II: La llegada

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-Bombona, para traerte esta cantidad de cosas, te quedabas en casa.

Mi papá tiene una voz clara, y dice esa frase con buen volumen, pero aún así fijo mi atención en la organización de la ropa en mi nuevo placard. Como si me llevara mucho esfuerzo... Esperen a que empiece con organizar los libros.

-Luis, dale, traé la última caja y no jodas-ruega mi progenitora, trayendo ella misma una caja con sábanas y almohadas. Mientras mi padre sale a cumplir el pedido, ella hace mi cama, lo cual le agradezco.

¿Cuántas madres son tan tolerantes ante el odio de hacer la cama?

Mi papá viene con la última caja, de la cual saco zapatillas para terminar el orden de la ropa... Y unos Rocklets, y dos potes de dulce de leche para terminar el orden de la heladerita.

Todo está hecho y casi todo dicho... Queda la despedida. Uy.

Mi mamá me abraza, me acaricia el pelo y las orejas.

-Estoy muy orgullosa, chiquita... Cuidate. Sabés que podés divertirte, pero midiendo, ¿está bien?

Asiento y la miro sonriendo, para después recibir el abrazo de papá.

-Nena... Sabé que, si queres volverte a casa, está todo bien. Aunque no creo que quieras-se apresura a decir; no puedo verlo, pero seguro mamá lo miró con ojos asesinos-, porque acá vas a estar en lo tuyo, feliz con lo que te gusta. Cuídense, vos y tu hermana, entre ustedes.

-Ya sé... Gracias, Luis.

Nos damos un último abrazo los tres, y después ellos caminan, mirándome, hacia la puerta.

-Los amo-digo, tragando para disimular el nudo en la garganta.

-Nosotros también, nena.

La puerta se cierra.

Y yo siento que todo se cierra.

****************

En mi mesa de luz encuentro una nota de la directora, Beatrice Bilbo, creo que se llama... Error; se llama Wilbur, y me espera en su despacho. Aquella firma de su puño y letra me recuerda a mi carta de aceptación...

El flashback que tenía que aparecer obviamente

Unas gotas de transpiración caen de mi axila y recorren mi torso. Me siento incómoda por el calor, pero más lo voy a estar si salgo y dejo el trabajo sin terminar.

Sinceramente, no soy una persona demasiado estricta conmigo misma con las tareas; per cuando se trata de un artículo...

Estoy escribiendo una nota para un diario en el que trabajo... Bueno, es una pasantía. Okey, un favor de un amigo de mi mamá, que me deja laburar con él en verano.

-¡Juliiiiiii!-me chilla mi hermana, desde lejos.

-¿Quéeeeeee?-respondo, sin despegar la vista de la computadora en la que escribo.

-¡Veníiiiiiiii!

-¡Vení vos!

-¡No!

-¡Entonces no rompas los huevos!-zanjo el asunto, impaciente. Como de costumbre

-¡Es importante!

-¡Si es importante vení!

Escucho pasos; para tener dieciséis y una fuerza lamentable, mi hermana usa el piso como tambor cuando corre-.Correo, boluda.

-Si son cuentas, las pagan mamá y papá-digo tranquilamente, borrando, pues la piba me desconcentra y me hace escribir cualquier verdura.

-Y... Hasta que no te vayas de casa...-me tira la carta, cual frisbee-.Agarrá, vieja.

-Ya agarré-la agarro y dejo por ahí-.Gracias.

-Leela.

-Después, Vale.

-Te conviene ahora...-escucho cierta picardía en su voz.

-¿Por qué?

-Porque mejor que sepas ahora que no vas a venir conmigo a Berkley.

Mi laptop casi vuela.

Busco la carta, pero la tiré sin verla, y no la encuentro. Pero obviamente Valeria estaba atenta, y vio que cayó al piso. Corre, prácticamente se tira abajo de la cama, y agarra el sobre.

Sobra decir: sale corriendo.

Me levanto y, así como estoy, empiezo a perseguirla. Así como estoy me refiero a usando solo una remera y una bombacha.

-¡Valeria! ¡Dámela, pendeja!-le grito, mientras corremos por el pasillo hasta el living.

Ella se resguarda atrás del sillón en el que están sentados mis padres, el cual rodeo para agarrarla, pero ella da la vuelta al mueble.

-¡Chicas!-escucho que me dice mi mamá. Mi hermana la mira momento que aprovecho para meterme entre las cabezas de mis papás, y alcanzar el brazo de Valeria. Tiro de él, y le arranco el sobre.

-Che, Juli, mi amor, me encanta que jueguen entre ustedes y que estés cómoda en casa, pero... Un poco de cuidado-.me dice mi papá. Levanté la vista; ahí estaban los Alberti, una pareja de amigos de mis viejos, y su hijo Lorenzo, que se esforzaba en mirar la zona de mi bombacha con mucha dedicación.

-Hola-sonrío para salvar la situación, pero llevando la atención de nuevo al sobre. Quiero leer la carta, encontrar la puta razón por la que no me quieren en Berkley... Leo la carta, pero no encuentro ninguna.

No hay ni una razón para no ir a Berkley.

Fin del flashback

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⏰ Última actualización: Aug 02, 2016 ⏰

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Primera plana #YoSoyBerkleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora