Capítulo 4

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- ¿Eres espía? – Jared se rió.

- Algo así. ¿Puedes pasar y te lo cuento todo? – asentí entrando en su casa. Me había imaginado un montón de veces entrar en su casa, pero en ningún caso había pensado que sería bajos esas circunstancias. – Siéntete como en tu casa.

- Jared ahora mismo no sé quién eres, así que no me digas que me sienta como en casa porque estoy a punto de salir corriendo. – su casa era algo así como enorme, pero ahora no podía centrarme en eso; mi novio era un espía, o eso decía él. No sería con el primer loco que me topaba.

- Vale, vamos a sentarnos en el sofá. – dijo sentándose y dejándome sitio; me senté lo más alejada de él, aquello me superaba. Había entrado en su casa, en casa de un conocido al que desconocía. Genial. – Está bien ¿por dónde quieres que empiece?

- La gente normal suele empezar por el principio. – el sarcasmo era la único que me quedaba.

- Esto a va ser difícil, pero lo haré lo mejor pueda. A ver, mis padres me abandonaron cuando era un niño, creo que tenía unos cinco años; la familia que me acogió me maltrató durante unos cinco años hasta que me escapé...

- Dios Jared... - alargué la mano hasta tocar la suya, me la besó y luego la apretó fuerte. Tragué saliva, no podía mentirme en aquello.

- No sé cómo, una mujer me recogió en la calle y cuidó de mí hasta que mis heridas sanaron y fui capaz de valerme por mi mismo, bueno, todo lo que puede valerse por sí mismo un niño de diez años. – sonrió con tristeza – Fue un día, cuando yo volvía a casa de mi salvadora, vi a unos chicos pegar a un chico más pequeño, patearle hasta que la sangre empezó a salirle por la boca; aunque eran más mayores que yo y, obviamente más fuertes, me metí entre el chaval y sus abusadores. Ya te puedes imaginar cómo acabó. Pero mi salvadora estaba allí, volvió a salvarme la vida. Nos acogió a mí y al chico y sin nosotros saberlo nos fue entrenando para acabar siendo lo que hoy somos. Con el tiempo se dio cuenta de que yo era bueno peleando y Ben con los ordenadores. Nosotros al principio no sabíamos nada de ella, hasta que a los dieciséis años nos llevó por primera vez a la Agencia, una institución gubernamental secreta que se encarga del espionaje, algo así como el MI6. Lo sé, parece una película, pero nada más real. Ah y en las pelis lo exageran todo mucho pero para que te hagas una idea de lo que hacemos. Laura, nuestra "madre" era la directora de la Agencia y desde entonces Ben y yo empezamos a trabajar para ella. Al principio se negó pero al final aceptó y, aunque nos mandaba trabajos sencillos y sin peligro, fuimos subiendo de nivel hasta convertirnos en los agentes más jóvenes con mayor acreditación. Pero las cosas no son perfectas y mientras Ben y yo estábamos en una misión en Singapur...

- ¿Has estado en Singapur? – pregunté sin poder aguantarme, la manera en como lo contaba parecía real.

- Sí, he estado en medio mundo. – dijo riendo – Pero la cosa es que durante aquella misión algo falló, alguien había filtrado información que nos complicaba la misión. Cuando volvimos las cosas habían cambiado; había un topo en la Agencia y todos creían que era Laura, porque era la única que disponía de la información. Eso fue hace más o menos seis meses y desde entonces Ben y yo hemos estado intentando encontrar al verdadero topo mientras seguimos trabajando en la Agencia para no levantar sospechas. Laura dice que lo dejemos pero Ben y yo le debemos la vida y no vamos a parar hasta encontrar la verdad. Te estoy contando la historia resumida porque hay cosas que no puedes saber pero espero que te estés enterando de algo.

- ¿Qué tiene esto que ver conmigo, con nosotros? – pregunté sin saber que decir, esto era como un capítulo de alguna serie de espías sólo que más raro aún.

Mi ángel guardián, un espíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora