— ¡Mierda! -Pensó, pues no podía hablar, ya que estaba amordazado. Prosiguió en su pensamiento-. Me han amordazado, ¡que cabrones! ¿Dónde me habrán traido?
La cosa no pintaba bien, pues estaba completamente oscuro, ni un ápice de luz se veía, el aire estaba cargado y olía a algo parecido al amoniaco, aunque no igual. Él estaba tumbado completamente, con las piernas juntas atadas con lo que suponía fuese cinta americana, pues las notaba completamente amarradas desde los tobillos hasta las íngles, y los brazos los tenía excesivamente pegados al cuerpo y atados por lo que parecían las típicas correas anchas de cuero sujetas a la base. No podía mover más que el cuello a izquierda y derecha. Continuó divagando en su mente.
— Seguro que estoy en algún sótano de los de Sotelo, siempre le gustó darles buen uso. -Sotelo era su antiguo jefe. Un mafioso con bastante mal humor y con mucho dinero, pero con una debilidad grande. Los hombres. Y en concreto una fijación obsesiva con él-. Me duele mucho la cabeza. Supongo que me habrán golpeado. Además el pié derecho no lo siento. ¿Será por la cinta que me estará cortando la circulación? Y por el amor de dios, ¡me duele mucho el culo y la polla!
De repente se escuchó una voz en off que parecía salir de un altavoz situado al lado, cerca.
— Hola Ricardo. -Sabía que llamándolo así le reconocería, solo él le llamaba así, el resto le conocían por Rije, un apodo curioso-. Supongo que a estas alturas ya te estarás haciendo preguntas, y como supongo cuales son, voy a responderte a alguna de ellas. Ese olor es una mezcla de vinagre y amoniaco además de otros productos, que se usa para endurecer rápido el hormigón. Te falta un pie, lo perdiste durante el trayecto. Pero tranquilo, tienes unas anestesia local y está bien curado. También te diré que va a ser muy difícil que alguien te encuentre aquí, tienes tres metros de hormigón encima tuya.
— ¡Menudo cabrón! -Pensó-. Me ha traido a un zulo de los profundos. ¿Cuánto tiempo pensará tenerme aquí? -No sentía excesivo miedo, pues suponía que tarde o temprano le soltaría. Y lo del pie no se lo había tragado, seguro que le habían puesto esa anestesia para simularlo. Algo de dolor sentiría, seguro-. ¿Qué querrá?
— Hay un mecanismo que soltará tu mano derecha en tres, dos, uno...De repente notó como se liberaba la correa de la base y pudo levantar el brazo. Al hacerlo sintió un escalofrío por todo su cuerpo. No era para menos.
— ¡No, no, no! Esto no puede ser cierto. ¡Estoy en un puto ataud! Pero no en uno normal porque es algo grande y sin nada de acolchado. ¡Está loco! ¿Me habrá enterrado?
— Ricardo, se que no sientes mucho miedo. Eres un tipo duro. Pero te describiré donde te encuentras. Estás encerrado en un habitáculo de dos metros de largo, uno de ancho y cincuenta centímetros de alto. Tienes una sonda en el trasero y en el miembro para que hagas tranquilamente tus necesidades. Tienes varias vías para inyectar suero, o lo que surja. No es posible de nuevo el acceso o la salida del habitáculo, ya que estás sobre tres metros de hormigón sin ninguna junta, con unos conductos que facilitan el acceso de todo lo que te he comentado. Ricardo, te encuentras ahora mismo bajo el salón de mi casa.De repente se empezó a marear. Se estaba preguntando si realmente todo aquello seria cierto cuando se enciendió una luz a sus pies. Incorporó como pudo la cabeza alargando todo lo que le daba el cuello y vió como era cierto lo del pie, se lo habían cortado. Pudo ver como el objetivo de una camara le observaba y a su lado una pantalla reflejaba la cara de aquel loco paranóico. Al hacer fuerza con la espalda pudo notar como algo estaba clavado en ella, entonces asumió que lo de las vías también era cierto. El miedo se empezaba a apoderar de él. Notaba como el corazón le latía rápidamente y como sudaba por todos los poros de su piel sintiendo las gotas por su frente y su pecho. El mareo se hacía más intenso.
— Tranquilo Ricardo, hay aire suficiente. De hecho el aire es inagotable. No quisiste ser mío así que tendré que forzarte a ello. Vas a pasar ahí dentro mucho, mucho tiempo, cerca de mí. Espero que algún día puedas llegar a entenderlo.
Y todo se volvió negro. Tenía que pensar algo, y rápido.
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Amor bajo tierra
Short StoryHay veces que el amor escapa a la razón y da paso a la locura. Una locura que, si no se controla, se puede volver terrible. En esta breve historia veremos como el amor por alguien, un amor no correspondido, ha trascendido en un horrible acto de egoi...