Marleen Thompson

16 0 0
                                    

Marlee Thompson estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas, estudiando una lección de química, cuando sintió un cosquilleo en la nuca. La alumna de 14 años se rascó y siguío estudiando.
Volvió a sentir el cosquilleo, paresido al que se siente cuando te hacen cosquillas con una pluma. Esta vez se rascó un poco más fuerte y se dio un suave masaje. "No puede ser un mosquito porque estamos en pleno invierno -pensó-. Puede que sea el corte de pelo. Tengo la nuca al descubierto y no estoy acostumbrada. Sabía que no me lo debía haber cartado tanto".

Marlee estaba a punto de volver a su libro de química cuando se dio cuenta de que el colchón se movía como si alguien se hubiera sentado en la cama. Y luego sintió que algo le estaba tocando la nuca. Algo frío, húmedo y suave que le dio escalofríos. Se dio una palmada y otro masaje.

Marlee se dio la vuelta y, en una fracción de segundo, vio a un hombre joven sentado en su cama. O, al menos, eso pensó.

El FANTASMA BESUCÓN DE LA ACADEMIA ROSEMONTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora