Be My Body-Guard.

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Algunas chicas, a veces, sueñan con su príncipe azul; otras, van en busca de un chico que las haga sentirse seguras bajo la protección de sus brazos. En mi caso, yo también encontré a alguien que me hacía sentir segura, y que era tan encantador como cualquier otro príncipe. Pero ese alguien, era mi guardaespaldas... una chica.

Era bastante extraño que una chica como ella, tan delgada, que parecía que podría salir volando con tan sólo un soplo del lobo, pudiera ser la mejor guardaespaldas que había tenido hasta entonces. Muchos chicos intentaron seguirme el ritmo, pero nunca, nunca, pudieron cuidar de mí de la manera en la que ella lo hizo. En su momento, no lo entendí; pero ahora, no era tan difícil pensar que una mujer podía anticiparse a lo que la otra pudiera pensar.

Sin yo quererlo, Lee Hyeri se había convertido en mi ángel de la guarda.

Todo comenzó un fatídico jueves. Yo acababa de salir de un importante examen, del cual mi nota dependía completamente. No era que tuviera miedo a suspender; sino que tenía que mantenerme alta en la escala de la escuela. Solía quedar siempre entre los diez primeros, y sabía que sería recompensada por mi padre cuando se enterara de aquello. Según él, mi única responsabilidad eran los estudios.

A diferencia de lo que cualquiera podría creer, el Sr. Bang sí estaba pendiente de mí todo lo que le era posible, a pesar de que casi siempre estuviera ocupado con su trabajo. Mi madre, por ejemplo, era otra historia. Es por eso que él necesitaba tener a alguien que me vigilara y que velara por mí; varios de sus hombres no parecían ser suficientes. Es por eso que, sin esperármelo, él decidió que a partir de ese día, mi guardaespaldas sería una mujer.

Caminando despacio, con los auriculares puestos en mis orejas, escuchaba música despreocupada sin saber quién me iría a recoger. Reconocí el coche que siempre enviaba papá a por mí, pero no a quién me estaba esperando, apoyada contra la puerta del conductor, observando fijamente su reloj. Parecía ligeramente exasperada.

Me quedé parada, en medio de la calzada, examinándola de arriba a abajo. Era una chica bastante alta, delgada, con el cabello corto, castaño, recogido detrás de sus orejas, y con un auricular en la derecha. Vestía un smokin negro, con detalles y bordes blancos, junto con una corbata bien ajustada a su largo cuello. Su piel, oscura y broneada, era recubierta por una fina capa de BB-Cream; el color grisáceo de su rostro, la delataba. Y sus ojos, delineados por la raya tanto superior, como inferior, tenían una mirada bastante penetrante.

A mí, al principio, simplemente me pareció un chiste. Cubrí delicadamente mi boca, y riendo con suavidad, di los pocos pasos que me faltaban hacia el coche que esperaba a por mí. Todos tenían la vista clavada en nosotras; seguramente, estarían pensando que mi padre estaba loco.

Al reconocerme, la desconocida hizo una leve reverencia. "Annyeonghaseyo, Srta. Bang. Soy su nueva guardaespaldas, y chófer, Lee Hyeri. Espero que podamos levarnos bien a partir de ahora." Parpadeé varias veces, y asentí, sin decirle nada más. Ciertamente, tenía la ligera idea de que ella no duraría demasiado a mi lado, al igual que pasaba con los otros guardaespaldas.

No es que yo fuera problemática, ya que en comparación a mis amigas, mi comportamiento era bastante adecuado, y más teniendo en cuenta mi posición; el único problema conmigo, era que mi curiosidad siempre me llevaba a hacer cosas demasiado arriesgadas. No me gustaban las drogas, tampoco beber demasiado; simplemente, a veces, me iba a explorar mundo. Mis guardaespaldas, efectivamente, tenían que estar detrás de mí... Pero eso, me resultaba aburrido, por lo que siempre les daba esquinazo.

Básicamente, eso era lo que sucedía siempre conmigo. Mi padre, según creí, pensaba que ella, al ser mujer, podría llegar a comprenderme mejor, y tener más empatía que cualquier chico pudiera tener. Yo, sin embargo, lo dudaba bastante. No parecíamos tener absolutamente nada en común.

Be My Body-Guard // [hyemin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora