z e h n

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Susurrabas su nombre al oído,

Keeva,

y ella por ti ya había caído.

La sentabas en tus piernas

y apoyabas tu cabeza en su hombro,

mirabas sus ojos, brillantes como linternas.

Pero después esa luz se apagó

porque tu falso amor por ella,

acabó.

francis.


N/A. Holaaa, espero les guste mucho esta nueva historia, apoyenla


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