¿Casualidad? ¿Premonición?

269 18 32
                                    

Esta historia es completamente verídica, y sí me pasó a mí en primera persona.

Vengo de una cultura Celta, donde las Meigas (Brujas) existen y creemos en ellas desde tiempos inmemoriales. Aquí tenemos un dicho "Eu non creo nas meigas, mais habelas, hainas" (Yo no creo en las brujas, más haberlas, las hay)

Ahora, que cada uno piense lo que quiera.

Lo que os voy a contar ahora no va de brujas o espíritus, ni en su momento cuando me ocurrió, conocía o era seguidora del mundo espiritual o esotérico. Va de un hecho en concreto que me pasó hace muchos años y que a día de hoy no le tengo explicación. Nunca antes había hablado de ello en público, es más, muy pocas personas saben que esto me ocurrió, ni tan siquiera mi familia más allegada. Me daba vergüenza o pudor, no sé exactamente, quizás incluso respeto contarlo, pero gracias a ello me une un vínculo muy especial hacia mi madre.

Como algunas personas de por aquí sabrán, perdí a mis padres siendo jovencita, sobre todo a mi madre, y es un hecho irrefutable, que a día de hoy y después de pasar tantos años, todavía los hecho muchísimo de menos. Y este recuerdo vivido con ella lo atesoraré en mi corazón por siempre, aunque ella muriera pocos años después, ignorante y desconocedora de saber lo que ocurrió, pues nunca se lo conté.

Pero creo que ha llegado el momento de decirlo, de hablar de ello, ¿por qué no? Seguramente a muchas os parecerá una tontería, y pueda incluso que lo sea, pero a mí de alguna manera me marcó en la vida. Y creo que contar mi experiencia me hará llegar a conocer, o saber de gente, que cómo yo en un momento dado se tuvo que enfrentar a lo inexplicable. Ahora creo que algo ajeno a este mundo, o más bien a este plano terrenal, ocurre sin que seamos conscientes de ello. Que seguramente hay personas muy especiales, con una sensibilidad y un don diferente, que pueden ver o sentir cosas distintas a los demás.

Me encantaría saber de más historias cómo la mía, o de hechos sin explicación racional que le hayan ocurrido a otras personas que han vivido momentos únicos, y que cómo yo, quieren contarlo y compartir su experiencia con los demás.

Y por eso creo necesario este espacio. Un lugar donde quién quiera, es libre de explicar y contar lo que a él o a ella le haya ocurrido, inclusive a un amigo o familiar cercano. Podéis hacerme llegar esas historias tan especiales e insólitas, y si queréis las publicaré en este apartado. Puedo hacerlo bajo un pseudónimo, bajo un anónimo, o con vuestro nombre y apellidos para los más valientes, esa será vuestra decisión y ante todo la respetaré.

Pero sobre todo pido respeto, tolerancia, compresión, y sobre todo honestidad. Que todo lo que se comparta aquí sea completamente verídico. Nada de contar una historia para llamar la atención, o para burlarse de los que realmente hemos vivido un instante excepcional. Si en algún momento creo o considero, que alguien hace un comentario con el único fin de reírse o menospreciar a los demás, lo borraré de inmediato.

Ahora paso a contaros lo que yo viví.

Esto ocurrió hace muchos años en un típico día de frío invierno gallego. Recuerdo que era sábado, porque era el día en que hacíamos limpieza general en mi casa, y mi madre me obligaba a ayudarla a limpiar. Y cómo no, yo lo hacía a regañadientes, por no variar. En aquellos tiempos creía convencida, que había infinidad de cosas mucho más importantes que hacer que tener que pasar el trapo y limpiar el polvo, como buena adolescente que era con las hormonas a mil.

Era un día triste, con el cielo plomizo y gris, mientras una llovizna empapaba todo creando una humedad en el ambiente imposible de evitar. Así como recuerdo algunas cosas como si me estuvieran pasando ahora mismo, hay otras que se diluyen en mi memoria, cómo por ejemplo los años que tenía. Yo cálculo que debería de andar sobre los 14 o 15 años.

En aquel entonces todo mi mundo se centraba en mis amigas, en los chicos que me gustaban, en la música y por supuesto en la lectura. Todo lo demás era secundario. Y recuerdo ir con mi radiocasete a todas partes por mi casa. Allí donde estaba yo, estaba él. Es que de aquella no había mp3, ni móviles, ni walkmans. Sí, ya sé, ya sé, soy muy viejiña (viejita) jeje.

Mi madre me ordenó limpiar el baño, y yo pertrechada con mi adorado radiocasete, que en aquel momento reproducía una cinta de Bon Jovi o Spandau Ballet (ese es otro momento en el que mi memoria me falla) me dispuse a limpiarlo. Recuerdo llevar puesto un jersey de algodón rosa que me encantaba, y que era un poco corto, por lo que al agacharme se subía un poco dejando una porción de piel de la espalda al aire, y la puerta cerrada para disfrutar de mi momento de intimidad.

En aquel instante, con mi cubo de agua y  producto para limpiar baños, mi trapo y la radio a toda caña, me encontraba afanada en la limpieza de la bañera, agachada y cantando en un inglés inventado, mientras los gallos de mi voz reverberaban por todo el lugar. Cuando de repente, sentí que algo muy frío me tocaba la espalda. Me incorporé para descubrir qué era aquello que había tocado mi piel, pero allí no había nadie y por supuesto no había nada. Desconcertada me pregunté si no lo había soñado, pero algo en mi interior me decía que era imposible. Una porque estaba completamente despierta, y no sufro de narcolepsia, y dos porque aquello había sido real, muy real, por lo que tuve que buscarle otra explicación. Y la única que encontré, es que cómo la ventana estaba abierta, tuvo que entrar una ráfaga de aire que me hubiera hecho sentir aquel frío descomunal. Era extraño, es verdad, y ahora os contaré por qué. Pero en ese momento la única explicación posible. Así que no dándole mayor importancia, volví a retomar la increíble y maravillosa tarea de limpiar la bañera.

Pero un minuto después volví a sentir exactamente lo mismo, de la misma forma y en el mismo lugar. Y sobresaltada me incorporé al instante, sólo para descubrir que esta vez en el baño y sin que yo la oyera entrar, (por estar la radio a todo volumen) se encontraba mi madre riéndose de mí. Los pelos se me pusieron como escarpias y sin darle ninguna explicación la eché del baño, mientras ella divertida, creía que lo hacía enfadada por la broma que me había gastado. Lo que ella menos se pensó es que lo hacía por miedo.

¡Imaginaos! ¡Poneos en situación!

Invierno, un frio que pela, mi madre en la cocina fregando los cacharros con agua fría, y cuando acaba no se le ocurre otra cosa que ir a gastarle una broma a su hija adolescente. Por lo que entra en el baño sin ser escuchada, y coloca su mano completamente helada en mi espalda, de la misma forma y en la misma posición, en la que un minuto antes yo había sentido exactamente lo mismo.

¿Casualidad? ¿Premonición?

Yo no lo sé.

Sí sé que fue lo bastante intenso y extraño para conseguir que me asustara, y que muchos años después siga recordando esa sensación como si me hubiera ocurrido ahora mismo. Quiero recalcar, que fue en el punto exacto de la espalda, de la misma forma, la misma presión, y por supuesto la misma sensación que tan solo un minuto antes había sentido, sin que allí hubiera nada o nadie que lo hubiera podido provocar. Cabe decir, que deseché por completo mi teoría anterior de que fuera una corriente de frio. En ese momento entendí que era completamente imposible. Para mi sorpresa y total desconcierto, antes de que ocurriera, había sentido la mano de mi madre en mi espalda.

A día de hoy sigo sin saber exactamente qué fue aquello que sentí. No encuentro explicación posible. No me considero una persona especialmente intuitiva, ni con una sensibilidad mayor a los demás, de hecho, nunca más me ha vuelto a ocurrir nada similar. Pero sí sé, que desde aquel momento creo convencida de que hay algo más. No sabría deciros lo qué, pero sí que existe algo que no podemos o no se nos está permitido ver o conocer.

También gracias a aquello que me ocurrió, o quizás a mi deseo de que sea así, creo que mis padres están junto a mí y me cuidan y protegen. Sobre todo mi madre.

Esas personas queridas y que ahora no están, son nuestros Ángeles de la guarda que velan por nosotros. Solo ellos pueden amarnos y estar a nuestro lado cuando más los necesitamos.

No sé qué pensareis vosotros, me encantaría conocer vuestra opinión. Quizás alguien haya pasado por lo mismo o por algo similar, y sería una alegría saber que no estoy sola.

***************************************

Dedicado a mis padres. Pero sobre todo a mi querida y añorada madre.

Os quiero.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 15, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Hay alguien ahíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora