Febrero 6 del 2015
Habías bebido mucho, Marcy.
Me decías que tenías sueño y fuimos a acostarnos a la cama.
Habías prometido no besarme.
Pero en ese momento se te olvidó la promesa y sólo sentí tu cuerpo sobre el mío y tus labios en mí.
Poco a poco la ropa se iba despojando de nuestros cuerpos.
¿Así que esto es hacer el amor?
¿Así que esto es entregar el alma?
Tu cuerpo bajo la luz de luna era el arte más bello que han podido observar mis ojos.
Tus pechos y tu cintura, las curvas perfectas, sin dejar de lado tu sonrisa en dónde podía morir.
Dos personas amándose en una cama.
Dos personas diciendo que se aman.
Dos personas que no pueden estar juntas.
Sabía que esto se iba a terminar y luego llegaría la realidad.
Pero en ese momento entendí que es a tus brazos donde pertenezco.
Que tú haces encender la llama de mi cuerpo con sólo mirarme.
Que tú Marceline, eres la mujer para mí.
Eras tú y no había nadie más, el tiempo había dejado de correr.
Eras la casa que tanto yo busqué, la vida que quería proteger, tú eras eso.