Una Muerte Bella

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-No solo son uno de los más magníficos inventos sociales, sino también una pieza cien por ciento necesaria para el correcto desempeño de nuestra sociedad- decía el presidente de Memories & Co. en una nueva y vacía entrevista de las cinco de la tarde-. Cada persona en nuestra sociedad posee un rol: quienes trabajan, quienes venden, quienes compran y (desde los últimos años) quienes viven.

<<Gracias a los transmisores neuronales y a múltiples avances en el desarrollo de realidades virtuales, hoy todos pueden vivir su propia aventura. Sólo necesitan elegir un aventurero, conectarse y empezar a sentir los sentimientos más sinceros que el mercado puede ofrecer.

<<Es consecuencia de este invento que la tasa de suicidios haya bajado un 20% en los últimos años. Aquellos quienes sufrían la falta de entretenimiento y la maldición pública de la rutina ya están salvándose. Y esta salvación se puede descargar por tan solo quince Bitcoins mensuales.

A muchos no les pareció una buena idea sacrificar toda su vida manteniéndose a ciegas frente a la muerte, sin poder gozar de la oportunidad de recordar su vida. Pero a él la oferta le llegó en un momento donde su vida carecía de valor. ¿Vivir con un propósito sin poder hacer uso de su memoria o morir mediocremente bajo sus propias manos?

Frente a opciones tan similares decidió la que prolongaría su vida. Tal vez pensando en la felicidad de sus semejantes, tal vez un inconsciente impulso de supervivencia...

Mediante una pequeña firma digital y el ingreso de un código cambió una constante e insufrible rutina por diferentes aventuras y anécdotas que jamás pudo relatar. El contrato especificaba cómo la empresa le sustraería la memoria al final de cada mes para vender todos aquellos momentos vividos a quienes jamás podrían vivir algo que no estuviera previsto por el mercado. "Tan simple como cortar y pegar" le explicaba uno de los agentes de la empresa.

Al principio de cada mes él se despertaba sin recordar mucho más que vagas imágenes sobre personas que alguna vez conoció. Eran demasiado reales para ser sueños, pero demasiado fugaces como para terminar de completarlas. Perfectas pesadillas. Nunca era consciente de dónde se encontraba o de lo que iba a pasar. Escrito en su muñeca descubría siempre un inexplicable tatuaje donde aclaraba "Cazador de Memorias, Vive el momento".

Aquel día despertó como de costumbre. Cuando la luz dejó de cegarlo y sus ojos se acostumbraron a ella, descubrió un cielo despejado y las hojas de unos árboles haciéndole sombra. Se sentó en el pasto donde había estado acostado, para descubrir frente a él unos bellísimos ojos que con similar asombro lo observaban. Desde una profundidad indefinida emitían un suave brillo que iluminaba aquella mirada de matices verdes y amarillos.

Cuando fue capaz de apreciar algo más que aquellos ojos descubrió una castaña cabellera que compartía el color con la corteza de los árboles que servían de telón para esta escena. Pudo apreciar, antes de que aquella bella persona desapareciese, unos finos y rojos labios que resaltaban de una tez pálida que fácilmente hubiera confundido con la nieve.

Y así como la descubrió, la vio desaparecer. Entró en la oscuridad del bosque y la paleta de colores que compartía con el paisaje le facilitó desaparecer sin dejar ningún tipo de rastro. Todo sucedió tan rápido que él no alcanzó a reaccionar. Fue nada más que un instante tan corto que hubiera sido difícil recordarlo, de no ser por aquella mirada. Fue tan impactante que le costó varios segundos recobrarse de aquella experiencia.

Cuando el efecto hipnotizante del matorral donde aquellos ojos ya no estaban desapareció, comenzó a buscar a su alrededor algunos objetos que le dieran una pista de donde estaba. No encontró más que un cuchillo de caza, una caja de galletas y una cantimplora vacía, además del denso bosque a su alrededor y el colchón de nieve sobre el que estaba acostado. Para defenderse del creciente frío y de la suave nieve, llevaba suficiente abrigo como para no congelarse, pero sin sacrificar movilidad. En sus pies gruesas botas preparadas para la montaña abrigaban sus pasos.

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