Misión Imposible

2: Contradicciones

Ángela salió inmediatamente de su aula para buscar a Mike. Ella, aunque también había comenzado su noviazgo porque todo el mundo decía que pegaban, tenía un sentimiento muy fuerte hacia él. En sus ojos ahora veía un mundo, y su sonrisa, gran fuente de alegría para sus propios ojos, se le figuraba la curva más perfecta jamás creada. Cada vez que lo miraba directamente a los ojos y él hacía lo mismo, se sonrojaba tanto que hasta parecía un tomate.

Justo a unos pasos del aula de donde salía Mike, encontró a una amiga que le dedicó una cara de sorpresa y una mueca. Ángela supo al instante que algo no iba bien. La apartó, miró a todas partes y lo vio. Era su querido novio Mike riendo y hablando con una chica bastante guapa que parecía anonadada con la cara de su chico ya que no paraba de mirarlo, ni pestañeaba. Ángela aún sin creer que tan gracioso era el tema de conversación del que hablaban para que rieran tanto pensaba. Pensaba sobre quien era aquella chica que no había visto antes. Un plan fue trazado en su mente en menos de 5 segundos. Cogió a su amiga del brazo y se acercó para después preguntarle, cómo se llamaba, si era nueva y desde luego que intenciones tenía con Mike. Claro, eso tendría que ser en privado. 

Dio 10 pasos y se acercó hacia la pareja que aún no había reparado en su presencia. Al ver que Mike estaba en el mismo estado que aquella curiosa chica, sufrió un temor indescriptible y besó a Mike  para intentar marcar su territorio, cosa que no funcionó ya que él se apartó inmediatamente, mirándola con una cara acusatoria que nunca había visto en él.

  — ¿Qué haces?  — soltó. Ángela, resentida, dio unos pasos hacia atrás avergonzada.

  — ¡Creía que te gustaría, que me echabas de menos!  — exclamó con los ojos llorosos, sabiendo que se estaba centrando en lo peor.

  — Ángela, no ha pasado ni una hora desde que nos vimos. No sé por qué reaccionas así. — intentó calmarla conociendo ya sus característicos celos.

  — Ya, ya entiendo. Te dejo a solas con tu nuevo ligue. — salió corriendo de la mano de su amiga.

 — ¿Qué acaba de pasar? — preguntó Emily riéndose de la situación a carcajada limpia y pegando a Mike suaves palmadas en el hombro.

  — Ni idea. — correspondió Mike con una corta risa.  — Siempre hace lo mismo cuando hablo con una persona del sexo femenino y luego cuando estamos solos pasa de mí. — continuó pensativo.

  — Creo que deberías dejarla. — dijo Emily. — Esto me pasó a mí una vez y lo mejor para los dos es cortar, el consejo puede causarte rechazo ahora mismo pero piénsalo, ¿Por qué es tan celosa? Porque sabe que no te tiene y en el fondo tú también sabes que ni te gusta, si no ¿Por qué no le has correspondido el beso?

  — No lo sé. — respondió Mike aún pensativo.