Ensueño, no eres bienvenido
al lecho de mi oscuro claustro.
Ensueño, nunca más muestres
tu rostro de perfecto resplandor
ante mi cara irrisoria.
Ensueño, largate
con tu promesa
de porvenir, ensueño.
Amargo bienestar
que me ofreces,
me permito aborrecerlo
ante tu mirada atónita, ensueño.
Marchate ensueño,
no eres la amable efigie
que espera el poeta
que ha muerto en sus poemas,
no eres su mejor línea
y estás muy lejos de vivir
tras la trayectoria de su mirada.
Ensueño, cambia el rumbo
de tus sonrisas
pues no hay lugar
en el corazón de
quien escribe
para una figura
del futuro como tu,
ensueño, vete y vive
pues el poeta morirá
en cada uno de sus poemas
y en cada uno resucita
un poco mas acostumbrado
a seguir muriendo.