La chica se acercó a la casa y él con cautela caminó a sus espaldas a una cierta distancia. No era muy grande aunque si tenía dos pisos, de ventanas ovaladas y una terraza. El color no lo podía diferenciar por la oscuridad que reinaba incluso con la tenue luz de la luna llena. Ella se puso delante de la puerta, empujándola con una mano, sin necesidad de una llave o de girar el picaporte para abrirla. Él en cambio, se quedó quieto, contemplando la casa sin atreverse a entrar. La luz de las velas iluminaban la estancia mostrando una sombra desde la ventana, caminando de un lado a otro.
- ¿Piensas quedarte allí hasta que amanezca? - su voz era distorsionada por las paredes de la casa, con la puerta aún abierta, invitándolo a que pasase.
Armándose de valor, entró tragándose sus inquietudes. Las velas, posadas sobra una esquina de la mesa de lo que parecía el comedor, alumbraban una pequeña habitación conectada a la cocina. Dos puertas al fondo cerradas debían esconder la habitación y el cuarto de baño.
Sentada en una de la sillas, apoyando su cabeza en la palma de una mano y con la otra picoteando con los dedos la mesa de forma impaciente, se encontraba ella.
- Si que te has demorado,¿acaso esperabas que te tendería una trampa? - empezaba a juguetear con una de las velas, riéndose de forma sutil, contemplándolo por debajo de la máscara esperando una contestación.
- Solo quiero respuestas - dijo cansado de todo aquello, nunca había tenido paciencia y aquel juego sin sentido le ponía de los nervios.
- Sabes lo que quieres, me gusta, pero la que le debe explicaciones a ti y a mi es quien llega a medianoche - miró el reloj colgado en la pared a sus espaldas - solo quedan unos minutos.
Contempló el reloj, viendo que faltaban pocos minutos para las doce, aceptando que no lo tiraría todo a perder por un simple juego. No había llegado tan lejos para echarse ahora atrás, esperaría hasta medianoche.
- De acuerdo - "No tengo más remedio" se dijo a sí mismo.
Se sentó en una de las sillas de madera tallada a mano, recostándose en el respaldo, quedando en frente de ella. Le empezaba a faltar el aire, necesitaba quitarse la máscara, pero no estaba seguro de que fuese una buena idea. El sudor le recorría la espalda y el torso haciendo que la camiseta se le pegase al cuerpo, la noche calurosa hacía que le abrasase el tacto de su costoso traje de etiqueta prestado.
- El calor del verano es insoportable, ¿no crees? - se levantó, caminando hacia una de las habitaciones - Yo voy a cambiarme, tú si lo deseas puedes ponerte más cómodo.
Y con eso salió de la sala para entrar en una habitación, cerrando la puerta tras de sí, dejándolo solo con sus pensamientos. Intrigado por la situación, razonó en qué sería lo mejor, si marcharse dejando todo como una simple broma pesada de Sarik intentando encontrar algo de lógica o quedarse y aliviar la curiosidad que le carcomía por dentro.
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"Debería enviar la cartera no sea que ese tipo llegue hasta aquí" Pensó ella, cerrando la puerta de la habitación y sacando la cartera, desgarrando por dentro una parte del pecho del vestido al quedarse enganchado un hilo a la cremallera.
A oscuras, ya que desde la ventana apenas entraba el resplandor de la luna, tanteó los muebles del cuarto hasta encontrar una mesita. De ella, sacó del segundo cajón el pito especial para pájaros y silbó con todas sus fuerzas. No tardaría mucho en llegar Falen, ya que le había adiestrado para que nunca se alejara mucho de la casa. En menos de dos minutos se presentó un cuervo que se posó en la rama que estaba más cerca de la ventana. La chica quitó el cerrojo y la abrió, viendo contenta que Falen estaba a la espera de sus instrucciones. Arrancó un hilo del vestido de la parte que se había desgarrado y con él, sujetó la cartera al cuerpo del animal. Este, habiendo aprendido lo que ello significaba, batió las alas dejando a la chica a solas.
Sin cuidado, comenzó a desgarrar el vestido hasta que solo quedó un puñado de trozos de tela inservibles. Juntó los restos del vestido y los guardó junto con el pito en el segundo cajón. Medio desnuda, volvió a buscar a tientas el armario donde estaba su cambio de ropa. Sustituyó los zapatos con tacón por unas deportivas y se vistió asegurándose de que no se ponía la ropa del revés.----------------------------------------------------
Ashier se quitó la chaqueta, dejándola a un lado de la mesa y abrió una de las ventanas ovaladas, sintiendo el aire únicamente en el pecho, puesto que la inseguridad de quitarse la máscara en semejante situación no le dejaba tranquilo. Miró con tranquilidad los alrededores de la casa fijándose en una pequeña figura que volaba por el cielo hasta que la perdió de vista. Dándose cuenta de que en la ventana le pegaba de lleno el aire caliente del verano se volvió a sentar aguardando a que saliera de la habitación, sin esperarse lo que iba a ver. Aquella chica salió vistiendo una capa con capucha negra, cubriéndole todo el cuerpo y ocultando su rostro bajo la sombra proyectada de las velas.
"¿Acaso no se había cambiado para no tener calor?"
Se acomodó sobre la mesa como si fuese lo más normal del mundo, cruzando las piernas.
- Primero me gustaría que me contestases unas preguntas sencillas.
- ¿No estarías más cómoda sentada en la silla? - preguntó ignorando lo que le había dicho.
- No, la verdad es que no - le enseñó la mano derecha con el dedo índice levantado - primera pregunta : ¿Cuál es tu nombre?
- Me llamo Ashier - "¿Podría volverse más extraña esta situación?" De todas formas debía mantener la compostura y la voz firme.
- Segunda pregunta - levantó otro dedo, esta vez el corazón - ¿Cuántos años tienes?
- Tengo diecisiete años. - "Que preguntas más básicas"
- Que aburrido - bostezó, tapándose la boca con una mano.
"Si estas haciendo tú las preguntas, elige unas más interesantes si esas te aburren, no unas tan comunes." Protestó él en su cabeza mordiéndose la lengua para no decirlas en voz alta.
- Veamos como son tus reflejos.
Sin que pudiese siquiera preguntarle a que se refería, le dio una patada a la silla donde estaba sentado, haciendo que se levantara de un salto, apoyándose en la mesa para no perder el equilibro, con una mano a cada lado de la cintura de aquella extraña, sonando a sus espaldas el sonido de la silla contra el suelo.
Al abrir los ojos se encontró con el rostro de ella pegado al suyo, rozando la nariz de ella con la máscara que todavía llevaba él, tan cerca que sentía como si estuviese respirando el aliento de aquella chica y sus ojos, aquellos ojos....
- Que lástima que tenga puesta la máscara, que si no...
"¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo he acabado en esta posición? ¿Quién a hablado? ¿Qué está ocurriendo?"
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Mundo de imitaciones
FantasyEsta historia quizás rompa con muchos estereotipos o a lo mejor sigue los mismos clichés. Tú eliges, ¿quieres saber que oculta esta historia y leerla hasta el final, ponga lo que ponga en estas hojas aún desconocidas para ti? ... -- "¿Empezamos a ju...