HAUD
Una niebla densa cubría el lago de barro. Todo estaba en silencio, solitario. Algunas rocas sucias sobresalían, imitando a seres horribles, monstruos que un día fueron bellos. No eran los únicos que adornaban el lugar, restos de basura arrojados por los humanos se acumulaban formando montones. Todo estaba quieto, ni un solo insecto pasaba por aquel lugar.
De repente, una mano surgió del barro, seguida de una cabeza que en seguida abrió la boca y tomó aire. La joven miró a todas direcciones buscando tierra firme, encontrando solo rocas y basura. Decidió ir a una acumulación de piedras un poco menos sucias para sentarse y descansar. Al llegar, vio que las piedras no estaban apenas sucias. Ya sentada, observó: hubiera pensado que estaba atrapada en un lago de barro eterno si no fuera por la luz del horizonte, de distintos colores dependiendo de a donde miraras. No veía comida por ninguna parte, y el camino hacia las luces era increíblemente largo. Podría intentar ir de piedra en piedra, olvidando los montones de basura, que estaban demasiado sucios para ni siquiera tocarlos. Era imposible, no lo conseguiría, moriría en aquel lugar putrefacto.
De repente, una de las piedras en las que estaba sentada empezó a brillar tenuemente. Sobresaltada, se levantó bruscamente y resbaló, cayendo y golpeándose la cabeza. Todo se volvió borroso y confuso, cada vez más negro hasta caer en la completa oscuridad.
Abrió los ojos, no sabía cuanto tiempo había pasado. Se encontraba encima de dos piedras brillantes. Se incorporó costosamente. El mismo paisaje que había visto en su caída le daba la bienvenida de vuelta. Volvió a tumbarse, observando el cielo grisáceo. ¿Qué debía hacer? Estaba agotada, podría simplemente quedarse allí, no hacer nada, rendirse. No pudo evitar imaginarse a sus padres serios, con caras tristes, su hermano cabizbajo. La imagen de su profesor apareció en su cabeza, a quien tanto admiraba. Todas aquellas personas tenían algo en común: no se habían rendido cuando estuvieron en situaciones parecidas. No lo dudó, debía ir al horizonte.
Llevaba un tiempo nadando por el barro denso, su destino parecía estar igual de lejos. De repente, una roca lejana empezó a brillar tímidamente. Decidió acercarse a ella para averiguar que la hacía brillar. Otra cercana se alumbró repentinamente. Consiguió llegar a una de ellas, y al darse la vuelta se llevó una gran sorpresa. Siete rocas más se habían alumbrado, rodeándola. No sabía si se estaba volviendo loca, pero sintió que estas empezaban a acercarse. Pero no solo las rocas, unos pocos montones de basura empezaron a hacerse más pequeños, como una estrella a punto de implosionar, convirtiéndose en pequeñas rocas brillantes. Algunas permanecían en la oscuridad, y parecían cada vez más lejanas e invisibles. Se encontró rodeada de piedras brillantes, y fue entonces cuando se dio cuenta de que ya apenas apreciaba el horizonte. ¿Dónde estaban las luces de colores? Por más que miraba, lo único que veía era el brillo acogedor de las rocas que acabaron juntándose, formando un suelo bajo sus pies. Corrió hacia el final de la plataforma, pero parecía no moverse del punto donde estaba, por más que lo intentaba una y otra vez. Saltaba, corría, andaba, gateaba... Nada servía. Cayó al suelo de rodillas, dos lágrimas rodaron por sus pálidas mejillas. Un estruendo le hizo levantar la cabeza, con los ojos abiertos y cristalinos.
Un pequeño cubo ascendía hacía enel aire, girando, surgido de una grieta en una roca. No lo dudó, aquel cubo tenía que significar algo, así que se levantó y corrió hacia él, parándose a unos centímetros. Estaba a la altura de su cabeza. Acercó la mano para cogerlo, pero cuando la punta de su dedo lo tocó, este salió disparado hacia el cielo, haciéndole un corte con la esquina en la yema. El espectáculo que sucedió entonces fue increíble. Un poco más elevada, la figura empezó a girar rápidamente. Los colores del horizonte resurgieron, más brillantes que antes, y empezaron a acercarse, aumentando su velocidad progresivamente. En un momento, estaban invadiéndolo todo. Ella estaba completamente confusa, mareada. Rayos de colores salían del cubo hacia todas las direcciones. ¿Estaría volviendo a una época antigua o viajando a algún lugar agradable? El suelo se volvió más cálido, y los colores fueron atenuándose, dejando aparecer un banco, una maceta, un cartel en el que ponía "conserjería". Las cinco personas que quería conocer estaban frente a ella, en círculo, como siempre. Pero había una diferencia. «Un momento, ¿qué está pasando?» Pensó. Leyó en un papel en tenía en las manos mal recortado: "Haud".
- Hey, ¿te pasa algo?
Miró sorprendida a una de las cinco personas, ¡le había hablado! ¡Ella formaba parte del círculo!
- No, nada – sonrió ampliamente – al escuchar esa canción y leer esta palabra había recordado el año pasado y me había convertido en mi yo de aquella época, es muy raro.
Todo el grupo rió por aquello y siguieron hablando alegremente, ella decidió esconder aquel papel.
Ochos años después....
«Me encantaría conocerlos... Oh, no. Me voy, ya vienen los idiotas esos. Oye, ¿eso qué es? Hay un papel enrollado en aquel agujero. A ver... ¿Haud? Buscaré en casa qué es, que curioso.
-Eso es latín. - Una voz le sobresaltó. Al girarse vio al chico que tanto admiraba sonriendo. - Hola, soy Quim.
- Ya lo sé.. Digo... Encantada.
Se miraron unos segundos y empezaron a reír. El papel cayó al suelo.
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Haud
Short StoryPara aquellas personas que sueñan con cosas que no cumplem por su timidez.