Era una brillante tarde miércoles, el sol agolpaba de luz la lúgubre aura de la casa haciendo hervir a los rincones más intocables de la misma, no podía dejar de pensar en ella, no podía sacar de mi mente su imagen palidecida y levantando con su quebrado rostro una húmeda suplica.
Yo la veía desvanecer en mi olvido, la escuchaba como sus palabras resonaban un tremolo llanto hacia mi, no podía hacer más que intentar escucharla, de frente estuvo exponiendo su mudo sollozo y yo sólo observaba estupefacto, casi inmutable con mi corazón en una mano y en la otra mano el corazón de ella.
Su lenta imagen con cada movimiento me provoca desprecio, con cada intento evocaba mis náuseas como una profunda fragancia de putrefacción. sin perder un segundo levanté mi mano izquierda sobre su cara salpicando su rostro con la carmesí sustancia que emanaba del latente corazón que sostenía. Apretar con fuerza era lo que mis ansias dictaban y lo hice con tal placer que sentí vivir su vida, sentí morir con ella mientras más se retorcía, mientras más rápido se precipitaba mi vómito de asco.
Agonizantes latidos de agobios intentaban abrir mi mano, un corazón casi muerto electrizando mi izquierda mientras la veía caer de rodillas ante mi existencia.
Ya no sostenía un corazón, levantaba entre mis dedos una sustancia casi líquida que forjaba en mi rostro una sonrisa demencial y un éxtasis que cabalgaba dentro de mi y ella silenciosa a mis pies viendo llover mi vómito sobre el suelo, el que un día me vio besar, con mirada pérdida y con la esquizofrenia latente abrazando mi cabeza levanté mi derecha con intención de dar una estocada final a mi venganza forzosa, incliné mi mano hacia atrás, la lleve tan lejos y fue tal el impulso que mis huesos arrojan un crujido despiadado, el climax de la traición embadurnaba todo mi rostro y en un grito resonante incliné mi cuerpo con toda la fuerza que podía tener hasta arrojar lo que mi mano derecha sostenía.
El suelo ahora lleno de mis lágrimas también apoyé mi mano izquierda repleta de sangre, sangre ajena y veía lentamente mi corazón bifurcar el viento hasta llegar a su cara, lo vi explotar, vi mi corazón magullado en su mirada, casi fusionado a sus mejillas entrar en contacto con sus labios... Besa mi corazón -le dije- porqué te ame.