decir, esto era como un capítulo de alguna serie de espías sólo que más raro aún.
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Mi ángel guardián, un espía
RomanceElla una chica universitaria. Él un agente secreto. ¿Qué pasa cuando te enamoras de un espía? Danae estudia Derecho en la universidad, sale con un chico que resulta ser un agente secreto. De la noche a la mañana Danae se ve envuelta en un mundo que...