Haruka siempre fue delicado de salud, más amaba el agua mucho más que su propia vida. Todos sabían que Haruka tenía una fecha de expiración, pero nadie creyó que sería tan pronto. Con dolores pequeños la enfermedad comenzó a manifestarse y destruir a Haruka desde a dentro, en silencio.
— ¿Qué tanto miras, Makoto? —preguntó un día Haruka, con ese tono monótono y esa característica calma, más sus ojos mostraban una genuina curiosidad.
— A ti —respondió el castaño con una sonrisa y un ligero tono rosa en sus mejillas, Haruka era reservado, pero ese día Makoto se regodearía en el hecho de haber logrado hacer sonrojar a Haruka.
Fueron unos días preciosos, Haruka hacía pinturas en el sótano los días libres y nadaba por las mañanas y cuando tocaba una competencia él y Makoto viajaban juntos hasta donde esta sería. Unos días preciosos.
Las cosas en el mundo cambiaban con lentitud y en uno de sus viajes a Estados Unidos se reveló la probabilidad de tener un bebé. Ambos se casaron en Estados Unidos y acordaron que dentro de tres años tendrían el ansiado hijo.
Que triste.
Makoto veía a Haruka pasar el pincel por aquel lienzo con una delicadeza y gracia que le parecía casi sobre natural, tanta belleza no podía ser humana. No paso desapercibido el temblor en las manos de Haruka, el de ojos azules jamás temblaba, un mal presentimiento nació en el pecho de Makoto, algo que hizo que su cuerpo se estremeciera de pura angustia.
El castaño se levantó y tomó con delicadeza la mano de su adorado Haruka, esta ya no temblaba y Haruka le miró con duda, sin entender que sucedía. El miedo de Makoto seguía allí y abrazó a Haruka contra su cuerpo, estrechándolo para verificar que estaba allí con él. A su lado.
La pintura fue finalizada y colgada en el salón, los colores azules dominaban todas las pinturas de Haruka, en ellas veías con sus ojos y Makoto no podía evitar emocionarse, incluso a veces le saltaban lágrimas. En momentos así Haruka se acercaba al de ojos verdes y con esos elegantes y delicados movimientos de manos le limpiaba las lagrimas y dejaba un suave beso en sus labios.
El mundo de Makoto era Haruka y cuando veía sus pinturas, cuando sentía su tibio cuerpo a su lado, cuando le observaba zambullirse en el agua, sabía que si Haruka se fuese el no lo soportaría.
oOoOoOo
No podía decírselo a Makoto, no podía. Haruka sabía que le quedaba poco tiempo y cuando los demás se dieran cuenta ya no habría marcha atrás. No. Incluso en esos momentos ya no había marcha atrás. Estaba muriendo.
Haruka observo la pastilla sobre la mesa, el paquete tenía una falta de siete otras pastillas y Haruka no pudo evitar sonreír, antes de irse le daría un regalo a Makoto.
Haruka tomó la pastilla y la tragó junto con un poco de agua, luego su mano instintivamente fue hasta su estomago plano, las cosas cambiarían, no quería dejar a Makoto solo, no quería que este hiciese alguna tontería.
oOoOoOo
Makoto casi sufre un infarto cuando los síntomas aparecieron, vómitos, mareos, dolores musculares y un poco de fiebre. Diferente a las mujeres el cambio en su cuerpo causaba terribles malestares en los hombres, quienes tenían que habilitar un espacio en su cuerpo para mantener un bebé, el hijo de ambos con suerte y tenía una semana, pero ya estaba torturando a su padre.
Makoto no supo bien como reaccionar ante la noticia y finalmente tras procesar, pasar de confusión, desconcierto e ira, abrazó a Haruka y se permitió una profunda felicidad. Demonios sería padre.
Haruka pintaba más desde que se enteró de que esperaba un hijo, las pinturas con colores pasteles y blancos brillantes y luminosos comenzaron a llenar el sótano y finalmente tuvieron que vender algunas pues ya no había espacio para ellas. Los ingresos recibidos por las pinturas fueron a una cuenta de ahorro para su hijo en el futuro. Como Haruka era nadador profesional, problemas de dinero definitivamente no tenían. La casa era grande, las cosas del bebé habían sido compradas y aun tenían mucho dinero de sobra, en secreto Haruka seguía ahorrando su sueldo, en una cuenta a nombre de Makoto, su esposo y su hijo tendrían una buena vida, la mejor de todas y él se encargaría de dejarlos bien acomodados económicamente.
El pequeño Sena, un niño castaño y con ojos tan azules como los de su padre Haruka. Lo adoraban y mimaban, incluso Haruka permitió que el niño se metiera en su sótano para pintar. Entre los dos hicieron una pintura enorme con dedos y manos, pinceles rotos y pintura hasta donde no llega el sol. Haruka se rio a montones y Makoto era feliz con su familia.
Pero no todo es perfecto siempre y Haruka comenzó a decaer hasta que ya no pudo levantarse de su cama, Sena con dos años se trataba de encaramar a la cama de sus padres y dormía junto a Haruka hablando incoherencias, Haruka podía morir feliz, su hijo le conversaba y conversaba por horas, incluso cuando a veces Haruka no entendiera mucho de lo que Sena decía.
Makoto buscaba con desesperación algún médico que salvara a su esposo pero nada pudo contra eso y un día, hermoso, con Sena saltando en la puerta para que le dejaran salir. Haruka murió, solo cerró sus ojos y no volvió a abrirlos.
Makoto lloraba mirando la pintura que Haruka y Sena habían hecho, entonces pensó que Haruka había traído a Sena al mundo para que él pudiese seguir viviendo, para que no se le llegaran a pasar por la cabeza ideas tontas como suicidarse.
Sena con los años se adueño del sótano de su padre Haruka y se convirtió en un artista reconocido.
Makoto murió de viejo una tarde tan hermosa como cuando murió Haruka, con su segunda nieta de apenas ocho meses balbuceando a su lado.
Frente al lecho de muerte la pintura de dedos y manos brillaba con la luz del sol y traía recuerdos de una bella familia y días felices.
Fue muy fluff y no sé. Terrible Kawai xDDDDD
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Pintura de dedos y manos
ФанфикPorque Haruka era delicado de salud y quería que Makoto siguiese adelante. Durante su corto tiempo fueron realmente una familia feliz. Advertencias: M-Preg, Angts, yaoi, MakoHaru.